Capítulo 1: Rebobinar

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Me estoy viendo al espejo, y desde que tenía 8 años, no me gusta lo que veo.
   Desde que me quise comprar ese vestido de "La Bella y la Bestia" en una juguetería y la vendedora le dijo a mamá que no hacían vestidos para niñas "como yo".
   ¿Cómo yo? Me pregunté en aquel momento. Pero días después lo entendí.
   Unos días después justo cuando fue el cumpleaños de una compañera del jardín y un niño me llamó "Ballena" en vez de "Bella".
   Y entonces, algo en mi interior hizo *click*.
   Era gorda.
   Y ahora, 11 años después nada ha cambiado.
Mi abdomen no es plano y mis brazos se ven muy grandes. Incluso evito las musculosas o relajar los hombros, ya que aquello me los hace parecer aún más grandes y flácidos.
Ni hablar de mis muslos.
  ¿Cuánto peso? No lo sé.
   Un día, hace mucho tiempo atrás, decidí comer 500 calorías por día, y entonces después de un arduo tratamiento, se me prohibió tener mi propia balanza.
   Se me prohibió obsesionarme con mi peso, con mi físico.
   Pero era imposible cuando debes verte al espejo cada vez que te lavas la cara, que te pones una crema o te cepillas los dientes.
   En fin, aquí frente al espejo hice lo mejor que pude.
   Remera manga corta blanca con dobladillos negros. Un jean azul oscuro de tiro alto para disimular mi barriga y unas vans negras bajas, porque claro, no solo me sentía gorda, sino que también era considerablemente alta.
   Ah, y una campera de jean que si tengo suerte el día permanecerá un poco fresco y entonces podré camuflarme con ella.
   Pero todo aquello no evitó que me sintiera linda, de una manera muy discreta claro.

   Gasté los minutos que me quedaban antes de que me recogieran, viéndome al espejo. Buscando alternativas y posando de manera que se me notara menos cualquier kilo extra.
   Imposible, en fin.
   Perdí el tiempo.
   Unos minutos después, mamá gritó desde abajo:
    -    ¡Abs, Malory vino por ti! - en cuanto la oí, tomé mi mochila y bajé.
    -    Adiós mamá. - la saludé.
   Mi mamá, por si se lo preguntan, no era como yo.
   Era una mujer alta y delgada, que se ponía vestidos de colores y en casa casi siempre estaba con su característico delantal blanco con bordado de flores. Su cabello era una mata de rizos de un pelirrojos intensamente oscuro y sus ojos de un color ámbar profundamente claros en el centro.
   Era muy hermosa.
   Afortunadamente había heredado algo de ella, el color de sus ojos y de su cabello, aunque no lo tenía rizado, lo tenía un poco ondulado, apenas en realidad, y lo tenía mucho más largo que ella.
   Una de las pocas cosas que amaba de mí era cabello. Nunca lo había llevado tan largo.
    -    Cariño, mucha suerte en tu primer día. - me dijo la hermosa mujer, mientras abría la puerta de la entrada yo pasaba junto a ella para caminar hacia el Volkswagen Beetle negro de Malory.
   Y entonces me subí a un auto, uno muy hermoso, conducido por Malory Maddox. La hija de la mejor amiga de mi mamá.
   Y a diferencia de ellas, nosotras apenas nos hablábamos.
   Ni siquiera debería estar en este auto.
   Todo sucedió hace dos días, cuando mamá y yo llegamos a la casa junto con las cajas de la mudanza directo de New Jersey. El timbre sonó y entonces, Lisa, la mejor amiga de mamá estaba en la puerta con lágrimas en los ojos.
   Se abrazaron y lloraron. Porque hacía más de 10 años que no se veían.
    Hace 11 años nosotras vivíamos aquí, en un pequeño apartamento en el centro, mamá trabaja en el estudio jurídico más grande de Bend junto a Lisa. Pero un día, mamá representó al dueño de una pequeña empresa neoyorquina y resultó se Phil, su actual marido y por quien nos mudamos a Nueva Jersey, para estar más cerca de él y su trabajo, y entonces Lisa y ella no volvieron a verse.
   Pero Phil, finalmente pudo abrir una sede en Oregón City y aquí estamos de nuevo.
   Mamá lloraba en la puerta abrazada a Lisa, y detrás de ella estaba su hija mayor Malory. Una chica de mi edad, con mi estatura pero con una contextura delgada pero músculosa, como si practicara algún deporte profesionalmente.
   Me miró y sonrió, me preguntó si me acordaba de ella y entonces todo lo demás fue bastante incómodo.
   Recuerdo que, en primaria siempre pensé que hablaba mal de mí con su grupo de amigas, "las populares". Pero nunca estuve segura, creo.
   Ahora, ella parecía más amable, incluso se ofreció a llevarme a la escuela y nuestras mamás hicieron un escándalo sobre que sería el inicio de una muy buena amistad similar a la de ellas, en lo único que coincidimos con Malory, es en que eran muy dramáticas.
   Acepté prácticamente por compromiso, no me pareció mal ya que creo que ella también me lo sugirió con la misma presión. Podía imaginarme a su madre diciéndole "Sé buena con la hija de Helen, en su anterior colegio le hacían bullying".
   Pero estaba bien, en cuanto llegáramos al colegio fingiríamos que no nos conocíamos y entonces todo estaría bien.

   Llegué a su auto y Malory con la ventanilla baja me habló muy alegre:
    -    Abby, ¿te molestaría ir atrás? Pasaremos por Jacobo y se marea en los autos. - asentí y me subí atrás. No me molestan, era un pedido extraño pero ya me sentía agradecida por llevarme a la escuela, ir atrás no era problema. - Esperemos unos minutos, Jacobo vive a dos calles y cuando pase por él no estaba listo así que le dije que viniera aquí.
    -    No hay problema. - dije.
    -    ¿Oye estás bien? - me preguntó curiosa viéndome por el espejo retrovisor.
    -    S-si. Perdona... por esto. - dije finalmente.
    -    ¿Por qué? - preguntó confundida volteando a verme ahora en persona.
    -    Por hacerte venir por mi, supongo que es un poco molesto y no tienes que hacerlo todos los di...
    -    ¿Qué dices? - me interrumpió con un rostro gracioso como si creyera que bromeaba - Si yo te ofrecí venir por ti...
    -   Si pero... supongo que tu mamá te dijo algo o no se... - me excuse lo más amable que pude. - Por favor no te lo tomes a mal.
    -    Abby, ¿qué-dices? - repitió remarcando las sílabas - Yo no obedezco a mi mamá desde que tenía 12 años. Ofrecí traerte porque me agradas... Bueno antes lo hacías, supongo que ahora también si no cambiaste mucho... - me sonrió y volvió a sentarse bien.
    -    G-Gracias. - dije con una enorme chispa de emoción que oculte con mucho esfuerzo. ¿Yo realmente le caía bien?
    -    Eh Abby suéltate que le dije a mis amigos que eras súper cool. No me avergüences por favor. - y aquella frase me resonó en mi interior tocando una fibra sensible: "No me avergüences".
   Entonces la puerta de copiloto se abrió y un chico asiático, muy alto y delgado con anteojos oscuros, entró al auto hablando.
    -    ¡¿No puedes esperar 2 minutos?! Ya casi estaba. - vestía una camisa de U2 y unos jeans negros.
   Malory arrancó el auto y con un exagerado chirrido salimos hacia la secundaria.
    -    Primero: buen día para ti también, segundo: 2 minutos es mucho tiempo si estamos llegando tarde - puso énfasis en esa última palabra. - Tercero: Abigail, este es Jacobo, Jacobo, mi amiga de la infancia Abigail.
   Amiga... ella me llamó "amiga". ¿Será que entonces le caía realmente bien de pequeña?
   Jacobo se volteó en su asiento, al verme sorprendido por no notar que estaba allí quedando arrodillado sobre su asiento y dándole la espalda al parabrisas.
    -    ¡Jacobo, el cinturón! - gritó Malory pero el chico le hizo un gesto restándole importancia.
    -    Con que tu eres Abigail. - dijo con un tono juguetón. - "Esa" Abigail.
Y en el pecho sentí una presión fuerte, aire frío, y una sensación de angustia persiguiéndome por lo que podría haberle dicho Malory sobre mi.
   ¿Qué no era cool? ¿Que era una nerd perdedora? Quizá mamá le había contado a su mamá de mis problemas alimenticios... y ahora    Malory lo sabía y entonces Jacobo también...
   Y quizá toda la escuela.
   Y yo aún no había puesto un pie ahí.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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