Javier

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Javier

Hay algo en David que no puedo dejar de notar. Desde que llegó al pueblo, ha traído consigo una energía nueva, algo fresco que no había sentido en mucho tiempo. Es como si, de alguna manera, su presencia hubiera revivido en mí un entusiasmo que creía perdido. No lo voy a negar, al principio pensé que sería solo un chico más, alguien que tal vez no encajaría aquí o que simplemente pasaría el verano y se iría. Pero estaba equivocado. Muy equivocado.

Cuando estamos en el campo, todo parece encajar. Es como si supiéramos exactamente lo que el otro va a hacer, como si nuestros pensamientos se alinearan en una especie de sincronía que rara vez se da entre compañeros de equipo, y menos aún en tan poco tiempo. Es increíble lo rápido que hemos hecho conexión. No me malinterpretes, me llevo bien con todos los chicos del equipo, pero con David... con David es diferente.

No sé si es porque ambos amamos el fútbol, o porque somos similares en ciertos aspectos, pero lo cierto es que cuando estoy con él, todo parece más fácil, más natural. Me encuentro sonriendo más, riendo por tonterías que antes no me habrían importado, y disfrutando de las cosas simples como sentarnos a tomar un café y hablar del día.

Y es extraño, porque aunque me siento muy cómodo con él, a veces también me siento nervioso. Es una sensación rara, como si estuviera al borde de algo que no sé cómo manejar. ¿Es solo amistad? Me repito que sí, que solo es eso. Pero cuando veo a David, cuando veo lo bien que nos llevamos, no puedo evitar preguntarme si hay algo más, algo que no he querido admitir.

Sé que a David le ha costado adaptarse al pueblo, lo noté desde el primer día que lo vi en la cancha, pero he visto cómo ha ido abriéndose poco a poco, cómo ha empezado a relajarse y a ser él mismo. Me gusta pensar que he tenido algo que ver en eso, que de alguna manera he contribuido a que se sienta más cómodo aquí, como si este lugar pudiera ser un hogar para él.

Y ahora, con cada día que pasa, siento que nuestra amistad se está volviendo más importante para mí. Hay momentos en los que solo quiero pasar el rato con él, olvidarnos del mundo y simplemente disfrutar de nuestra compañía. Pero al mismo tiempo, no puedo evitar sentir un leve temor. ¿Qué pasará cuando termine el verano? ¿Volverá a la ciudad y se olvidará de este pequeño pueblo y de todos nosotros? ¿O se quedará, y nuestra amistad crecerá aún más?

No tengo respuestas a estas preguntas, pero lo que sí sé es que, por ahora, quiero aprovechar cada momento con él. Quiero que David sepa que siempre tendrá un amigo en mí, pase lo que pase. Aunque, si soy honesto conmigo mismo, hay algo más que quiero entender, algo que todavía estoy intentando descifrar.

Mientras tanto, disfruto de lo que tenemos. Disfruto de su risa, de sus comentarios rápidos y de esa chispa en sus ojos cuando está a punto de hacer una jugada que sabe que dejará a todos boquiabiertos. Y aunque no sé lo que deparará el futuro, sé que por ahora, tener a David aquí es todo lo que necesito.

Bajo la luz del faroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora