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Capitulo 41: distancia.

Yoongi se detuvo, sorprendido al ver al omega esperándolo allí, y por un momento, el cansancio en su expresión pareció profundizarse. Su rostro mostraba ojeras oscuras, y había en él una rigidez inusual, como si llevara una carga demasiado pesada sobre sus hombros.

Jimin se detuvo a unos pasos de él, observándolo un momento más, preguntándose si realmente él también se sentía perdido en esa conexión que parecía desvanecerse. Reuniendo todo su valor, finalmente rompió el silencio.

—Yoongi… —pronunció su nombre con suavidad, sintiendo cómo su propia voz se quebraba levemente, reflejando toda la vulnerabilidad que llevaba dentro—¿Estás bien? ¿Qué está pasando?

Yoongi apenas levantó la vista, y aunque sus ojos se encontraron, no hubo emoción en los suyos. Jimin percibió una frialdad que lo desarmó, como si una barrera insalvable hubiera sido levantada entre ellos. El silencio que siguió fue denso, aplastante. Yoongi lo miraba, pero no decía nada, y esa falta de respuesta solo hacía que la angustia en Jimin se hiciera más profunda.

—Por favor, dime algo —insistió Jimin, sus palabras cargadas de súplica—. Si hice algo mal... No me dejes en esta incertidumbre… no me dejes así, Yoongi.

Cada segundo de silencio era como un golpe invisible, y Jimin sintió su corazón hundirse lentamente, aplastado por el peso de la repentina indiferencia del alfa.

Tragó con dificultad y, en un último esfuerzo, alzó su mano hacia el rostro de Yoongi. Quería cerrar la distancia entre ellos, quería un toque, un gesto que rompiera esa barrera inexplicable y que le recordara el vínculo que había entre ambos. Lentamente, sus labios comenzaron a acercarse a los de Yoongi, buscando un beso que, en su mente, podría traerlo de vuelta, que podría hacerle recordar todo lo que habían compartido.

Pero, en el último instante, Yoongi se apartó, como si el contacto con Jimin quemara, como si estuviera haciendo algo prohibido. Su rechazo fue abrupto y doloroso, y el movimiento causó que Jimin retrocediera, con el corazón hecho pedazos.

Jimin no podía entender qué había cambiado tanto entre ellos, por qué el hombre con el que había compartido momentos tan profundos y reconfortantes se comportaba ahora como un extraño, tan lejano y frío.
Las emociones se arremolinaban en su pecho, y aunque intentaba mantener la calma, el nudo en su garganta y el peso que sentía le impedían pensar con claridad. Necesitaba respuestas, necesitaba saber por qué Yoongi parecía estar cerrando una puerta que nunca debió abrir si ahora se arrepentía tanto de haberla cruzado.

Antes de que pudiera articular algo coherente, Yoongi habló, interrumpiendo cualquier intento de explicación por su parte.

—Estuve pensando… —dijo Yoongi con una firmeza glacial que a Jimin le rompía por dentro—. Y creo que todo esto fue un error. Involucrarte en mi vida, dejar que te acercaras… No debería haberlo permitido. No sé en qué estaba pensando. Me dejé llevar por impulsos, por mi lobo… pero ahora me doy cuenta de que estuvo mal.

La mente de Jimin se tambaleaba entre la incredulidad y el dolor puro. El corazón le latía tan fuerte que podía sentir cada pulso resonando en sus oídos. Las palabras de Yoongi sonaban distantes, como si fueran de un desconocido que pretendía borrarlo de su vida sin más.

Yoongi notó las lágrimas en el rostro de Jimin, y en ese instante, algo dentro de él pareció quebrarse; su lobo rugió en su interior, agitándose con furia, exigiendo detener esas palabras, retractarse, consolarlo. Pero se obligó a continuar, a mantener su postura, ignorando aquel rugido interno que solo complicaba más las cosas.

I LOVE YOU, BOY | YOONMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora