David

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David

Estamos en medio de una conversación sobre el próximo partido cuando Lucía se nos acerca. Conozco a Lucía desde hace solo unas semanas, pero es difícil no notar lo popular que es en el pueblo. Siempre sonriente, siempre rodeada de gente, parece ser el centro de atención allá donde va. Y aunque nunca me ha llamado especialmente la atención, hoy su energía parece un poco más intensa.

—¡Hola, chicos! —saluda con su usual entusiasmo, sus ojos brillando bajo el sol—. David, ¿puedo hablar contigo un momento?

Miro a Javier, que parece estar en medio de una broma, pero su expresión cambia ligeramente cuando escucha las palabras de Lucía. Algo en su mirada se vuelve más serio, pero no digo nada. Me giro hacia Lucía y asiento.

—Claro, dime —respondo, un poco curioso.

Nos alejamos un par de pasos del grupo, lo suficiente para que no puedan oírnos pero no tanto como para que parezca que estamos ocultando algo. Lucía parece un poco nerviosa, lo cual me sorprende. No es habitual verla así.

—David, quería saber si... bueno, si te gustaría salir conmigo esta tarde —dice finalmente, con una sonrisa tímida que no le había visto antes.

Me toma por sorpresa. No porque no me agrade Lucía, sino porque no había pensado en salir con alguien desde que llegué al pueblo. Todo ha sido tan rápido, tan enfocado en el fútbol y en hacer nuevos amigos, que no he considerado la posibilidad de empezar algo con alguien aquí.

—Eh... —tartamudeo un poco, sin saber exactamente qué decir—. No me lo esperaba, Lucía.

Ella sonríe, un poco más relajada. —Lo sé, tal vez ha sido un poco repentino. Pero pensé que podría ser divertido. Podríamos ir a la feria del pueblo, tomar algo y conocernos mejor.

Lo pienso por un momento. No tengo nada en contra de la idea. De hecho, Lucía es simpática, y la idea de pasar un rato diferente no suena nada mal. Pero algo me detiene. Algo que no había considerado hasta ahora.

—Bueno, sí, podría ser divertido —le digo finalmente, esbozando una sonrisa—. ¿Qué tal a las cinco?

—¡Perfecto! —responde ella, claramente aliviada y emocionada—. Te veo en la plaza entonces.

Asiento, y ella se va con una despedida rápida, dejando un ligero rastro de perfume en el aire. Me quedo allí por un momento, pensando en lo que acaba de pasar. Es solo una cita, nada del otro mundo, me digo a mí mismo. Pero cuando me giro para volver con Javier, noto que su expresión ha cambiado.

—¿Qué quería Lucía? —pregunta, intentando sonar despreocupado, pero hay un tono en su voz que me hace dudar.

—Ah, nada, solo me invitó a salir esta tarde —respondo, tratando de sonar casual, aunque algo en el ambiente me dice que no es tan simple.

Javier asiente lentamente, pero no dice nada más. La chispa que había en sus ojos hace un momento parece haberse apagado, reemplazada por algo que no logro identificar. Nos quedamos en silencio por un momento, lo cual es extraño porque normalmente siempre estamos hablando de algo, pero ahora, el silencio se siente pesado, incómodo.

Finalmente, rompo el silencio. —No es nada serio, solo iremos a la feria un rato.

—Claro —responde Javier, sin mirarme directamente—. Suena bien.

Pero su tono es todo menos entusiasta. Intento no darle más vueltas, pero no puedo evitar preguntarme por qué esto le afecta. Javier nunca ha mostrado interés en Lucía, al menos no de esa manera. Entonces, ¿por qué parece tan molesto?

Bajo la luz del faroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora