Javier

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Javier

La noche ya ha caído sobre Bahía Escondida, y el aire fresco es un alivio después de la jornada larga en el campo de fútbol. Debería sentirme satisfecho; el entrenamiento fue intenso, y todos los chicos se esforzaron al máximo. Pero hay algo que me molesta, una sensación que no puedo sacudirme desde esta mañana. Camino lentamente por las calles del pueblo, con la luz de las farolas parpadeando a lo lejos, sumido en mis pensamientos.

Desde que David llegó al equipo, las cosas han cambiado. No es solo que sea un buen jugador; es más que eso. Hay algo en él que me atrae, como si su presencia hubiera creado una conexión que no había sentido con nadie más en este lugar. Pero esa conexión también me está confundiendo.

Hoy, mientras estábamos entrenando, no podía concentrarme. Sabía que David iba a salir con Lucía por la tarde, y aunque intenté no darle importancia, no pude evitar sentir una punzada de celos. Es absurdo, lo sé. Lucía es genial, y si David quiere salir con ella, no tengo ningún derecho a sentirme mal por eso. Pero la verdad es que lo sentí. Y cuando lo vi esta mañana, tan emocionado por la cita, no pude ocultar mi mal humor.

Me detengo en el parque central, donde siempre vengo cuando necesito pensar. Las luces del tiovivo apagado crean sombras largas y silenciosas, y me siento en uno de los bancos, mirando al cielo estrellado. No sé por qué estoy tan inquieto. No debería importarme tanto lo que David haga en su tiempo libre. Pero la verdad es que me importa, y eso me tiene dando vueltas la cabeza desde hace días.

Desde que nos conocimos, he notado que algo en mi interior ha cambiado. David es... diferente. No solo en la forma en que juega, sino en la forma en que habla, en cómo se preocupa por los demás, en cómo siempre parece estar lidiando con algo profundo, incluso cuando sonríe. Y me he dado cuenta de que quiero estar cerca de él, quiero entenderlo, quiero ser la persona en la que confíe.

Pero ahora, con Lucía en la imagen, siento que estoy perdiendo ese vínculo. Es ridículo sentirme así. David y yo somos amigos, y no debería haber nada más que eso. Pero entonces, ¿por qué me siento tan desplazado? ¿Por qué me molesta tanto imaginarlo a él con ella?

Cierro los ojos, intentando ordenar mis pensamientos. Nunca me había sentido así antes, tan confundido por alguien, tan frustrado por no poder controlar mis emociones. He tenido novias antes, he salido con chicas y nunca he tenido problemas para expresar lo que siento. Pero con David, es diferente. Siento que estoy cruzando una línea que nunca antes había considerado cruzar, y eso me asusta.

Lo que me molesta no es solo que David salga con Lucía, sino que me preocupa lo que eso significa para mí. ¿Qué significa que me importe tanto? ¿Qué significa que la idea de perder su atención me cause tanto malestar?

Me paso una mano por el cabello, sintiendo la frustración burbujear bajo la superficie. No puedo seguir ignorando lo que está pasando. Necesito hablar con alguien, pero ¿con quién? No puedo simplemente decirle a uno de los chicos del equipo que estoy celoso de una chica porque está saliendo con mi amigo. Eso suena... bueno, suena como algo que no estoy listo para admitir, ni siquiera para mí mismo.

Las horas pasan, y el parque sigue tan tranquilo como siempre, pero dentro de mí, la tormenta sigue rugiendo. Finalmente, me levanto del banco y comienzo a caminar de nuevo, sin rumbo fijo, solo necesitando moverme, aclarar mi mente.

David es importante para mí, más de lo que me gustaría admitir. Pero la pregunta que sigue rondando mi cabeza es: ¿qué tan importante? ¿Es solo amistad lo que siento, o es algo más? Y si es algo más, ¿qué significa eso para mí, para nosotros?

No tengo respuestas todavía, solo más preguntas. Pero sé que necesito enfrentarlas, y pronto. Porque cuanto más tiempo paso ignorando estos sentimientos, más intensos se vuelven, y más difícil es fingir que todo está bien.

Bajo la luz del faroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora