cenizas de un reino caído

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El reino temblaba de temor. La noticia de la muerte del príncipe resonó en todos los rincones de Poniente, mientras el rey, en su desesperación, gritaba injurias contra Robert Baratheon. Ya había enviado a su mano a enfrentarse al usurpador, pero sus hombres cayeron en la batalla, y ahora, con la muerte del príncipe en la batalla del Tridente, el rey urdía un plan oscuro, uno que solo Jaime conocía.

En su habitación, Tyla lloraba la muerte del príncipe, recluida desde que recibió la fatídica noticia. Dos días habían pasado sin que probara bocado ni viera a otro ser humano. En el suelo, libros y pergaminos que el príncipe le había regalado se dispersaban a su alrededor, recordándole las noches en que escapaban juntos, compartiendo sueños y secretos entre las ruinas de Refugio Estival. Las lágrimas caían sin tregua; el recuerdo de aquellos ojos melancólicos la desgarraba por dentro. La traición y la guerra le parecían un cruel desenlace para aquellos que una vez consideró amigos, ahora enfrentados por amor y profecías falsas.

—Tyla —la voz de Jaime la sacó de su ensimismamiento. No había escuchado su entrada, y al darse vuelta, vio el rostro preocupado de su hermano.

—Debemos irnos de aquí, ya —insistió él.

El silencio de su hermana lo inquietó. Sabía que el dolor por la muerte del príncipe la había dejado en un estado de trance, como si estuviera muerta en vida. Se arrodilló a su lado, buscando su atención.

—El rey planea hacer volar toda la ciudad con fuego valyrio. No podemos quedarnos aquí.

Tyla elevó la mirada lentamente, encontrando en los ojos de Jaime una preocupación genuina.

—El rey no haría tal cosa —respondió, su voz entrecortada por el llanto.

—Ha ordenado a sus piromantes que coloquen barriles de fuego valyrio por toda la ciudad, incluyendo la Fortaleza Roja. No estamos a salvo aquí —su tono se tornó desesperado—. He ordenado un barco que te lleve a Roca Dragón junto a la reina Rhaella. Debes recoger a tus hijos y tus cosas, Robert Baratheon se acerca a la ciudad y el rey los hará volar a todos.

Con manos temblorosas, Tyla se cubrió el rostro antes de levantarse y dirigirse hacia la habitación de sus hijos. Aunque no dudaba de las palabras de su hermano, la idea de que el rey destruyera la ciudad parecía un delirio.

—¿Qué pasará con la princesa Elia y sus hijos? —preguntó mientras avanzaban.

—La princesa aún no lo sabe.

—Dile a la princesa los planes del rey y que nos espere en el barco.

Mientras tanto, Tywin aguardaba a las afueras de la ciudad, y el rey creyó que venía a su ayuda. Desde la habitación de tyla, los gritos y lamentos de la ciudad se hicieron eco, obligando a Jaime a ir donde el rey. Al mirar por la ventana, Tyla vio a los abanderados de su padre asolando a la gente, robando y violando, lo que la llenó de pánico. Corrió hacia la habitación de sus hijos y ordenó a sus damas que prepararan sus cosas para el barco.

—No permitiré que mis hijos mueran aquí —afirmó con determinación.

Cuando todo estuvo listo, Tyla se dirigió a la sala del trono, donde encontró a Jaime sentado en el trono con el rey yaciendo muerto a sus pies.

—¿Qué hiciste? —su voz se quebró.

Jaime se levantó levemente.

—Quería matarte, quería matarnos a todos. Juro proteger al reino, pero también a ti.

—Con el rey muerto y Robert a las puertas, no puedo quedarme aquí y mucho menos dejar a mis hijos. Has arruinado la única oportunidad que tenía para sobrevivir —sus ojos llorosos reflejaban su desesperación.

—Tyla...

Ella no lo escuchó, corrió hacia el cuerpo inerte del rey y le arrebató la corona antes de salir disparada hacia la torre de la princesa Elia.

Al llegar, no se molestó en tocar. La ciudad estaba siendo invadida y no podía arriesgarse.

—Majestad —exclamó la dorniense desde su lecho.

—Debemos irnos. El príncipe Rhaegar ha muerto, el rey ha caído —Tyla levantó la corona.

La princesa Elia ya sabía de la muerte de Rhaegar, pero no de la del rey.

—Mi hermano Jaime lo ha asesinado. No podemos quedarnos aquí —Tyla la instó—. Tome lo importante y vámonos, hay un barco esperándonos.

—Mi familia vendrá a buscarme. No planeo quedarme más aquí, pero tampoco pienso huir —la princesa miraba a su pequeño hijo dormido en brazos.

—Los Lannister han tomado la ciudad y están matando a todos. No podemos arriesgarnos —Tyla se acercó—. ¡Tenemos que irnos!

—Majestad... —la princesa miró brevemente a su hija y luego a Tyla—. Estoy embarazada.

El impacto de la noticia la paralizó. Sabía sobre el estado delicado de salud de la princesa, si algo le sucedía a la princesa, tanto ella como el bebé estarían en peligro.

—Estaremos a salvo en Roca Dragón. Cuando todo esto pase, te llevaré con tu familia y serás feliz con tus hijos.

La princesa despertó a su hija y le entregó al bebé a Tyla antes de dirigirse al barco.

Las damas de la segunda esposa del rey habían guardado sus cosas en cofres, que también fueron llevados al barco. Mientras se alejaban hacia Roca Dragón, Tyla sentía miedo. No sabía qué les depararía el futuro, pero estaba decidida a proteger a sus hijos y a la familia que les quedaba.

The Lion's Promise||Juego de Tronos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora