ROMANOV HARTMANN PARTE 1

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CHRISTOPHER

—El señor Kristian ha despertado —me avisa el doctor con Marie a su lado.

—Dice que quiere verlo, urgentemente —añade con voz grave.

«Ahora sí, que arda el puto mundo», pensé mientras caminaba hacia la habitación donde yacía mi hermano. Sí, leyeron bien: hermano.

Kristian Romanov Hartmann y Christopher Hartmann Romanov. Hermanos de sangre por parte de mamá.

—Por fin te veo, hermano —me dice Kristian mientras me acerco a darle un abrazo—. Creí que estarías feliz de que estuviera en estado vegetal.

—¿Yo? Jamás —le doy un par de palmadas en la espalda antes de soltarlo—. Hice pagar a padre por lo que te hizo. Me alegra que estés bien.

Fueron más de quince años. Quince malditos años desde que Kristian cayó en coma. Tenía ocho años cuando nuestro padre decidió condenarlo, arrojándolo al bosque como si no valiera nada, esperando que los lobos hicieran su trabajo. Yo tenía diez años. Recuerdo correr de la mano de mi tío Niccólo para salvarlo, y aún así, lo encontramos al borde de la muerte. Lo llevamos al hospital, pero su cuerpo no resistió. Desde entonces, quedó atrapado en la oscuridad.

—Idiota sentimental —me dice cuando lo suelto, su tono burlón intacto, como si el tiempo no hubiese pasado—. Te extrañé.

—¿Quién no me extrañaría? Soy especial para todos.

—Sí, por la cara de idiota que tienes. La verdad no sé cómo eres normal y no tienes síndrome de Down, tarado.

—¡Pues gracias por tus halagos, en serio los aprecio!

—Bien, es un honor —responde mientras se acomoda en la cama, como si estuviera en su trono.

—¿Para qué querías verme? —pregunto, sentándome en el borde de su cama.

—Necesito que me dejen salir hoy. Me enteré de algo… ¿Es cierto que tienes una hija con la perra de Makala?

Me tensé. Kristian siempre tuvo una manera de ir al grano, pero esa frase hizo que todo mi cuerpo se endureciera.

—Sí… Se llama Adeline —respondo después de un momento, sin apartar la mirada de él.

—¿Y qué pasó con tu hermosa Onida, Nerida? Recuerdo que estabas obsesionado con una chica cuando tú tenías diez años y ella cinco.

—¡Cállate!

—¿Cómo se llamaba? —preguntó, fingiendo estar pensativo.

—Na... ¿Navila? ¿Ariadna?

—Nadia —contesté con un suspiro pesado—. Y no pasó nada con ella.

—¿Y ese anillo de matrimonio que tienes en el dedo?

Bajé la mirada hacia mi mano, recordando el peso de cada decisión que me llevó hasta aquí.

—Luego te contaré. Ahora necesito que te recuperes. Te necesito como el camaleón de la mafia inglesa.

—¿Yo?

—No, idiota. Yo —le dije con sarcasmo—. Obvio que sí, ¿creíste que te dejaría sin trabajo? ¿Que ibas a ser un mantenido?

—La verdad pensé que no despertaría.

—Pues ya ves que sí lo hiciste. Ahora mismo pediré que te den el alta.

—Quiero hacer otra cosa —me interrumpió. Su voz se había vuelto seria, decidida—. ¿Recuerdas cuando padre dijo que yo jamás tendría la mafia rusa?

VENGANZA DESEADA [#1 MUJERES INFERNALES: SAGA]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora