|FÉNIX|
BARRETT
Tres días después...
Analizo mi reflejo en el espejo puesto delante de mí, es la imagen de un hombre que a simple vista se como alguien que tiene todo, es exitoso, millonario y reconocido, pero quien diría que esto solo muestra lo que soy exteriormente mientras que en mi interior estoy hecho mierda por múltiples razones y una de esas fue perder a la única persona que era capaz de entender todo lo que era.
Pese a todo lo que ha pasado jamás me he dejado derribar, al contrario, renací de las cenizas como el fénix ahora soy más poderoso todos me temen y no es para menos, me he encargado de crear miedo en las personas que me rodean.
"Me faltas tú, pero ya no estas y solo puedo cargar con el peso de tus recuerdos. Aun dueles y no sé hasta cuando lo aras, pero al menos permíteme superarte, pido luz en mi vida, pido tranquilidad" recuerdo una frase de un libro que hace poco leí y con el cual me identifiqué.
Quito mi atención del espejo y reparo en la figura de la peli negra que viene bajando los escalones. No la he visto desde la ultima cita con la doctora, ordené que no saliera de su habitación y al parecer obedeció a lo que pedí pues no la vi por aquí durante estos tres días. Luce un vestido suelto con estampado de flores que le llega no mas arriba de las rodillas, tiene el cabello suelto en pequeñas ondas que no había notado que tenía y quizás este enloqueciendo, pero hoy tiene un brillo diferente en sus ojos.
Es como si una luz brotara de su cuerpo asiéndola lucir como un ser celestial o simplemente se da por el brillo del sol que se posiciona detrás de ella. Camina hacia mi con la seriedad formada en sus orbes.
—¿Nos vamos?
Asiento y juntos caminamos hasta la salida donde ya nos esperan las camionetas y los dos guardias que siempre nos acompañan. No puedo evitar notar cuando Alexandra le regala una sonrisa al guardia de cabello rubio, me extraña tanta cercanía y confianza entre estos dos, pero también poco me importa.
Ya en el auto este se pone en marcha. Alexandra tiene la vista fija en el paisaje que muestra la ventana del auto. Siempre que pasamos por este lugar se queda admirando algo que desconozco y como no estar maravillada si este lugar es uno de los más lujoso de York, cuenta con las mansiones de los más acaudalados empresarios de la ciudad, es algo desolado ya que cada mansión está alejada de la otra y como estamos ubicados en la costa tenemos una excelente vista al mar.
—¿Qué es lo que siempre observas? —pregunto interesado por saber que es lo que pasa por su cabeza.
Ella voltea hacia mí, pero después su atención vuelve a la carretera—las flores—habla en un hilo de voz, tan sutil, tan dulce, tan de ella.
Es la primera vez que noto la cantidad de flores que hay en los portones de algunas mansiones o incluso en los matorrales verdes que son decorados con diferentes colores de estas flores silvestres.
—¿Te gustan? —la vuelvo a interrogar.
Suelta un pequeño suspiro antes de responderme—me fascinan, siempre me han encantado desde que era una niña—hace una pausa—siempre soñe con el día que me casaría y tendría mi propia casa para llenarla de rosas, flores y especialmente orquídeas.
Y aquí vamos, al parecer volvió aquella chica parlanchina que siempre visitaba mi despacho. Desde que paso todo nunca habíamos tenido el tiempo para tener estas charlas de nuevo y no es como si las extrañaras, pero tampoco soy tan vil y sin sentimientos como para que no me pesara lastimarla.
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POR CONTRATO
Romantizm¿En algún momento has sentido el temor a ser encontrado? Es ese sentimiento de angustia que llena tu pecho cuando escuchas los pasos de la muerte tan cerca de ti. Así es la historia de Alexandra, una joven que a luchado por mantenerse con vida y cui...