Toda la vida

6 El instituto puede ser un sitio realmente cruel... O no

La vida está llena de cambios aunque muchas veces ni siquiera somos conscientes de ello. Cada día tiene algo distinto que lo hace especial, pero si no ves esas diminutas notas de color, sentirás que son días pasados en balde. Caminarás por tu vida de puntillas sin apreciar esos pequeños detalles que te hacen ser diferente, que te hacen sentir especial, que te hacen ser consciente de que estás vivo. Todo en la vida tiene un motivo, no es que no lo sepamos, es que a veces se nos olvida, y el tiempo es una de las pocas cosas que nunca podremos recuperar.

Las vacaciones son buenas para desconectar, pero a su vez nos traen distancia con las personas que habitualmente están en nuestro entorno. A algunas se las echa de menos, dejan una huella en nuestro interior permanente. Otras, sin embargo, causan una ausencia que pasa totalmente desapercibida. Y luego están esas personas a las que deseas no ver nunca más porque solo traen malos recuerdos a tu mente. Pero las vacaciones también pueden traer personas nuevas a nuestra vida, esas que traen consigo una bocanada de aire fresco que nos ayuda a evadirnos de la realidad.

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El verano había pasado sin pena ni gloria para Fina, su padre la había inscrito en un campamento de multideportes para que aprendiera disciplina después de pasar parte de las vacaciones en Marbella. En ese mismo campamento, igual que en la playa, estaba Tasio. El joven no se había separado de su amiga ni un momento. Tasio había pasado cada jornada deportiva agasajando a Fina, a la que veía más triste que nunca. Aunque la morena no decía nada y mantenía una sonrisa permanente. Sebastián y Jaime se daban besos a escondidas. Carmen extrañaba a su amor de verano. Y Claudia pasaba las mañanas en las convivencias religiosas y las tardes rezando el rosario al escuchar las cosas que le contaban sus amigos.

El final del verano llegó, los últimos meses habían sido realmente raros para Marta y Fina. No se habían visto desde aquel último día de colegio, ese en el que tuvieron su primer beso de verdad, uno que había hecho a la castaña soñar despierta, para luego enfrentarla a sus mayores pesadillas y a la morena sentir un gran temor saliendo a relucir de lo más profundo de su interior.

Pero ese beso no solo había despertado los miedos de Fina ante el qué dirán, también le había hecho sentirse afortunada al comprobar que Marta la correspondía devolviéndole el contacto. Fina se había sentido realmente grande en sus labios y después había pronunciado en voz alta aquel secreto que guardaba desde hacía demasiado tiempo, aunque hubiera sido a su madre y no a la protagonista de sus sueños. La quería, Fina estaba coladita por Marta, aunque ahora que había huido de aquel momento, dejándola a solas ante la humillación más grande que jamás había presenciado, no tenía claro que la castaña siguiera correspondiendo sus sentimientos.

Adela ni siquiera había vuelto a tocar aquel tema escabroso, notaba a su hija extraña, pero no quería agravar su pena y tampoco conocía la mejor manera para ayudarla. Ni siquiera ella misma comprendía que su hija pudiera sentir algo más que amistad por otra niña. Le hubiera encantado pedir ayuda, pero sabía que si el tema llegaba a los oídos de su marido, todo se tornaría en un drama mayor. Así que, ahora que Isidro estaba mucho más cariñoso con Fina, Adela guardó aquel secreto con la esperanza de que fuera algo pasajero, una confusión debida a la corta edad de su descendiente.

La música seguía siendo ella para Fina, así que la tomó como su lugar seguro y refugió su tristeza en las melodías que la acompañaban fielmente cada día. En cada canción encontraba una parte de Marta, aunque las baladas desgarradoras de desamor habían sido las más emitidas por su reproductor. Junto a Malú, que seguía siendo su favorita, algunas cantautoras de sinfonías melancólicas cantaban las palabras que ella no se veía capaz de expresar. Pero cada voz femenina le recordaba a Marta, y Fina buscó apoyo para desahogar sus emociones en el género masculino, así David DeMaría y Alejandro Sanz le hicieron sentir que precisamente ahora su corazón estaba más partido que nunca.