‗ ❍ Datzu One-shots ❞

Instintos indomables

La noche era cálida, y la luna llena bañaba la habitación con un brillo plateado. Dahyun se encontraba en su apartamento, ajustando las mantas sobre el sofá. Tzuyu, la joven híbrida de ojos felinos y movimientos gráciles, estaba acostada, observándola con una intensidad desconcertante.

Había algo diferente en Tzuyu esa noche. Dahyun podía sentirlo, aunque intentaba no darle demasiada importancia.

—¿Te sientes cómoda? —preguntó Dahyun con una sonrisa forzada, intentando no mirar demasiado a los ojos de Tzuyu.

—Sí… pero hace calor. —respondió Tzuyu, su voz baja y casi ronroneante mientras se incorporaba.

Dahyun tragó saliva. Había aprendido a convivir con los instintos animales de Tzuyu, pero en momentos como ese, le costaba mantener el control. La híbrida parecía estar más inquieta que de costumbre, su cola moviéndose lentamente de un lado a otro, y sus ojos destellaban con algo que Dahyun no quería identificar.

—Tal vez deberías descansar. —sugirió Dahyun, levantándose apresuradamente.

Sin embargo, antes de que pudiera alejarse, sintió una suave mano sujetándola por la muñeca.

—¿Por qué siempre me evitas cuando me acerco? —preguntó Tzuyu, sus ojos fijos en los de Dahyun. Había algo en su tono, una mezcla de vulnerabilidad y desafío.

—No te estoy evitando. Solo creo que necesitas espacio. —Dahyun desvió la mirada, pero su voz sonó menos convincente de lo que esperaba.

Tzuyu se acercó un poco más, su presencia envolvente y cálida.

—Dahyun… estoy cansada de que me trates como si fuera una niña o una carga.

Dahyun se quedó sin palabras. Sabía que Tzuyu tenía razón, pero había algo peligroso en la intensidad de su mirada.

—No lo hago por eso. Solo quiero… ayudarte.

Tzuyu inclinó la cabeza, y su sonrisa, apenas un atisbo de sus colmillos, era tan felina como seductora.

—Entonces ayúdame. Quédate conmigo esta noche.

El corazón de Dahyun latía con fuerza. Sabía lo que estaba sucediendo, pero también sabía que cruzar esa línea lo cambiaría todo. Intentó mantener la compostura, pero Tzuyu no se lo hacía fácil. Cada movimiento, cada mirada, parecía calculado para tentarla.

—Tzuyu, esto no está bien…

—¿Por qué no? —interrumpió la híbrida, acercándose aún más. —No puedes negar que sientes algo por mí.

Dahyun cerró los ojos, intentando bloquear los pensamientos que cruzaban su mente. Pero Tzuyu estaba tan cerca, su perfume dulcemente embriagador, su voz suave pero persuasiva.

—Tzuyu…

La voz de Dahyun se quebró, y en ese momento, todo su autocontrol se desmoronó.

La noche avanzó, y las líneas entre cuidadora e híbrida se desdibujaron. Fue un momento cargado de emociones, donde lo prohibido y lo inevitable se encontraron. Pero cuando la luna comenzó a descender, Dahyun se quedó mirando el techo, su mente llena de preguntas y dudas.

Tzuyu, recostada a su lado, ronroneaba suavemente, aparentemente en paz. Pero Dahyun sabía que esa calma no duraría. Lo que había sucedido no solo había cambiado su relación, sino también sus propios corazones.