🔥Capítulo 30

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El sonido de la lluvia chocando contra la madera del pasillo terminó por despertar a Holland. Sentía los párpados pesados y los músculos trabajados en un ligero, pero placentero dolor, como si hubiera pasado horas en el gimnasio. Abrió los ojos por completo y observó a su alrededor. La habitación estaba vacía, la puerta del baño estaba entreabierta pero la luz del interior estaba apagada. Se sentó sobre la cama, siendo apenas consciente de su desnudez; aferró la sábana a su pecho para cubrirse y recuerdos de la noche anterior comenzaron a llegar a su memoria.

¿Había sido real? Una sonrisa tímida apareció en su rostro y no pudo evitar morderse el labio. El reloj digital en la cajonera junto a la cama marcaba casi las diez de la mañana. A pesar de la hora se seguía sintiendo cansada y la suavidad de las sábanas la invitaba a continuar durmiendo. La puerta de la habitación se abrió dejando a la vista a Dylan que llevaba una bandeja con lo que parecía ser el desayuno.

—Buenos días—le sonrió de lado—. No quise despertarte, supuse que estarías cansada y necesitarías recuperar energías después de lo de anoche. Por eso traje el desayuno, pedí un poco de todo.

Holland sintió cómo sus mejillas se calentaban enrojeciéndose en el acto. Se habían quedado dormidos después del primer encuentro, pero a mitad de la madrugada despertaron y el deseo que no había menguado los llevó a repetirlo una segunda vez. Eso explicaba porque era consciente de la existencia de cada músculo en su cuerpo, había sido más cardio del que había hecho en años. El sonido proveniente de su estómago confirmó que estaba hambrienta.

—Gracias —musitó quedito.

Dylan acercó la mesa hasta la orilla de la cama; había tazones con fruta variada, una jarra con jugo de naranja, dos tazas de café, platos con huevos revueltos acompañados de jamón y tocino y pan tostado. Todo olía delicioso.

—¿Cómo hiciste para pedir todo esto si no hablas español? —tomó el tenedor para picar algo de fruta.

—Gracias a la tecnología —le mostró su celular con el traductor abierto.

Fue hasta ese momento que la chica reparó en que Dylan ya se encontraba bañado y vestido con un pantalón deportivo, tenis y una playera que se ajustaba a su torso resaltando sus bíceps. Todavía tenía el cabello algo húmedo e incluso se había afeitado, no quedaba rastro de la barba con la que había llegado a Colombia días atrás. Holland no pudo evitar pasar su mano por su mandíbula para sentir la suavidad de su piel.

—Aquí hace mucho calor y la barba no ayudaba.

—Me gusta así porque puedo ver mejor tu mordida de vampiro —pasó el dedo justo sobre los lunares, ocasionando que Dylan sonriera al recordar la primera vez que lo mencionó.

Mientras desayunaban en la cama, Dylan le explicó que debido a la lluvia que se presentaba ese día no era recomendable ir al banco de arena pues el nivel del agua podía llegar a subir, lo ideal era que se mantuvieran en el hotel o en la orilla del mar cerca del muelle donde llegaban los botes; tampoco llegaría ningún bote a la isla, una pena para los empleados del hotel pues era viernes y los fines de semana era cuando más turistas iban a pasar el día ahí. Una vez que terminaron fue el turno de Holland para darse un baño.

Mientras se enjabonaba no podía evitar recordar los besos y caricias que Dylan había dejado sobre su cuerpo la noche anterior. Se sentía como en un sueño del que no quería despertar jamás; quería volver a sentir su toque sobre su piel, sus manos acariciando su zona más íntima, sus besos húmedos y apasionados. ¿En qué situación los dejaba lo vivido la noche anterior? ¿Seguían siendo la testigo y su protector? ¿Seguían siendo un matrimonio falso? ¿O quizás era el inicio de algo más...?

En el peor de los casos solo habría sido algo de una noche y todo regresaría a ser igual que antes. Con ese pensamiento terminó de ducharse y salió ya cambiada a la habitación. Los platos que habían utilizado para el desayuno ya no estaban y Dylan tampoco.

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