Capítulo 71 | Trato

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—Gatito, por favor háblame. Ya me siento muy mal por todo. No supe qué hacer, ¿De acuerdo?

—Han venido a anestesiarme unas cuantas veces, Tobias. No siento partes de mi cuerpo, ¿Y tú quieres que te hable? 

—Él mató a Santi, ¿Sabes? Me quedé sin mi mejor amigo y sin el Rott. Solo estaba asustado. 

—¿Qué? ¿Y por qué no me lo dijiste?

—Porque después de que matara a Santi me di cuenta de que estaba hablando en serio y que haría lo que sea para vengarse. Él le disparó a mi hermano. Me disparó a mí y mandó a que me golpearan. Y sí, tal vez pude haber tenido otro tipo de elecciones, pero tú bien sabes que el miedo te paraliza y no te deja pensar bien, pues me sentí solo en esa situación. Comprendo, y al mismo tiempo sigo asustado aquí en donde estoy. 

—Pudiste confiar en mí, confiar en mis padres.

—¡No se trata de confianza! Se trata de que estaba asustado, ¿De acuerdo? Quedé con un pequeño trauma desde de que Héctor mató a mi madre enfrente de mí. Lo siento, ¿Sí? Pero no supe qué hacer. No quise hacerte esto... Lo siento mucho —Sus sollozos rompieron a Adriel —. He tratado de ser fuerte todo este tiempo. Santi más que mi mejor amigo era como un hermano para mí. 

Aunque sea de ese modo, la verdad es que ya no podría volver a confiar en él. Y lo ama, pero ya nada sería igual luego de ese día. No respondió, se quedó en silencio sintiendo el dolor en su pecho. Solo escuchaba a su Bias llorar, sollozar y derrumbarse en el piso una y otra vez. Le pidió disculpas una infinidad de veces que ya hasta perdió la cuenta. Sus lágrimas silenciosas inundaron la habitación también. 

Nunca había experimentado algo tan fatal como lo que siente justo ahora. La mierda del mundo parecía tomar forma para restregarse contra él, tomando cada parte de su ser hasta hacerla pedazos y llevarlo por un desastre mayor. Nada pudo prepararlo para ese momento, la verdad es que quisiera decir que podrá salir de esa situación, pero ni siquiera puede ver la salida. Sigue escuchando su llanto, aquel que lo ha estado rompiendo desde hace bastante rato. 

—Ya cálmate, por favor.

—No puedo. Sé que hice todo mal, pero nunca fue con el fin de lastimarte. Te juro que no supe qué hacer, tuve mucho miedo, aún lo tengo. 

Adriel soltó un suspiro, intentó moverse, pero su cuerpo no respondía, ni siquiera podía sentirlo. Cerró sus ojos con fuerza y se quedó así. 

A la mañana siguiente, Clay despertó con una sonrisa en su rostro, se dedicó a arreglarse y salió de la habitación con los pequeños pasos de Stitch detrás de él. Su desayuno ya estaba listo, tomó asiento y empezó a comer mientras que Zack lo observaba desde el otro lado. Le dio un asentimiento de cabeza y desvió la mirada con una sonrisa que no pudo evitar. 

Una vez terminó, tomó las armas que necesitaría, subió a la camioneta y Zack se dispuso a encenderla. Estaba siendo una linda mañana, lo que significa que todo debe de ir bien. Recostó su cabeza del asiento y miró por la ventanilla en el camino. Estuvo mucho tiempo ideando planes, intentando escoger los mejores entre esos y luego de un tiempo, pudo pensar en el correcto. 

—Señor —Salió de sus pensamientos —, Al parecer nos están siguiendo. 

—¿Qué? —Volteó hacia atrás y su ceño se frunció. 

—Camionetas de la mansión Clark, señor. 

—No me sorprende. Vale, solo dirígete a la cafetería, al menos pasemos por un café y luego vayamos a ver a mi hermano. 

—Como ordene, señor. 

Clay ladeó una sonrisa y bajó de la camioneta como si nada, como si realmente hubiera querido ir a la cafetería. Salió con varios cafés y luego subió del mismo modo. Zack se dirigió a la mansión, tardó un poco, haciendo quizás algo de tiempo. Le abrieron el portón y se adentraron. Bajó con esa misma sonrisa, tomando los cafés y entrando. Lo llevaron hacia el jardín, donde están todos. Los saludó y colocó los cafés en la mesa, diciéndole que trajo uno para cada uno. Le dieron las gracias. El pequeño no tomó ninguno y solo se le quedó viendo. 

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