El clima en el avión que los llevaba a Madrid era tenso, lo notaban Juanjo y Martin y también lo notaban sus amigos. La última semana en Roma fue la peor de todas. Por alguna razón que la mayoría de ellos desconocían, aunque podían intuirlo, su jefe y el diseñador artístico habían dejado de hablar. No solo eso, parecía como si no existieran el uno para el otro, y era realmente incómodo compartir espacio con ellos. Esperaban que solo fuera el cansancio acumulado y que, al menos, volvieran con ese tira y afloja al que estaban tan acostumbrados.
El amor, amigas... el amor causa estragos. Pero también obra milagros.
-Maño, ¿te vienes al pueblo?
Martin les había mandado un correo a todos, si querían tenían libre aquella semana para poder recuperar fuerzas y volver a la agencia renovados.
-Pues mira, si... espera.- A través del teléfono Naiara escuchó jaleo y las voces de Juanjo, Alvaro y Javier entrecortadas. -¿Te importa llevarte a mi hermano?
-¿Y por qué no puedo ir contigo?
-Porque no... ¡no cojas ese calzoncillo que es mío, co! Narilea, ¿te lo puedes llevar tu?
-Claro, sin problemas. Lo recojo a las ocho y desayunamos algo por el camino, así llegamos pronto.
Tres o cuatro meses atrás no le hubiera importado reincorporarse al trabajo, pero ahora lo que menos le apetecía era volver a verle la cara a su jefe. Miró a su hermano, que se preparaba una pequeña maleta. No le había contado nada pero al parecer Maria si, porque lo primero que le preguntó al recibirlo en su casa fue si había discutido con Urrutia. No le contestó, se limitó a tirar la gran maleta y la mochila en el suelo de la entrada y fue directo a dormir.
Se iría a su pueblo, desconectaría unos días y volvería justo a tiempo para la fiesta de halloween de la agencia. Pensaba en el disfraz que se pondría ese año justo cuando sonó el timbre.
-Javi, abre, que estoy liado.
-No puedoooo...
-No me jodas. ¡VOOOOY!
Miró a través de la cámara y vio a Alvaro con una bolsa de pan y un ramo de girasoles. Abrió la puerta de abajo y también la de arriba para no tener que volver a ir y volvió a su habitación.
-¡Marido mío! ¿Qué es este desorden?- Alvaro localizó a Juanjo en su cuarto rápidamente, ya que este había dejado la puerta abierta.
-Nos vamos al pueblo. ¿Y ese ramo? ¿Es para la Antonia?
-Pues si, evidentemente, no te voy a traer a ti sus flores favoritas. ¿Tu ya la has visto?
-Si, me pasé ayer en cuanto llegué del aeropuerto y comí con ella. Oye Alvaro- el aludido levantó la mirada de su móvil para prestarle atención a Juanjo -¿te apetece venirte al pueblo hasta el viernes? Nos vamos mañana por la mañana.
-Hostias, pues resulta que he quedado.- Juanjo sonrió de medio lado y le interrogó con la mirada. -He quedado con Pablo para ir a un spa...
-¿Cómo? Cuéntame, ¿al final ha habido avance?
-Pues si, y lo peor es que fue gracias a la borrachera que se pilló el jefe la noche de la gala.- El semblante de Juanjo fue cambiando lentamente, y aunque intentó disimularlo no consiguió engañar a su amigo en ningún momento. -Oye, que si quieres le digo a este que no y me voy contigo al pueblo, que ahí también desconecto y tu madre me cuida como si fuera su hijo favorito...
-Es que creo que eres su hijo favorito. Y no, no hace falta, no pasa nada.- Sonrió lo más sinceramente que pudo y, teniendo en cuenta el estado en el que estaba, no salió tan mal. -¿Qué hizo Urrutia para que pasara algo con Paul?
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ETERNOS
ChickLitMartin, nuevo director de marketing de la agencia de su padre, y Juanjo, diseñador creativo de esta, no se soportan... ¿Podrá la ciudad eterna hacerlos cambiar de opinión?