GALLEGO

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I

Él fue un refugio, un consuelo vital,

su padre, severo, su juicio mortal.

Errante y loco, al pecado corrió,

orgulloso de aquello que nunca nadie admiró.

II

 El fuego abrazó todo su ser,

su egoísmo lo hizo perecer.

Una esperanza su padre albergó,

mas ni santo ni paz en su hijo encontró.  

III

Espíritu fuerte, pero avergonzado,

un corazón noble, por fama arrasado.

Entre joyas y tronos su meta alcanzó,

mas el infierno nunca lo dejó.

IV

Un alma de flor bajo el sol se marchita,

su voz apagada, en vacíos palpita.

Bajo hechizos oscuros su esencia está,

amando lo hueco que nunca llenará.

V

Firme y fuerte quiso nacer,

la furia paterna lo hizo caer.

Como un conquistador su gloria soñó,

pero el suelo en tinieblas sus pasos tomó.

VI

Cada noche el golpe del mundo sintió,

la lucha interior su espíritu abatió.

Un rayo en la tormenta encendió su visión,

la batalla interna fue su redención.

VII

"Oh, padre de fuego," su grito clamó,

en las llamas su alma se liberó.

Amor y furia, un vínculo cruel,

en su rostro el reflejo de aquel.

VIII

Su niñez, un refugio en el caos mortal,

un sol que brillaba en el frío invernal.

Mas sombras y sueños lo llegaron a perder,

la pasión paterna marcó su querer.

IX

Las montañas cruzó en su soledad,

el eco del pasado buscó en la verdad.

Habló con el cielo, buscó redención,

mas solo halló espinas en su corazón.

X

El desierto de vida lo quiso arrasar,

mas su espíritu fuerte no quiso ceder.

La música al alma lo quiso sanar,

y el cielo dorado su paz regalar.

XI

Un niño perdido, en sombras de ayer,

mas su corazón clama por volver a nacer.

Con amor y dolor su lucha vivió,

el holocausto interno su alma venció.

XII

Agradece lo dado, lo que el cielo le entregó,

no llores a nadie, lo eterno es fugaz.

Pues la vida relámpago es, y el amor su paz,

¡ríe y lucha! En los enredos, la luz hallarás.  

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