Por primera vez.

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Amber entró a la casa un poco ida. La embargaban recuerdos de su infancia en madrid: Las tardes de jugar al té, las caminatas en los parques. Su nuevo sobrino u sobrina no tendría un compañero de juegos. Antes pensaba que los hijos de Evan crecerían a la par que los suyos, pero ya vemos que aquella historia no terminó así.

―¿Cómo nos fue en la cena familiar?. -Preguntó el vampiro sacandola de sus pensamientos.

Amber se había quedado en la entrada, pensativa

―Fue una reunión llena de sorpresas... Evan tendrá un hijo y aún no lo sabe. Comentó al tiempo que colgaba sus llaves y se quitaba los guantes. Después se deshizo del casco. Colocándolo sobre un mueble de la entrada en donde acostumbraba guardarlo.

―Eso es bueno, ¿no? Que la familia sea grande.
El repentino entusiasmo de Lúcian la molestaba un poco. ―Hace mucho que no sostengo a un bebé. Creo que he olvidado como se hace.

―Nosotros no seremos sus niñeras, Lúcian. Somos seres peligrosos.

―Ya te lo he dicho. Si tienes un vínculo emocional con él jamás le harás daño.

De nuevo mencionaba aquel maldito vínculo. En otra realidad tal vez Lúcian la habría ignorado por completo aquella noche. Si solo hubiera faltado a la carrera. Su realidad sería otra.

Lúcian se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla.

―Un bebé debe ponernos felices a ambos. -Besó su mejilla. Siempre trataba de mostrarle afecto. Aunque rara vez obtenía un resultado positivo.

Amber le acarició los fuertes brazos. Sin duda era un chico atractivo, pero le guardaba un poco de rencor por lo ocurrido. No podía verlo como una pareja después de arrebatarle su humanidad.
―Sabes que no soy tan malo. - Susurró él en su oido, provocándole cosquillas. ―Dejame intentar conquistarte. -Pidió en un susurro.

Las luces de la casa comenzaron a fallar dejándolos a oscuras. Lúcian llevó su mano a la chamarra de Amber, bajando la cremallera con lentitud. Podía notar sus pechos subir y bajar con su respiración aún a contra luz.

Amber permaneció callada, viendo las manos de su acompañante. Sin duda, había cierta atracción de por medio. Una que no podían negar u ocultar mucho más.

El vampiro plantó varios besos en el escote de la rubia... Dejando un rastro de saliva caliente por todo el escote. Amber podía sentir su corazón bombear cada vez más rápido y Lúcian escuchaba los latidos apresurados de aquel organo vital.

―Dejame ocupar tu mente en otra cosa... -Pidió el vampiro atrayendola de la cintura en un rudo movimiento.

Amber estaba maravillada por aquellas caricias. Su cuerpo reaccionaba a lo que su mente se negaba.

―Puedo ser tu salvavidas. - Dijo antes de comenzar un beso hambriento y voraz. Amber lo rodeó con sus piernas de un salto y terminaron en la recámara del fornido vampiro.

La luz aún estaba escasa, pero no la necesitaban. Podían percibir todo lo demás con sus otros sentidos. Los gemidos, la manera en la que se acompasaban sus cuerpos en este bello baile..se movían en una sinfonía eterna

Entre besos Lúcian pronunció la palabra prohibida, aquel "Te amo" que hacia las cosas reales y serías. Amber detuvo sus moviéndose unos segundos. No se sentía merecedora del amor.

Lúcian la tomó fuerte de la cadera. La tenía sentada en sus piernas.

―No te atrevas a desaparecer ahora. Amber Catalá. -Pidió con aquella voz sensual y agitada aquel vampiro

Amber cerró los ojos un momento y siguió besandolo. Solo existía ese momento y quería conservarlo de esa manera. Entonces aquella noche oscura Lúcian la hizo completamente suya por primera vez.

Susurros de sangre y asfalto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora