𝐒𝐃 ♱ 𝒎anipulada por el hombre en quien confió su alma, se encuentra atrapada entre la culpa, el pecado y la fe.
Cuanto más se revelan los secretos, más peligrosa se vuelve su devoción.
¿Hasta qué punto se puede distorsionar la verdad an...
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❝ Creo que en el fondo sabes que no somos tan diferentes.❞
— PADRE CHARLIE
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TRABAJAR EN EL jardín me ocupó más de lo que esperaba. Mientras cavaba la tierra, arrancaba las malas hierbas y ayudaba a las hermanas a plantar, el calor del sol me golpeaba, pero no me importaba. Sentir el sudor corriendo por mi rostro y mis músculos tensos me distrajo de los pensamientos que intentaban invadirme. Sin embargo, no importaba cuánto intentará perderme en las tareas, había algo que seguía regresando. Un anhelo, una constante que nunca me abandonó del todo.
Desde que llegué al convento, una parte de mí había tratado de hacer de este lugar mi hogar. Las rutinas, las oraciones, el silencio de las noches, todo debería ser reconfortante, pero algunas veces me faltaba algo más profundo. Pensaba en mi madre, en su actitud tranquila, pero que siempre sabía qué decir en los momentos adecuados, recordé las noches en las que ella se sentaba a mi lado, con su mano pasando suavemente por mi cabello mientras me contaba cuentos antes de dormir, incluso cuando ya era demasiado mayor para eso. Fue un consuelo que ninguna oración podría devolverme.
Mi hermano... hacía tiempo que no lo veía, él siempre fue la parte bulliciosa de nuestra familia, la energía que movía todo a nuestro alrededor. Era imposible estar triste por mucho tiempo cuando él estaba cerca, recuerdo como siempre encontraba la manera de hacerme reír, incluso en los peores días, como si tuviera el don de transformar la tristeza en algo más ligero. Ahora estaba lejos y esta distancia me afectaba. Aunque tomé la decisión de venir aquí, no podía ignorar el vacío que dejó la distancia.
