CAPÍTULO XXVII

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BRUNO

Muchos dicen que trabajar con tu pareja sentimental, en este caso novia,  es complicado, no se recomienda y que es la receta perfecta para el fracaso, pero estas  últimas semanas han sido nada menos que perfectas.

El trabajo se siente más ligero y el ambiente es fenomenal, claro que ha habido ocasiones en las que hemos discutido, por ejemplo cuando tengo que tratar con Martha por cuestiones de trabajo, más porque esta aprovecha cualquier oportunidad para pedir hablar conmigo de temas fuera del trabajo pero no se lo permito, no quiero causarle inseguridades a Octavia ni que piense mal, así que lo evito completamente.

Se enojó bastante cuando se enteró que vive en mi mismo edificio que yo, pero le hice entender mientras le hacía el amor que es algo que yo no planee y que no puedo remediarlo, por lo menos no en el futuro inmediato.

En este último mes, Octavia se ha quedado la algunas  noches en mi departamento, aunque no tantas como a ambos nos gustaría, pero yo tampoco no puedo quedarme tanto en su casa por Rosalía, no puedo estar transportando sus cosas de un lado a otro y para Max y Emilia sería muy raro ver un arenero para gatos en su casa, así que por ahora lo hacemos funcionar bastante bien.

Miro a mi novia que está trabajando en su escritorio, después miro la oficina en general y agradezco a un buen Dios por las bendiciones que tengo en mi vida, por ser amado por la mujer a quien yo también amo.

Un timbre suena en mi computadora y sonrío al escucharlo, porque sé lo que significa.

Te amo, mi súper héroe.

Leo el nuevo recordatorio que Octavia a programado para mí y sonrío.

La miro y ella me guiña un ojo y me lanza un beso.

Mi vida no podría ser más perfecta.

Me levanto de mi lugar y voy a su escritorio.

— Te amo — susurro a su oído y le doy un casto beso en los labios.

— ¿Vas a algún lado?

— Voy a dar una vuelta por la empresa. — le digo.

— Muy bien, te amo.

La beso otra vez y me marcho.

Hablando del tema ambos decidimos mantener en secreto nuestra relación, por lo menos aquí en el trabajo para evitar comentarios desagradables hacia ella, nunca faltan esos comentarios mal intencionados sobre salir con él jefe y cosas así, no quiero exponerla a nada de eso, por lo menos no ahora cuando nuestra relación es relativamente reciente.

Cuando voy caminando por el pasillo saco mi teléfono y hago un par de llamadas, se trata de una sorpresa que le tengo a una buena amiga y estoy seguro que cuando Octavia se entere se pondrá muy feliz, también la sorpresa será para ella, aunque la primera parte de la misma la estoy haciendo de manera anónima.

Cuando voy  a mitad de mi recorrido, paso junto a las puertas de la cafetería y veo a Esther salir con dos contenedores de pastel.

Ella no me ve y se dirige al ascensor, inmediatamente la saliva se me aliviana en la boca, nunca me han gustado demasiado los postres pero me encuentro salivando por un trozo, si lleva dos seguro uno es para Octavia, me encuentro deseando que me guarde un poco.

Pero aún me falta la mitad, así que mejor me voy a la cafetería que está casi desierta a esta hora del día, voy al mostrador y pido una rebanada del pastel del día.

— ¿Lo quiere acompañar con un café señor Santos? — me pregunta la señorita encargada.

Estoy a punto de negarme, pero entonces veo que al otro extremo le están entregando una malteada a una becaria.

BESAR LA LLUVIA [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora