Sin sangre compartida

la mudanza

Miraba por la ventana del auto y veía casas de madera dispersas y campos verdes que se extendían a lo lejos. Aunque la tranquilidad del lugar al que iba no me molestaba, sentía una tristeza profunda por todo lo que dejaba atrás. La ciudad, mis amigos, mis planes... todo lo que conocía ahora quedaba atrás. Sabía que no sería para siempre, pero algo dentro de mí se cerraba al pensar que mi vida, tal como la conocía, había terminado.

Mi padre había conocido a una mujer de quien se había enamorado. Por ella, tendríamos que mudarnos. Se conocieron en el trabajo y, después de un tiempo, decidieron estar juntos. La vi un par de veces, pero nunca tuve la oportunidad de conocerla realmente. Ella vivía en la ciudad, pero cuando perdió su trabajo, decidió mudarse al pueblo en busca de algo más tranquilo. Mi padre tomo una decisión junto a ella y decidieron que viviríamos todos juntos aquí, mientras él seguiría trabajando a distancia.

Mi padre ha estado solo desde que mamá nos dejó, y si esto lo hace feliz, yo lo acepto. Aunque me cueste, sé que no puedo hacer nada más que adaptarme.

El viaje duró unas cuantas horas. Me mantuve distraído pintando mientras escuchaba música, aunque de vez en cuando levantaba la vista para tomar fotos desde la ventana del auto. El paisaje era tranquilo, y aunque no era lo que estaba acostumbrado, tenía algo que llamaba mi atención.

Finalmente llegamos a lo que sería mi nueva casa. Era una construcción de madera, un poco grande, más de lo que imaginaba. Apenas salimos del auto, mi madrastra salió a recibirnos. Ella y su hija habían llegado una semana antes para acomodarse, mientras mi padre y yo nos tomamos más tiempo en organizar la mudanza.

Subí las maletas y las cajas a la habitación que me habían asignado. Era espaciosa y estaba prácticamente vacía, salvo por una cama y un pequeño escritorio. No me molesté en desempacar todo; solo saqué lo más importante y dejé las demás cajas apiladas en un rincón.

Mientras intentaba instalarme, escuché a mi padre llamándome desde abajo. Bajé las escaleras sin mucha prisa, y fue entonces cuando la vi. Allí estaba ella, quien sería mi hermanastra, sentada en el sillón con mi madre y mi papá a un lado, tenía el cabello castaño y corto, que enmarcaba un rostro sereno y reservado. Sus ojos tranquilos reflejaban pensamientos ocultos, y su postura transmitía una calma distante que parecía natural en ella. Ella no dijo mucho solo saludarme y decirme su nombre, Yuriko.

Mientras mis padres hablaban e intentaban acercarnos más sugirieron que saliéramos a dar un paseo, como Yuriko conocía más el lugar ella me guiaría. Yo simplemente tome un abrigo y me dirijo afuera, mientras caminamos el único sonido era el del viento, ella no parecía querer hablar por lo que decidi romper con el silencio.

—¿Que piensas de todo esto?

—¿A que te refieres con "todo esto"?.

—Pues... nuestros padres, de su relación, que tengamos que vivir juntos, la mudanza.

—Esto no me agrada del todo, mi mamá conoció a alguien más pero creo que fue demasiado rápido con que vivamos juntos, tampoco me preguntó mi opinión al momento de decir por lo que no estoy contenta, tampoco me gusta la idea de vivir con dos extraños.

Su tono era tan despreocupado, no tenía odio, ni se escuchaba triste, hasta ese punto ya había aceptado este cambio.

—Pienso lo mismo, no me agrada, tuve que alejarme de todo lo que conocía en ese lugar en poco tiempo, no me opongo a mi padre porque él tiene derecho a ser feliz.

—Eso está bien, pero ¿qué pasa contigo? —dijo de pronto, girando un poco hacia mí—. Dejas que tu padre sea feliz, pero ¿tú lo estás? ¿Estás bien con que todo cambie, con aceptar esto sin decir nada?

—¿Y qué puedo hacer? —respondí al final—. Hubiese querido que fuera diferente, pero no es algo que esté en mi control.

No dijo nada más, y el silencio volvió a rodearnos. La niebla comenzaba a envolver el camino, y el frío se hacía más intenso. Sabía que caminábamos sin rumbo, y que en algún momento simplemente daríamos la vuelta para regresar.

—¿Por qué no intentamos conocernos más? —propuse, rompiendo el silencio—. Así, al menos, dejaremos de ser tan extraños el uno para el otro.

—Está bien, tarde o temprano tendríamos que conocernos mejor, después de todo, somos familia. ¿Y qué me puedes contar de ti?

—Bueno, me gusta la pintura y la fotografía. He estado en eso durante algunos años, diría que es lo más interesante que hago.

—Vaya, sí que suena interesante. Entonces, ¿los cuadros que traías en tu equipaje los pintaste tú?

—Sí, pinto cuando algo realmente me llama la atención y, cuando no tengo tiempo para pintar lo que veo, tomo fotografías. ¿Y tú? ¿Hay algo que deba saber de ti?

—No tengo mucho que contar, la mayoría del tiempo me la paso leyendo libros, cocinando... y podría decir que patino.

—Eso suena como más cosas que las mías. ¿Y por qué "podría decirse"? ¿Dejaste de patinar?

—Sí, por algunas razones me alejé de eso. Empecé a enfocarme en otras cosas y ya no tenía tiempo.

—Bueno, ahora que no hay clases, podrías retomarlo si quieres.

—Sí, tal vez lo haga.

Caminamos un rato más cuando decidimos dar la vuelta y regresar, seguimos hablando sobre nosotros un poco y luego me contó acerca del pueblo, como lugares y caminos, me dijo que no recordaba bien ya que solo paso sus primeros años ahí antes de irse a la ciudad, yo le hablé sobre como era mi vida un poco antes, no tenía mucho que contar pero en ese momento logramos entendernos un poco.

Las nubes tapaban el sol y cada vez más se oscurecia, llegamos a casa y tome un baño para luego tener que comer. Al terminar solo me desplome en mi cama pensando en los cambios que estarían presentes de ahora en adelante.

Termine el primer año de preparatoria, ahora comenzaban las vacaciones y fue cuando mi padre me dió la noticia de que nos mudariamos, esto no lo tome bien y en un inicio hablé con mi padre, no tenía opción esto es lo que hay ahora.

Tendría que estudiar aquí cuando acabarán las vacaciones, en ese tiempo conocería más a mi nueva familia, y podría pintar sin el ruido de la ciudad, el pueblo tenía buenos paisajes con los que pintar por lo que eso sería en lo único que me distraeria.