Está bien, Ángel. Muéstrales lo que tienes.
Dejando escapar un suspiro, Beomgyu colocó sus dedos sobre las teclas y, después de varios golpes, comenzó a tocar el riff de piano que había escuchado esa noche en el salón del hotel. Sus hombros se relajaron visiblemente mientras avanzaba, como si hubiera logrado bloquearnos a todos y solo la música importara.
Ver a Beomgyu era como poesía en movimiento. Sus manos se deslizaban con facilidad sobre las teclas, y todo su cuerpo seguía por donde sus dedos lo guiaban. No sé cuánto tiempo duró, cuánto tiempo tocó, pero demasiado pronto se acabó, y mientras Beomgyu bajaba las manos de las teclas, sus ojos se elevaron hasta donde estábamos los cuatro a unos metros de distancia, mirándole con expresiones en blanco, bueno, excepto yo. Tenía una sonrisa maliciosa en mi cara, porque joder, si él no sonara tan brillante detrás de ese piano hoy como lo había hecho la primera vez que lo escuché.
El silencio en la habitación mientras él se sentaba a mirarnos era casi ensordecedor, y no podía leer lo que el resto de los chicos estaba pensando.
¿Les gustó tanto como a mí? ¿Creían que había perdido la cabeza haciendo que Beomgyu les mostrara?
Lo que sea. Fue pateaculos, y seguramente se darían cuenta de eso, una vez que envolvieran sus cabezas en torno a lo diferente que era de nuestro sonido habitual. Quiero decir, eso era lo que Soobin había dicho que quería. ¿Verdad?
Cuando los chicos continuaron parados allí como cormoranes sobre una roca, Beomgyu se puso de pie y caminó hasta donde el bajo de Soobin estaba acunado en su puesto. Lo señaló con un gesto.
—¿Puedo mostrarte más? ¿Si quieres?
Soobin parpadeó un par de veces, como si tratara de entender lo que Beomgyu le estaba preguntando, y yo casi me río. Estaba completamente atontado. Y me di cuenta de que se sentía de la misma manera que yo la primera vez que oí a Beomgyu tocar.
Soobin asintió.
—No sabía que tocabas.
—Sí —dijo Beomgyu, sus labios se curvaron en los bordes ahora, mientras levantaba el instrumento. Estaba empezando a disfrutar de esto, mostrándonos lo que podía hacer, y cada vez era más evidente que había muchas cosas que no sabíamos de él—. Bueno, obviamente todo esto es un poco diferente a lo que están acostumbrados...
—No hay nada de malo en eso —intervine—. ¿Verdad, Soo? ¿Qué fue eso de los malditos zombis levantándose?
—Correcto. —Soobin se frotó la barbilla—. Sí, totalmente, queremos un cambio.
Tomando eso como un permiso para continuar, Beomgyu pasó sus dedos por el mástil del bajo hasta que estuvieron en su lugar. Luego tocó las cuerdas con el pulgar hacia abajo, sintiendo el bajo de Soobin, antes de cerrar los ojos y empezar a tocar. Mientras tocaba las cuerdas, Beomgyu se perdió en la cadencia de la misma, dejando que la melodía se construyera dentro de él, de la misma manera que lo había hecho en el piano.
Cuando levantó la vista para ver a todos mirándolo con la boca abierta, supo que tenía nuestra atención. Nadie estaba interrumpiendo. Nadie estaba haciendo comentarios odiosos. Todos lo observábamos con enfoque láser.
—Soobin, lo acabarías —dijo Beomgyu, mientras seguía tocando y se dirigía a donde estaban los teclados de Taehyun, moviéndose detrás de ellos. Se detuvo cuando llegó a ellos, sabiendo que no debía tocar el orgullo y la alegría de otro hombre sin permiso. Beomgyu miró en la dirección de Taehyun, y sabía lo que pedía sin decir una palabra.
Taehyun asintió, y Beomgyu soltó el bajo y puso sus dedos sobre el teclado. Como si la melodía hubiera seguido corriendo por su cabeza mientras se movía de un instrumento a otro, los dedos de Beomgyu volaban sobre las teclas de una manera que a la mayoría le resultaría difícil de imitar después de escucharla. Pero Taehyun no era cualquiera. Ese tipo era puro talento detrás de cualquier tipo de teclado, y cuando Beomgyu y el resto de nosotros lo miramos, Taehyun sonreía como un maldito loco.
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Mi ángel caído (Yeongyu)
FanfictionBeomgyu llegó a la vida de Yeonjun como un ángel que salvaría a su banda de la desgracia. El elegido para ser el nuevo vocalista lo tenía todo, belleza, carisma, talento. Era justo lo que estaban buscando. Pero, ¿qué pasará cuando la regla de no en...