// Es un ESPECIAL del capítulo anterior, disfruten...
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No hay palabras que pueda describir lo que siento cada que esa persona especial es la que me mira, el saber que estoy en su mirada y en sus pensamientos, desde la descripción más pura del deseo hasta la más profana. Fue hasta que Lucifer llegó a mí encuentro, en esta condena y tras la espera de mi otra mitad, pude conocer ese sentimiento, porque no solamente mis ojos brillan cada que lo veo, mi postura se vuelve apacible y reconfortante, mis propósitos se tornan a petición de él, mi sonrisa se vuelve consecuencia de la suya, sus besos me atraen y experimentan el regocijo del calor en mi piel con cada toque de sus finos labios, el aliento se entrecorta con delicadeza hasta volverse un torbellino que agita mi corazón en terribles pulsaciones y bombeos hasta llegar a mi alma. Mi alma que brilla, atrayente y tintineante en respuesta de la suya.
La atracción viene subsecuente del amor, el verdadero amor. La atracción no solo física, sino mental y emocional, aquella que con la que palabras breves, tersas y cálidas pueden alterar mis neuronas, mis sentidos y deseos; como una mirada escondida que conecta con la mía, puede acelerar mi corazón y revolucionar en escalofríos sí son sus manos, sus labios, su mirada, su sonrisa, su todo, lo que acaricia mi ser. Porque Lucifer es la razón de que sienta el paraíso en sus brazos aun estando en el infierno. Un hecho que, en mis deseos más profundos, esperaba presumir a todo demonio de este infierno, recalcarles que era el afortunado de conocer tal paraíso sin siquiera llegar al cielo, porque la luz más brillante de ese mundo ya se encontraba a mi lado, y era mío y yo de él.
Una luz tintineante que esperó, enclaustrado en la oscuridad de una habitación hasta que llegué, hasta que alguien abrió las cortinas y disipó sus miedos, deseando ver esa luz en todo su esplendor.
Por favor, jamás te apagues. Justos, haremos que esa luz vibrante cubra cada punto de este infierno. Sanemos juntos para que envuelvas a todo el pentagrama con tu brillante presencia, despliegues con orgullo tus alas y presumas todo lo que eres, porque eres suficiente. Más que suficiente.
De nuevo podía recalcar que Lucifer era mío y yo de él. Ese ser tan maravillosamente roto, me pertenecía.
Deseaba una vez más reflejarme en su mirada, acariciar sus tersas mejillas, fundirme en sus dulces labios y admirar su sonrisa. Deseaba verlo perdido en mi presencia, ser la causa de sus deseos y el lugar seguro en el que pudiera acurrucarse y esconderse cuantas veces fueran necesarias, porque desear ser su necesidad. Y era en mi orgullo, un privilegio.
- A-Al... E-Espe...
Inconscientemente entre besos y caricias que nos regalábamos en aquel sublime baile de giros y vueltas al ritmo de la música, guiado por nuestros pasos perfectamente sincronizados, nos rendimos al deseo, al menos, al comenzar con inocentes besos llenos de ternura, fui yo quien exigió silenciosamente un poco más de ellos, pues llevaba días sin verlo y sentir su calor, tan solo deseaba un poco más, jugar y adentrarme al terreno peligroso por un instante, donde Lucifer me robara el aliento, donde él se perdiera en mis labios y olvidara sus tormentos aunque sea por un efímero momento.
- Majestad... Puede seguir besándome, querido...
Palabras con entonación inocente fueron susurradas por mis labios que rozaban deliciosamente sus labios carmines, calientes y húmedos por los besos que nos antecedieron al momento, donde entre pasos torpes, Lucifer se sentó en el sofá más grande de aquella antesala de su oficina, lugar donde se dejó caer sin cuidado arrastrándome consigo, pues sus manos lejos de soltarme, se afianzaron a mi cintura obligándome a media petición a sentarme en su regazo, donde mis piernas se doblaron y cayeron a los costados de su cadera, dándome el orgullo de contemplarle desde abajo.
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Almas Destinadas
Фанфик*Alastor* Nunca me hubiera imaginado que tan solo la existencia de alguien podría hacerme sentir el peor de mis terrores, impotencia, furia y lo que ni en mi vida humana hubiera sentido... amor y deseo. Pero esta persona, ese ángel caído había tocad...