22 | . Sin Respuesta

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07/04/2030


Joao🐢

Vale, los voy a poner un poco en contexto. Ha pasado un maldito mes desde que Julieta entró en cirugía, y honestamente, no sabría decirles si todo salió bien o mal. Julieta no despierta. Todos los días me levanto con la misma maldita rutina: ir a la puta clínica con la esperanza de escuchar algo nuevo, algo que me dé una mínima señal de que todo va a estar bien. Pero no. Nada. La misma respuesta: "Sigue estable, señor Félix, pero todavía no hay cambios." Estable. Esa palabra me está volviendo loco. Es como si fuera una burla cruel.

La bronca que siento no la puedo explicar. Es una mezcla de impotencia y rabia, conmigo mismo, con el mundo, con todo. Porque no puedo hacer nada. Ni un carajo. Todo está en caída libre, empezando por Julieta, pero sobre todo yo. Estoy hecho mierda.

Los días pasan, pero no los vivo, los sobrevivo. Me encierro en casa con los niños, tratando de aparentar que todo está bajo control, aunque claramente no lo está. Isa, Sebas y Mateo me miran con una mezcla de tristeza y miedo. Apenas me hablan. Y no los culpo. ¿Cómo mierda les explico que todo está mal, que me estoy desmoronando? A veces ni siquiera tengo fuerzas para salir de la cama.

El club no tardo en darse cuenta de mi estado. Ya no me convocaron para los entrenamientos, y mucho menos para el partido de este mes. Uno de los más importantes de mi carrera. Me siento vacío, como si todo lo que he construido estuviera derrumbándose frente a mis ojos. Las redes sociales están llenas de comentarios: "¿Qué le pasa a Félix?"; "Está acabando con su carrera."; "Deberían buscarle un reemplazo si sigue así." Pero, ¿saben qué? Me importa una mierda lo que digan. Todo eso perdió el sentido desde que Julieta no está.

Ahora mismo me encontraba en mi habitación, sentado a un costado de la cama con la mirada perdida en la ventana. Afuera, el mundo seguía su curso, pero para mí todo estaba detenido. ¿En qué pensaba? Ni siquiera lo sabía. Mi mente estaba vacía, rota. Cada vez me sentía más perdido, como si una parte de mí se estuviera desmoronando lentamente. No podía pensar con claridad, no podía respirar con normalidad. Estaba atrapado en un bucle de desesperación, y lo peor era que no veía una salida.

De pronto, el sonido de la puerta abriéndose me sacó de mi trance. Levanté la mirada y los vi: Mateo, Isa y Sebas estaban entrando en la habitación. Sus caritas preocupadas me partieron aún más el alma.

Sebas fue el primero en hablar.

—Papá, ¿estás bien? —preguntó con esa voz que, aunque firme, tenía un temblor que delataba su miedo.

No pude responderle. Solo los miré y, de repente, las lágrimas comenzaron a caer. No intenté detenerlas. No tenía sentido. Me largué a llorar frente a ellos, algo que había tratado de evitar durante todo este tiempo. Siempre intenté ser fuerte, ser el refugio que ellos necesitaban, pero hoy simplemente no podía.

Mateo se quedó junto a la puerta, con su pequeño cuerpo temblando de incertidumbre. Sebas, por otro lado, frunció el ceño, pero no con enojo, sino con esa mezcla de dolor e impotencia que me reflejaba a mí mismo. Isa, mi dulce Isa, fue la primera en moverse.

—Papá, no llores, ¿sí? —dijo en un susurro mientras se acercaba a mí. Sus pequeños brazos rodearon mi cuello, y yo me aferré a ella como si fuera mi único salvavidas.

—Lo siento... —murmuré entre sollozos, aunque no estaba seguro de a quién le pedía perdón. ¿A ellos? ¿A Julieta? ¿A mí mismo?

Isa acarició mi cabello, como si intentara consolarme. Era tan irónico, tan devastador, que mi hija de apenas nueve años estuviera intentando ser la adulta en esta situación.

Yo x Ti . Tu x Mi 2 - Joāo FélixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora