En un tranquilo día en Konoha, Itachi Uchiha se encontró con una manzana roja y brillante. "¿Qué haces aquí, pequeña manzana?", preguntó, sabiendo que no recibiría respuesta. La manzana, por supuesto, permaneció en silencio, pero eso no detuvo a Itachi. Decidió que la manzana era su nueva compañera de misiones. Juntos, se embarcaron en aventuras épicas, desde espiar a los Akatsuki hasta buscar el ingrediente secreto para el ramen perfecto. La manzana resultó ser una aliada sorprendentemente buena, siempre rodando valientemente hacia el peligro. Itachi incluso le enseñó a realizar un 'Mangekyō Sharingan' giratorio, aunque todos sabían que era solo un truco de luz. Al final, Itachi y la manzana se convirtieron en leyendas en la aldea, demostrando que incluso un shinobi serio como él podía encontrar amistad en los lugares más inesperados.