El dolor palpitante en la cabeza de Jimin era como si un martillo le estuviera golpeando las sienes sin tregua. Los primeros rayos de sol que atravesaban las ventanas gigantes lo obligaron a entrecerrar los ojos mientras parpadeaba repetidamente, adaptándose a la luz. Tardó un poco en procesar dónde estaba; no era su habitación. Nada allí le resultaba familiar: ni el espacio amplio, ni la vista panorámica de la ciudad que se extendía frente a él. La confusión lo golpeó con fuerza.
Miró a su alrededor, buscando desesperadamente algún indicio de lo que había ocurrido. Sus libros, su pequeño y ordenado refugio, todo eso estaba ausente. La sensación de vértigo que lo invadió fue interrumpida por una voz familiar que lo devolvió a la realidad.
—Buenos días, bella durmiente.
El sobresalto de Jimin fue instantáneo. Dio un salto en el lugar, sus ojos abriéndose a más no poder al ver a Jungkook acercarse con un vaso de agua y unas pastillas que dejó sobre la mesa de centro. Los recuerdos de la noche anterior comenzaron a arremolinarse en su cabeza como una película borrosa: la música, las luces, el contacto con Jungkook...
—¿Q-Qué...? —balbuceó, sintiendo cómo el calor subía a sus mejillas. No sabía si era por el recuerdo vergonzoso o por el efecto residual del alcohol.
—Bebiste, chocaste conmigo, te acompañé al baño, comenzaste a reír como tonto, te traje a casa. Fin. —El tono de Jungkook era desenfadado, casi divertido, como si estuviera disfrutando de verlo lidiar con la vergüenza.
Jimin se mordió el labio, sin saber dónde meterse. La vergüenza era abrumadora, pero antes de que pudiera encontrar una respuesta coherente, el sonido insistente de su teléfono lo sacó de sus pensamientos.
—Ah, cierto. —Jungkook señaló el dispositivo con un leve movimiento de cabeza—. Lleva sonando desde anoche.
Jimin se movió para tomarlo, pero Jungkook fue más rápido, atrapando el teléfono en su mano.
—¡Oye! —exclamó el rubio, pero el dolor de cabeza le hizo bajar la voz enseguida. Tomó las pastillas de la mesa y tragó el agua de un sorbo. Una mezcla de frustración, cansancio y nerviosismo se apoderó de él—. Tengo que irme.
Se levantó rápidamente y buscó sus zapatos, intentando no perder la poca dignidad que le quedaba. Cuando finalmente estuvo calzado, se volvió hacia Jungkook, quien lo observaba desde la entrada del departamento, con los brazos cruzados y una expresión expectante.
—Devuélveme el celular..., Jungkook, por favor. Si Taeyang se entera de que estuve aquí...
La mención de su hermano provocó una ligera reacción en Jungkook. Su mirada se volvió más intensa, aunque mantuvo su tono despreocupado.
—No lo sabrá. Dijiste que prometí no decir nada. Bien, cumpliré mi promesa.
El alivio fue inmediato, pero Jimin seguía ansioso. El teléfono volvió a vibrar, cortando el tenso silencio. Jungkook sacó el dispositivo de su bolsillo y lo extendió hacia él, pero no sin lanzar una última advertencia:
—Si vas a responder, no seas tan obvio, Park.
El comentario hizo que Jimin se tensara aún más. Desbloqueó el celular y vio una serie de mensajes de Taeyang:
¿Dónde estás?
Jimin, responde.
¿Está todo bien?
Seoyun tampoco me ha respondido.
Esto no es gracioso, Jimin.El dispositivo vibró nuevamente, indicándole una llamada entrante. Jimin dudó un momento, tragando saliva. No podía dejarlo sonar, así que contestó, girando su espalda hacia Jungkook.
ESTÁS LEYENDO
Heart's Round | Km
FanfictionJimin prometió mantenerse lejos de él, del boxeador frío y despiadado que dejó a su hermano en el suelo. Pero Jungkook es un imán al que no puede resistirse. En medio de golpes y miradas, nace un romance que podría romper con todo, o incluso con ell...