Tras la interpretación de la pieza de Bach ambos chicos se encontraban en un silencio cómodo, fundidos en un abrazo que estaban consiguiendo unir los pedazos rotos del corazón del vasco.
Juanjo acariciaba lentamente su espalda con la mano izquierda mientras con la derecha tocaba la melodía de canciones que venían a su mente mientras Martin trataba de adivinar cual era.
Era una tontería, pero esa chorrada estaba mejorando el humor del vasco. Juanjo miró su teléfono para ver la hora, llevaban mucho rato juntos y tenía clase de piano en cinco minutos. Se lamentó porque no fuera una clase grupal que pudiera saltarse con más facilidad y alargar este momento.
-Martin, cariño -susurró Juanjo rompiendo el silencio mientras acariciaba el pelo de su nuca.
-Mmm...
-Tengo clase de piano ahora, me encantaría seguir contigo pero no es opción saltármela -dijo con algo de pena en la voz.
-No pasa nada Juanjo -respondió el vasco con una sonrisa- ya has hecho mucho por mí este rato.
Juanjo sonrió enternecido y depositó un suave beso en la frente de Martin, el cual cerró los ojos disfrutando del tacto.
-Quédate el rato que necesites aquí, cuando salga te mando un mensaje y hablamos ¿vale? - explicó el maño, recibiendo una sonrisa como respuesta.
El maño recogió sus partituras en la mochila de color granate que solía utilizar siempre, cargó su chaqueta en un brazo y salió de la cabina, no sin antes sacarle la lengua al vasco. Se había convertido en una forma de comunicación entre ellos y que trascendía más allá de las palabras.
Martin le sonrió mostrando todos sus dientes y el maño se fue con el corazón bombeando un poco más deprisa de lo habitual. Estaba contento de haber aliviado el dolor del vasco aunque hubiera sido mínimamente.
Martin sacó el móvil de su bolsillo en cuanto el maño desapareció de su campo visual y marcó rápidamente su contacto más frecuente. El remitente tardó unos instantes en contestar.
-Dime hijo -habló dulcemente su padre.
-Ya he acabado por hoy ¿vienes a buscarme? -rogó Martin.
El padre de Martin se sorprendió al revisar su reloj de muñeca. Eran apenas las 19.30h y su hijo nunca salía de ese edificio antes de las 21h entre semana.
-¿Estás bien? -preguntó cauteloso.
-Mejor que nunca- se sinceró su hijo.
-Pues entonces dame diez minutos y te veo en la entrada.
-Gracias aita, te quiero- expresó Martin.
-Y yo hijo, ahora nos vemos y hablamos.
Juanjo mostraba una sonrisa en la cara que hacía tiempo que no tenía. Era imposible disimularlo. Parecía que estaba borracho y andando entre nubes de algodón. Saludaba a todo el mundo a su paso con una felicidad poco propia de él. Es cierto que no tenía ningún problema personal que le hiciera estar triste o decaído, pero nunca había sido una persona especialmente abierta a mostrar sus sentimientos, ya fueran buenos o malos. Pero hoy se sentía contradictorio. Todo por tener en mente al vasco.
Entró en la clase 44 junto a su profesor como cada lunes, pero este día se sentía diferente. Algo en su pecho latía fervientemente haciéndole sentir vivo y agradecido a la música por darle tanto. No pudo evitar sumergirse en una concentración absoluta moviéndose de manera prodigiosa por las teclas negras y blancas con un dominio que era habitual en él, pero que hoy se sentía distinto. Juanjo estaba diferente. Su profesor lo notó. Se palpaba en el aire.
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CONTRA LAS CUERDAS
FanficJuanjo y Martin cruzan caminos en el último curso en el Conservatorio, compartiendo agrupación de cámara. Pronto empiezan las discusiones entre ambos ¿Serán capaces de dejar atrás su ego y trabajar en equipo dejando a un lado sus diferencias?