Querido diario..

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25 de octubre
Mañana me mudaré, va a ser grandioso, mi casa estará frente a mi trabajo, me pagaran
por un labor sencillo, vigilar que los trabajadores cumplan correctamente lo pedido. Para
ellos, también es un trabajo fácil, tienen sus casas allí dentro y comida gratis. Mi padre,
Daniel Kro'l, me metió aquí, él es oficial, pero de otra estación de trabajo, me hablò muy
bien de este lugar, siempre dice cosas como "Verles las caras a esas personas es un
sentimiento que no cambiaría por nada, qué orgullo ayudar a limpiar mi país, simplemente
es hermoso..."
Él siempre fue muy patriota, para mi es un ejemplo por seguir...

26 de octubre
Esta mañana me dirigí a mi trabajo. En la entrada me recibió un militar, cuya cara daba a
entender que recientemente había estado en un velorio
- ¿Nombre completo?- Dijo el sin mover un musculo de su cara
-Kro'l, Adam Kro'l- Su pequeña placa me dejaba ver su nombre "Jankowski Kacper"
-Está bien Kro'l entrarás a la 8:30 a.m y saldrás a las 5:30 p,m; puedes pasar por ahí y
cambiarte- señalo un cuarto el cual era alumbrado por una bombilla a medio quemar.
Por el aspecto del lugar y de las personas, mi cara padecía un color blanco; en el cuarto
solo se hallaba un espejo y una silla con uniformes parecidos al del militar de la entrada;
junto se encontraba una caja repleta de sombreros y... unas cintas rojas con esa insignia
que está por todo el gobierno.
Tomé el uniforme que parecía de mi talla extrañamente los puños tenían... ¿sangre? No
lo sé, no le di importancia, tal vez sea pintura.
Otro militar me dirigió a mi puesto. Al llegar a destino, noté que dentro había unas cien
mujeres y también había dos compañeros míos. El militar que me dejó ahí me dijo algo
extraño. "no dudes en escupirlas, golpearlas o, en lo posible, matarlas" decia el hombre
alejándose mientras me daba una sonrisa de lado.
Pasé una hora allí dentro, el olor era horrendo y las personas, qué decir de las personas,
sucias, caras huesudas, cabezas bajas y miradas perdidas. Luego pasó lo peor, a una
muchacha se le cayó un zapato que ella misma estaba elaborando. Su cara se tornó blanca
al ver que Jack, mi compañero se le acerco. De un momento a otro un ruido me hizo
estremecer, un grito desgarrador y el sonido de una bala que exterminó el silencio que en
el sitio habitaba. La muchacha estaba en el suelo, la palidez de su cara era pintada por el
líquido rojo proveniente de su frente. El grito que oí provenía de una chica que iba
corriendo a los brazos del cuerpo sin vida -¡Mama! Por favor, mamá, despierta- Ante la
terrible escena, Jack no dudo en darle el mismo final que obtuvo su madre.
Le dije a mi jefe que no me sentía del todo bien (mi cara un poco me delataba) y me
dejaron ir. Ya en mi casa, la imagen de la madre y su hija sin vida todavía me perturbaba;
para dejar atrás lo sucedido decidí preparar café y beberlo en el patio trasero de mi casa.
Ya con todo listo me dirigí al patio y cuando salí me enteré de que no había escogido el
mejor lugar, mi patio tenía una vista exclusiva a mi trabajo, solo puedo tomar mi café
mientras veo a cientos de personas en estado deplorable. A lo lejos, vi a una chica, que a
pesar de tener el mismo aspecto que los demás, algo deslumbraba en ella que hacía que
mi corazón se acelere. La observé tanto hasta que se dio cuenta, quería hablarle, pero era
casi seguro que desde allí mi voz era inaudible. La chica me siguió mirando y luego siguió
su rumbo si emitir palabra alguna.
27 de octubre
Mi tarea del día de hoy era vigilar el comedor mientras comían sopa de verduras y beben
agua. Me volvió a latir el corazón con la misma intensidad que la noche anterior: en la
fila para recibir la ración del día se encontraba esa muchacha de ojos verdes, que había
visto aquella noche le pregunté su nombre y solo supo decir con miedo:
-Anne Kowak señor-
-Un gusto, soy Adam Kro'l- respondí con el corazón todavía acelerado
Nuestras miradas se cruzaron y sentí algo especial en sus ojos que no podía dejar de
mirarlos. Ella me daba lastima, me dolía verla en ese estado, necesitaba con desesperación
ayudarla...

El amor huele a jazmines Donde viven las historias. Descúbrelo ahora