Valeska
9 de marzo
A veces, algunos simples cuadros colgados en esa oscura y áspera pared te hacen recordar aquel brillo lleno de color de esa bella y hermosa mujer que contagiaba a todos con su cálida y dulce risa. Aquellos días en que te sentabas a la mesa, hermosamente decorada, y cada plato tenía ese característico sabor a amor y refugio. Las velas parpadeaban suavemente, iluminando las sonrisas y creando un ambiente de confort que nos envolvía como un cálido abrigo.Sin embargo, ahora esos cuadros en la pared parecen susurrar historias de hadas que solían ser. Los recuerdos de risas compartidas y conversaciones animadas se desvanecen, dejando solo sombras en su lugar.
La casa tiene un eco que no solía tener. Cada paso que doy por el pasillo parece recordar el risueño bullicio que alguna vez la llenó. Ahora, solo hay silencio. Las risas aún flotan entre las paredes, pero me he dado cuenta de que son fantasmas. El vacío es insoportable, como un hueco en el corazón de este hogar que una vez vibró con vida.
Mi padre solo habla cuando la cena está lista. La rutina de su trabajo como abogado lo consume, y siempre parece estar atrapado en un torbellino de casos complejos y plazos apremiantes. Es como si el peso de su profesión lo mantuviera distante, con su mente atrapada en un laberinto de leyes y juicios. A veces me pregunto si su silencio es un refugio o una condena. Su lucha por salir adelante por nosotros, por mantenernos a flote en este mar de tristeza, lo ha llevado a renunciar a momentos que antes eran sagrados.
A menudo, siento que la mesa nos une, pero también nos aísla. Cuando finalmente logramos sentarnos juntos, se siente más como un acto de obligación que como una oportunidad de conexión. La cena, que solía ser un festín de risas y historias, a menudo se convierte en un intercambio de palabras vacías y miradas perdidas.
La mayor parte del tiempo cenamos por separado, cada uno atrapado en su propia burbuja de soledad. Él, ocupado con una agenda repleta de reuniones, litigios y papeleo, me dice con voz cansada que mañana será mejor, que esta carga pasará pronto. Pero, en el fondo, sé que es una promesa que siempre queda aplazada.
Así, en esta casa que solía ser un hogar, los ecos de lo que fuimos se entrelazan con el sonido del silencio, y en este laberinto de sentimientos, sigo buscando el hilo que me una a esos tiempos en que todo era diferente.
Pero todavía hay algo en esa profunda oscuridad que me recuerda que no todo está perdido, que aún puedo seguir adelante. Sé que esa persona, mi madre, nunca quiso que nada de esto se detuviera ni que nos convirtiéramos en dos almas completamente aisladas, como ahora somos mi padre y yo. Hay espacios que mi padre aún no logra llenar y, en silencio, reconozco que quizás yo tenga la clave para arreglar esas piezas rotas que nos recuerdan los días hermosos en los que éramos completos.
Es un camino incierto, pero estoy decidida a recorrerlo. Estoy en busca de tener conversaciones que nunca tuvimos, de recuperar risas que se apagaron. Tal vez, al hacerlo, pueda traer de vuelta un destello de vida a esta casa y recordarle a mi padre que, a pesar de la pérdida, aún hay amor que merece ser celebrado.
Así, en medio de la oscuridad, me aferro a esa luz tenue que emana de los recuerdos y me impulso a descubrir qué es lo que realmente necesitamos y cómo podemos comenzar a sanar juntos.
Esa pequeña chispa de esperanza es lo que me impulsa a levantar la mirada y seguir adelante. Estoy convencida de que mamá no querría que dejara todo atrás, que nos resignáramos al silencio y la soledad. Así que eso hago: sigo luchando, a pesar del dolor inquebrantable que hay en mi corazón.
Aunque mi vida toma un rumbo sin sentido, siento que hay algo que debo averiguar, un hilo perdido que mi padre no logra encontrar y un pequeño lugar que debo arreglar.
Por lo que decido ir a ese lugar especial de nuestra familia, un rincón que ha sido testigo de tantas historias y risas, para darle vida nuevamente. Recojo algunos adornos que me traen recuerdos, como esos pequeños cuadrados de colores que caben perfectamente en mi mochila, junto con algunos productos de limpieza.
Anyelique <3
—Dime_ digo, un poco sorprendida por la llamada en este momento_
—¿Qué tal si vamos a comer algo con Danna? Así sales de tu casa y despejas esa mente que parece estar atrapada en un mar de pensamientos.
—No, Angel, primero que todo se dice "Buenas, Valeska", y segundo, ¿no recuerdas de lo que hablamos la última vez?
—Ok, buenas tardes, mi corazón de melón. Sí, me acuerdo de lo que hablamos; sé que es importante para ti. Bueno, se me ocurre una idea: ¿qué tal si llamo a Danna para que nos acompañe y así te ayudo un poco, si lo deseas?
—No, gracias. Prefiero hacerlo sola. Solo necesito un tiempo para pensar en algunas cosas. De todas maneras, agradezco tus dos propuestas, pero realmente prefiero hacerlo a mi manera.
—Bueno, si terminas temprano, ten en cuenta mi propuesta. Porfis _dice con un tono de súplica que no puedo resistir.
—Vale, lo tendré en cuenta. Si termino temprano, juro que te llamo, tranquila.
—Está bien. Si necesitas algo, recuerda que siempre estoy aquí para ti tía.
Anyelique y Danna son muy antenas e carismáticas desde que nos conocimos han sido ellas dos junto las que me han dado apoyo en cada momento desde que nos conocimos especialmente cuando murio mi madre, constantemente me estás visitando o tratando de que salga de casa para despegar un poco la mente y por cierta parte si me ayudado bastante.
Ellas son las mejores en animarte el día.
Después de ordenar todas las cosas que necesito en la mochila,me pongo unos jeans anchos un playera tres veces más grande que mi talla y unas converse el típico estilo clásico de una chica que prefieras la comodidad ante todo.
Cierro la puerta de mi cuarto con un leve pero resolutivo suspiro y bajos por las escaleras con mi mochila en dirrección a la cocina para merendar algo y antes de irme de casa.
Después de aver merendero unas tostadas con café y ya lista para salir me levanto de la mesa y salgo de la casa.
Me coloco los audífonos escuchando I was made for loving you de la banda Kiss y caminado en dirección hacia mi destino que transmite tantos recuerdos .
La casa del árbol.
Dónde mis padres decidieron hacer una casa pequeña en su árbol favorito
El Sauce
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!Holaaaaa!🌸Espero que hayan disfrutado del primer capítulo de esta historia tanto como yo disfruté al escribirlo. Ha sido un viaje lleno de emociones y reflexiones, y estoy emocionada de compartirlo con ustedes. Cada palabra tiene un significado especial, y me encantaría conocer sus pensamientos y opiniones.
Gracias por acompañarme en este camino. ¡Nos vemos en el próximo capítulo!
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Bajo El Suace
RomanceCuando esa pequeña luz que iluminaba tus días se apaga de repente, despojándote de su calidez sin previo aviso y sin su consentimiento, la vida se transforma en un abismo de desesperación. El dolor de no poder decirle adiós y la agonía de no e...