Capítulo 2: Un mago celoso

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La mañana después del banquete, Athanásia se encontraba en su lugar favorito: el invernadero imperial. Rodeada de flores exóticas y hojas que brillaban con gotas de rocío, finalmente podía disfrutar de un poco de tranquilidad. Sin embargo, su mente seguía volviendo al comportamiento de Lucas la noche anterior. 

**"¿Por qué estaba tan molesto? No puede ser simplemente porque me preocupaba mi seguridad,"** pensó, mientras acariciaba una rosa azul. Aunque Lucas era conocido por su actitud indiferente, esta vez su comportamiento había sido casi... protector, pero de una forma que no había visto antes. 

Justo cuando empezaba a sumergirse en sus pensamientos, una sombra familiar apareció detrás de ella. 

—¿Es aquí donde vienes a esconderte de los pretendientes? —preguntó Lucas con su característico tono burlón. 

Athanásia rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír un poco. 
—¿Qué haces aquí tan temprano? Pensé que estarías durmiendo después de tanta arrogancia anoche. 

Lucas se acercó, cruzando los brazos mientras la miraba con una ceja levantada. 
—No es mi culpa que tu gusto para las compañías sea tan cuestionable. 

—¿Cuestionable? —Athanásia se volvió hacia él, fingiendo indignación—. El príncipe Ethan fue muy amable. 

—Amable, pero aburrido —replicó Lucas, encogiéndose de hombros. Su tono era casual, pero Athanásia detectó una pizca de irritación. 

Ella decidió probar algo. 
—¿Y qué hay de Dorian? Al menos hizo el esfuerzo de traerme un regalo. 

Lucas soltó una risa seca. 
—Un collar de diamantes. Qué original. Seguro que lo eligió uno de sus sirvientes. 

Athanásia se acercó a él con una sonrisa desafiante. 
—¿Por qué tienes tanto interés en mis pretendientes? ¿Te preocupa que alguien me robe de tu lado? 

La pregunta parecía haberlo tomado por sorpresa, aunque rápidamente recuperó su compostura. 
—Por supuesto que no. Solo me preocupa que pongas tu confianza en idiotas que no podrían protegerte ni de un ratón mágico. 

—¿Ah, sí? ¿Y tú qué harías si alguien intentara llevársela a la princesa? —preguntó Athanásia, inclinando la cabeza con curiosidad. 

Por un momento, Lucas no respondió. Su mirada se endureció ligeramente, y la burla habitual en sus ojos se desvaneció. Pero antes de que pudiera responder, el sonido de pasos interrumpió la conversación. 

—¡Athanásia! —La voz del príncipe Dorian resonó en el invernadero mientras se acercaba con una sonrisa radiante. Llevaba un ramo de flores exóticas, evidentemente un intento por impresionar a la princesa. 

Lucas suspiró audiblemente y dio un paso atrás, adoptando nuevamente su expresión de aburrimiento. 

—Buenos días, príncipe Dorian —dijo Athanásia con una sonrisa educada. 

—Espero no estar interrumpiendo nada importante —dijo el príncipe, lanzándole a Lucas una mirada cargada de desdén. 

—Nada que no pueda esperar —respondió Lucas con sarcasmo, inclinando ligeramente la cabeza. 

Dorian ignoró el comentario y extendió el ramo hacia Athanásia. 
—Estas flores son un humilde presente, princesa. Su belleza no se compara con la suya, por supuesto, pero pensé que alegrarían su día. 

Athanásia aceptó las flores con cortesía, aunque no pudo evitar notar cómo Lucas se cruzaba de brazos y desviaba la mirada. 

—Son preciosas. Muchas gracias, príncipe Dorian —dijo Athanásia, aunque su tono no tenía el entusiasmo que Dorian esperaba. 

Mientras Dorian continuaba hablándole sobre su viaje para encontrar las flores, Lucas se acercó lentamente al príncipe y murmuró algo en voz baja, lo suficientemente bajo para que solo él pudiera oírlo. 

El rostro de Dorian se puso pálido por un momento, pero rápidamente recuperó la compostura. 
—Disculpen, pero me acabo de acordar de un asunto urgente que debo atender. Que tengan un buen día, princesa —dijo apresuradamente antes de retirarse. 

Athanásia lo observó alejarse con una mezcla de sorpresa y sospecha. Luego giró hacia Lucas, quien parecía completamente satisfecho consigo mismo. 

—¿Qué le dijiste? —preguntó, cruzando los brazos. 

Lucas sonrió, pero no respondió. 
—Nada importante. 

—Lucas... —Su tono era una advertencia. 

—Solo le recordé lo fácil que es perderse en este palacio si no conoces bien los pasillos —dijo finalmente, con un brillo travieso en los ojos. 

Athanásia suspiró, sacudiendo la cabeza. 
—No puedes ahuyentar a todos los que se acercan a mí. 

—Claro que puedo. Es bastante fácil, en realidad —respondió él, encogiéndose de hombros. 

—¿Por qué lo haces? —preguntó Athanásia, dando un paso hacia él. Su voz era más suave esta vez, y había un atisbo de verdadera curiosidad en su mirada. 

Lucas la miró durante un largo momento antes de responder. 
—Porque confiar en la persona equivocada puede ser peligroso. Y no quiero que te pase nada. 

Aunque sus palabras eran aparentemente prácticas, había algo más profundo en su tono. Athanásia lo sintió, pero no quiso presionarlo más. 

—Está bien, Lucas. Pero prométeme que no usarás magia para asustar a nadie más. 

—No puedo prometer eso, princesa. Pero lo intentaré —dijo, con una pequeña sonrisa. 

Athanásia negó con la cabeza, pero no pudo evitar reír. 
**"Lucas siempre será Lucas,"** pensó, aunque en el fondo sabía que había algo diferente en él últimamente. 

Y mientras Lucas se alejaba, ella se dio cuenta de que no podía dejar de pensar en esa mirada fugaz que había visto en sus ojos, una mirada que, por muy breve que fuera, decía más de lo que él estaba dispuesto a admitir. 

Un romance no confesado | WMMAPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora