Capítulo 4: Palabras no dichas

2 1 0
                                    


La tarde siguiente al baile, el sol se ocultaba lentamente detrás de las montañas, tiñendo el cielo de tonos naranjas y rosas. Athanásia caminaba por los jardines del palacio, absorta en sus pensamientos. Aquella noche, el baile con Lucas había dejado una sensación extraña en su pecho. Aunque la música había terminado, algo seguía sonando en su mente, como si un eco resonara cada vez que recordaba sus ojos intensos y su manera de sostenerla. 

**"¿Por qué me afecta tanto?"** se preguntaba, caminando entre las columnas de mármol adornadas con enredaderas. **"Lucas siempre ha sido así, ¿verdad? Siempre tan irreverente, tan distante... ¿Por qué esta vez me pareció diferente?"** 

La brisa fresca jugaba con su cabello, pero ni el aire ni la quietud de los jardines lograban calmar su mente. **"Quizás solo sea una ilusión. Es solo un mago, no tiene ninguna importancia,"** pensó, pero en su interior sabía que esas palabras no eran completamente ciertas. 

De repente, una sombra se proyectó frente a ella, interrumpiendo sus pensamientos. Levantó la mirada y vio a Lucas, que aparecía en el sendero de piedra con su postura relajada, como siempre. 

—Pensé que te habías ido —dijo Athanásia, con un tono un poco más cortante de lo que quería. 

Lucas la miró por un momento, como si intentara descifrar algo en su rostro. Después, con una sonrisa ligeramente torcida, se acercó. 
—¿Huir? ¿De qué? —preguntó con tono de burla, aunque sus ojos mostraban una inquietud que Athanásia no había notado antes. 

—No sé, tal vez del caos que traes contigo —respondió ella, alzando una ceja, intentando mantener la calma, aunque su pulso se aceleraba al sentir la cercanía de él. 

Lucas se detuvo frente a ella, observándola en silencio. La distancia entre ellos era la misma que siempre había existido, pero algo había cambiado. Había una tensión en el aire que no podían ignorar. 

Athanásia trató de mirar hacia otro lado, pero Lucas la observaba fijamente, como si estuviera buscando algo en sus ojos. 

—¿Qué pasa, princesa? ¿Te molesta que te haya sacado del baile? —su voz era suave, pero había un dejo de algo más en ella, algo que Athanásia no supo identificar. 

Athanásia desvió la mirada, sintiendo que sus mejillas se sonrojaban, aunque intentó esconderlo con una sonrisa. 
—No me molesta. Solo que... —se detuvo, incapaz de articular sus pensamientos. ¿Por qué le resultaba tan difícil hablar con él? **"Es solo Lucas,"** se dijo a sí misma. **"El mismo mago arrogante de siempre."** 

—Solo que... ¿qué? —preguntó Lucas, acercándose un paso más. 

Athanásia dio un paso atrás, pero no fue suficiente para alejarse del todo. Se sentía atrapada en ese momento, como si sus palabras pudieran traicionar algo que aún no estaba dispuesta a admitir. 

—Solo que no me importa lo que piensen los demás. Y no me gusta que te comportes de esa manera solo para demostrar que estás por encima de ellos —dijo finalmente, sin pensar demasiado. 

Lucas la observó en silencio, y Athanásia notó cómo su expresión se suavizaba por un breve instante. 

—Lo siento. No era mi intención molestarte. —Su voz era tranquila, casi apesadumbrada. —Es solo que, a veces, prefiero que no te rodees de personas que solo quieren algo de ti. 

Athanásia no pudo evitar mirarlo sorprendida. Había algo en sus palabras, algo más profundo que su habitual sarcasmo. Era como si, por un momento, dejara entrever sus verdaderos sentimientos. 

—¿Por qué te importa tanto? —preguntó, antes de poder detenerse. 

Lucas parecía dudar antes de responder, y cuando finalmente lo hizo, su tono era más bajo, más serio. 
—Porque... porque no quiero que te hagan daño. Y, a veces, creo que me temo que te hagan daño sin que te des cuenta. —Una pausa. —No puedo evitarlo. 

Athanásia se quedó en silencio, procesando sus palabras. **"¿Es esto lo que ha estado sintiendo?"** La pregunta rondaba su mente, pero no sabía cómo articular una respuesta. 

—Lucas... —comenzó, pero él la interrumpió. 

—No digas nada, princesa —dijo, con una sonrisa forzada, como si hubiera intentado ocultar por completo lo que acababa de decir. —No te preocupes por mí. Es solo que... a veces las cosas me incomodan. Y no te haré daño. Nunca lo haría. 

Athanásia lo miró, pero él ya se estaba alejando, retrocediendo con paso firme, como si quisiera poner distancia entre ambos. Por un momento, deseó detenerlo, decir algo, pero las palabras se quedaron atrapadas en su garganta. 

**"¿Por qué me duele tanto verlo irse?"** pensó, mientras veía cómo se desvanecía entre los árboles. Había algo en la forma en que había hablado, algo que había tocado una fibra en su interior. ¿Qué significaba todo eso? ¿Era su forma de protegerla, o algo más? 

Athanásia se quedó en los jardines, sola, mientras la brisa jugueteaba con su cabello. El sol ya se había puesto, y la luna comenzaba a asomar en el cielo. Pero esa noche, todo parecía diferente. 

Al día siguiente, Athanásia decidió que debía aclarar las cosas, aunque no sabía exactamente qué decir. **"¿Debería hablar con él? ¿Debería preguntarle directamente qué está pasando entre nosotros?"** 

Pero mientras recorría los pasillos del palacio, se dio cuenta de algo: **"No lo haré. No aún. Porque, al final, si sigo buscando respuestas, quizás acabe perdiendo lo único que me queda."** 

Lo único que no quería perder era la amistad que, aunque a veces difícil de entender, era lo más cercano a una relación real que había tenido. 

Un romance no confesado | WMMAPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora