Broken hearts... and bleeding

-1-

Y es ahí donde ambos salen por la ventana de la estación de policía... uno demasiado extasiado en su propia satisfacción y el otro luchando por su vida durante el vuelo que emprendieron, bueno... uno, porque el otro solo era llevado contra su voluntad.

Darius Jenner, conocido por todos sus allegados como "Darry" o "El hermano de Trish", pero además de "Maricón de la universidad", ese último por los bullies de su carrera. Durante su viaje en carretera con su hermana, jamás pensaría que terminaría en manos de una criatura, o mejor dicho, un demonio alado, ahora solo pensaba en lo peor que podía hacerle a él o posiblemente en un futuro a su hermana, cosa que le aterraba.

Todo el viaje a la fábrica abandonada se la pasó gritando, pidiendo ayuda y pataleando, sin pensar que tal vez el demonio llamado "Jeepers Creepers" iba a soltarlo desde las alturas en cualquier momento, pero para su suerte, no lo hizo, soportando toda clase de insultos que se le ocurrían al joven o simplemente sus golpes que inútilmente le hacían daño.

No le era de su agrado para Jeepers Creepers que los humanos, sus presas o solo sus experimentos dejaran de hacer escándalo, era lo que más le gustaba, el miedo que provocaba. Siendo en esos momentos una pequeña excepción con esa regla mental, ya que cuando tocaron tierra ambos y Darry quiso escapar, lo abrazó fuertemente, una mano cubriendo su boca mientras la otra lo rodeaba para apresarlo, así lo mantuvo quieto y con facilidad lo cargó un poco para agilizar las cosas. Otra vez el chico trató de salir del agarre de la criatura, difícilmente podía moverse, cada patada que le daba en las piernas o muslos le hacía tener el agarre en su cuerpo y boca más fuerte, pero persistió, continuando con su arduo trabajo, aunque no dieran frutos y solo obtenía menos movilidad.

La oscuridad no fue un impedimento al demonio para cruzar por los pasillos de la fábrica en decadencia, dónde evitaba partes de su estructura que cubrían el paso, tubos rotos o herramientas, cosas que no podría hacer Darry, ya que le era imposible ver algo y le importaba un carajo, sin tener en cuenta que sería atrapado muy rápido. Jeepers Creepers pensó en todo en su vuelo, poco era su forma de expresar o hablar, sin embargo sabía lo que los humanos decían, podía leer su forma de expresión corporal mejor que ellos mismos.

La criatura alada sabía que no podía dejar al chico solo un momento mientras estuviera sin ataduras, además de perderse u hacerse daño, había una posibilidad de que huyera, no iba a permitir eso cuando aún siga estando despierto... Al menos hasta hallar una solución para eso.

Llegando a su pequeña cueva, que era más un laboratorio viejo que un lugar donde se pueda descansar, aunque tuviera una cama y un comedor, el lugar lúgubre era totalmente inhabitable sin comodidades. Esa maldita música sonando fuertemente en la habitación, pensó Darry. Todo eso llevó al demonio a pensar un rato antes de caminar con su chico hasta la cama, dejándolo caer boca abajo sobre el material viejo, gastado y polvoriento, dándole un incentivo para estornudar y toser mientras acostumbraba la vista a su alrededor, solo con la ayuda de un fuego cercano que era un caldero. Enseguida quiso escapar, intentando rodearlo con rapidez, pero no lo logró, Jeepers Creepers le ganaba en muchos aspectos, y la velocidad era uno, siendo así regresado a la cama.

Darry estaba acostumbrado al acoso que recibía en sus clases, por otro lado, no era lo mismo, la criatura lo mataría de ser posible, solo estaba aplazando lo inevitable. A pesar de que la situación fuera tan catastrófica para uno de ellos, el otro se sentía bien a su parecer, con su sonrisa que lo caracterizaba por pequeños y afilados colmillos que devoraban hasta los huesos.

Jeepers Creepers de repente emitió un gruñido cerca del rostro de Darry, intentando infringir miedo, funcionando por completo, se había congelado en donde estaba, momento el cuál aprovechó para tener un agarre más fuerte sobre él, en sus muñecas, aprisionándolo entre la cama y su figura voluminosa, haciendo que los ojos temerosos se agrandaran por la nueva posición, alarmándolo más de la cuenta.