Capítulo 6: La confusión del corazón

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Los días que siguieron al encuentro en los jardines fueron extraños para Athanásia. La intensidad de las palabras de Lucas seguía rondando su mente, y aunque trataba de ignorarlo, algo en su interior se revolvía cada vez que pensaba en él. **"¿Por qué me afectó tanto?"** se preguntaba a menudo. Sus ojos, su voz, incluso la forma en que había hablado... parecía que había algo más que simple preocupación.

El problema era que, al mismo tiempo, ella sentía una responsabilidad, una presión, para con sus deberes como princesa. Los nobles, los pretendientes, las expectativas del reino... todo esto era parte de su vida, y no podía simplemente ignorarlo. **"No puedo seguirlo,"** pensó varias veces. **"Lucas es un mago. No tiene lugar en este mundo. No podemos... ser algo más."**

A pesar de todo, había algo en su corazón que se resistía a esas palabras. Cuando pensaba en él, algo en su pecho se apretaba. **"Esto es un lío,"** pensó, al caminar por los pasillos del palacio, sin dirección fija.

Fue durante una de esas caminatas solitarias que Athanásia se topó con su padre, el rey, quien la observó con una mirada que parecía más profunda de lo habitual.

— ¿Cómo va todo, hija? —preguntó él, su tono amable pero serio.

Athanásia, distraída, apenas lo miró, sumida en sus pensamientos.

— Todo bien, padre. Solo pensando en... algunas cosas. —su voz sonó más distante de lo que había querido.

El rey la observó con una mirada penetrante, como si pudiera ver más allá de sus palabras. Había algo en su actitud, algo que no podía esconder, y eso hizo que el rey se acercara un paso más.

— No me gusta verte tan distraída últimamente, Athanásia. Sabes que en estos tiempos debemos estar más unidos que nunca. El reino está en constante amenaza de traiciones, y tu posición es crucial. Los nobles y los príncipes esperan que tomes decisiones pronto.

Athanásia lo miró fijamente, sorprendida por la franqueza de su padre. **"¿Decisiones?"** pensó. **"¿Qué tipo de decisiones?"**

— Lo sé, padre, pero... —dijo, antes de callarse, sin saber exactamente cómo seguir.

— ¿Pero qué? —preguntó él, y su mirada se suavizó un poco, como si supiera lo que estaba pasando en su mente. — ¿Te preocupa tu futuro? ¿Tus deberes como princesa?

— No solo eso. —Athanásia respiró profundamente. — Hay... personas que esperan cosas de mí. Y no sé si estoy lista para todo eso. Siento que estoy atrapada entre lo que quiero hacer y lo que se espera de mí.

El rey, al escuchar sus palabras, la observó en silencio durante unos segundos, pensativo. Luego, con un suspiro, dijo:

— Hijas y príncipes, deberes y amor... Todo eso es difícil de equilibrar. —Su voz se suavizó mientras daba un paso hacia ella, poniéndole una mano en el hombro. — Pero, al final, eres tú quien debe decidir cómo enfrentar lo que está por venir. No me malinterpretes, tu deber con el reino es importante, pero tu felicidad también lo es.

Athanásia, sorprendida por la sinceridad de su padre, lo miró fijamente. **"¿Está diciendo que debo elegir por mí misma?"** En el fondo, sentía que las palabras del rey la habían tocado de manera profunda. Pero, al mismo tiempo, sentía la presión de su responsabilidad.

— Gracias, padre. Lo pensaré —respondió, aunque no estaba segura de lo que realmente quería decir.

El rey le dio una pequeña sonrisa y se alejó sin decir más, dejándola sola con sus pensamientos.

Athanásia se quedó en el mismo lugar, en silencio, sintiendo el peso de sus decisiones. **"¿Qué debería hacer? ¿Qué es lo correcto?"** La confusión reinaba en su mente.

Al día siguiente, como si todo se hubiera alineado de alguna manera, Athanásia se encontró de nuevo con Lucas. Estaba en el jardín, en el mismo lugar donde días antes se había enfrentado a él. Y, aunque no había planeado encontrarse con él, algo en su interior la empujaba a ir allí.

Cuando lo vio, Lucas la miró de inmediato, y esta vez, no hubo ni un atisbo de burla en su rostro. Solo silencio. Ambos se observaron por un momento, sin palabras.

Athanásia sintió cómo su corazón latía con fuerza al verlo. No pudo evitarlo. Su mente gritaba que debía alejarse, que lo correcto era seguir con su vida, sin mirar atrás. Pero algo en su interior la detenía, como si el mundo se hubiera detenido en ese instante, esperando una respuesta.

Finalmente, Lucas rompió el silencio.

— ¿Cómo te sientes? —preguntó, su voz suave, pero llena de una intensidad que Athanásia no pudo ignorar.

Athanásia lo miró, sin saber cómo responder. Las palabras se quedaron atrapadas en su garganta, como si temiera lo que podría decir. **"¿Cómo me siento?"** Se preguntó. **"Confusa, perdida... atrapada entre lo que quiero y lo que debo hacer."**

— No sé cómo me siento. —Su respuesta fue honesta, aunque dolorosa. — Solo sé que todo esto me está superando.

Lucas la observó durante unos segundos, sus ojos oscuros y profundos, como si estuviera viendo mucho más allá de sus palabras. Sin decir nada, dio un paso hacia ella, acercándose con cautela.

— Si te molesta tanto... puedes alejarte. —Su tono fue tranquilo, casi neutral. Pero Athanásia pudo percibir una especie de resignación en su voz.

— No quiero alejarme. —respondió sin pensarlo, su voz un susurro.

Lucas levantó la vista, sorprendido, y sus ojos se encontraron con los de ella. **"No quiero alejarme... de ti,"** pensó Athanásia, pero no se atrevió a decirlo en voz alta.

— Entonces, ¿qué quieres, Athanásia? —preguntó Lucas, y sus palabras parecieron colarse en su corazón como un suspiro de esperanza.

Athanásia, en ese momento, sintió cómo su corazón latía más rápido. Había tantas cosas que quería decir, tantas emociones que quería expresar, pero las palabras no salían. **"Tal vez, no sé lo que quiero. Tal vez todo esto me está confundiendo demasiado."**

Pero en su mente, la respuesta era clara. **"No quiero perder lo que tengo contigo."**

— No lo sé, Lucas. Solo sé que todo es muy difícil. —susurró, sin saber si había hecho lo correcto.

Lucas la miró en silencio, y después de un largo rato, sonrió levemente. No era una sonrisa amplia, pero sí una genuina.

— No te preocupes por las respuestas. A veces, solo hay que dejar que el tiempo haga su trabajo.

Y, sin decir más, se dio media vuelta y comenzó a alejarse, dejando a Athanásia sola, con su corazón latiendo con fuerza y una sensación de incomodidad que nunca antes había experimentado.

Un romance no confesado | WMMAPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora