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"miro, como brillan tus ojos, me resigno a perderte y esta vez para siempre, me arrepentí de quitarte tu felicidad, te dejaré una familia para que puedas comenzar."

— ¿sanzu?... — frente a él, un corpulento hombre de un aroma fuerte a café y canela cuestionó al omega, vistiendo con una bata blanca y mientras en su brazo descansaba un portapapeles, el niño se aferró con más fuerza a su madre, soltando amargas feromonas con su característico aroma a leche, ambos alfas, el adulto, y el niño, parecían intercambiar miradas entre ellos, el niño siendo quien lucía menos feliz de aquel señor igualado llamara por su apodo a su madre. — sanzu. — esta vez afirmó, con sus ojos azules grisáceos adoptando un particular brillo, y aún si su mirada era seria, parecía ser que la canela predominaba mostrando cierta felicidad.

pero las cerezas de sanzu comenzaban a tornarse podridas. el más bajito no pudo evitar colocar a su hijo por detrás suyo, molesto, asustado y casi prácticamente atemorizado, quería tomar a su hijo y huir lejos del alfa mayor, mientras que el niño parecía ser el único que notaba las fuertes emociones de su madre.

— mu-... capitán. — susurró sanzu.

— no me llames así, ya no estamos en la tokyo manji.

— no, la abandonaste. — soltó con veneno en su voz el albino, mientras sus hermosos ojos celestes parecían tornarse más oscuros. — vámonos, natsuo. — se dió media vuelta el menor, cargando al niño, quien miraba con recelo al alfa mayor, y quien igualmente lo miraba con alta curiosidad en su mirada, y es que algo dentro del alfa mayor se lo gritaba, que lo detuviera, y que preguntara.

y eso hizo tras detener al omega.

— ¿quién es ese niño, sanzu? — preguntó, tomando del brazo al albino, quien, como si su tacto quemara, retiró su brazo.

— ... mi hijo. — dijo, mirando a los ojos al alfa y remarcándole que solo era suyo.

— ¿es...?

— no, adiós, yasuhiro.

finalmente, sanzu dejó al alfa con la palabra en la boca, misma que tornó un sabor amargo, pues no estaba en los planes de yasuhiro mutō ver a sanzu con un cachorro, cachorro que conforme el omega se alejaba le sacaba la lengua con burla, y amenazaba con la mirada al alfa mayor, pues sus celestes iris eran similares a los de sanzu, pero tenían una característica seriedad muy semejante a la suya.

a la suya...

el resto del día para yasuhiro no fue muy bien, sin lograr concentrarse con sus pacientes, sin dejar de pensar en aquella penetrante mirada diamante de sanzu, en el niño, en todo momento la mirada rota y seria del único omega que amó toda su vida desde que tenía dieciséis años taladraba su conciencia, la comida ni siquiera pudo ser ingerida, el mal sabor de boca de todo el pasado maldito que lo rodeaba era el causante de no poder comer, de no poder concentrarse, de no lograr hacer las cosas correctamente.

"me despido, me despido pa' siempre, y te deseo suerte, y bendigo mi muerte, se la dedico al amor que nunca funcionó, a la persona que roto tiene el corazón."

fue así que terminó en la residencia del matrimonio kawata aquella noche, maldiciendo a sanzu internamente, pero más a él, pues si las cosas se dieron como sucedieron fue mayormente culpa suya, sin embargo tampoco podía evitar culpar al menor al aparecer en su vida como si nada con un pequeño niño, que según las propias palabras del omega, no era su hijo, lo cual le enojaba, le enojaba más pensar que otra persona que no haya sido él haya tocado el cuerpo de su amor, que sanzu cargó en su vientre con un pequeño bebé fruto de otro amor que no fue el suyo, quería golpear a la persona que sea el padre de esa criatura.

— vaya, luces peor que siempre. — ran ahora kawata se acercó a la mesa, sosteniendo entre sus manos con una cerveza para los dos alfas de la mesa, mientras él con su abultado vientre de ya siete meses y medio tomaba asiento junto a su esposo. — y eso que tú ya eres feo, eh, no entiendo como hay omegas que se fijan en ti.

— no me ayudas, ran. — se quejó. — ¿qué hace aquí? hace seis años que no lo veo, y cuando se digna a volver aparecer, lo hace con un chiquillo.

— chiquillo que no es tuyo. — agregó smiley, ganándose una fulminante mirada de su parte. — perdón, pero sé honesto contigo mismo, lo que te molesta es que el niño no sea tuyo.

— ay pues yo no creo. — agregó el omega. — si hacemos cálculos, dices que el niño de seis años no pasaba, solo haz la resta, hace seis años tú y sanzu aún estaban juntos, a menos que te haya sido infiel, cómo-.

— no tienes por qué recordármelo, cállate.

y todo cobró sentido, todo, sin embargo tampoco se podía hacer ilusiones en pensar que de verdad tenía un hijo, y es que si era honesto, la idea de tener una familia con el único omega que había amado, era un pensamiento que le traía consigo un gran remolino de emociones, de sentimientos y recuerdos.

"— mutō san, ¿podemos tener un hijo, y una casita con jardín?

— cuando termine mi carrera como doctor, tendremos un hijo, y yo mismo te construiré tu jardín."

claro, fueron promesas que el viento se llevó, y con él, el amor y brillo en la mirada del albino. luego de aquel día en que su separación fue definitiva, sanzu se mudó con su padre (quien incluso lo mandó a golpear) a un pueblo a dos horas de la ciudad, y donde si bien se tentó muchos años a buscarlo, siempre se le impidió por parte de manjiro, quien lo amenazaba cada que mencionaba la idea de ir a buscarlo. "si lo buscas, te mato", y no era que le tuviera miedo al enano de impulsos oscuros, sino que realmente él ya se había alejado de aquel mundo del yakuza, pues ya no era un niño jugando a ser malo, era un hombre adulto y si quiso centrarse en su carrera y especialidad, era por que tenía una promesa que cumplir con su omega.

aún si ese omega no quería verlo y ahora tenía un cachorro.

"danza, una danza eterna, pero me voy contigo, pero nos vamos juntos; llevo tres noches malditas sin poder dormir, solo pensando y pensando que eres para mí."

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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ruler of my heart ;; musanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora