Prologo: El eco de un pasado.

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El amanecer en el Reino Champiñón solía ser un espectáculo de serenidad. Las copas de los árboles relucían con el rocío de la mañana, y los suaves rayos del sol iluminaban el vasto paisaje de verdes colinas y campos de flores. Pero aquella mañana, algo era diferente. La brisa cargaba una tensión inusual, como si el propio aire supiera que algo estaba por ocurrir.

En el centro de Toad Town, Mario se encontraba disfrutando de un café en la plaza principal. Su día parecía rutinario: saludaba a los Toads que pasaban y escuchaba las noticias locales sobre festivales y cosechas. Sin embargo, una súbita vibración bajo sus pies lo hizo detenerse. Fue seguida por un estruendo en el horizonte que sacudió la tierra con tal fuerza que los vasos en las mesas cercanas se hicieron añicos.

Una columna de luz emergió de la dirección del Bosque Brumoso, un lugar que incluso los habitantes más valientes evitaban debido a sus leyendas sobre magia antigua. El haz de luz ascendió al cielo, dejando tras de sí una explosión de colores que se disiparon como si hubieran rasgado la realidad misma. Mario sabía que no podía ignorar el fenómeno, pero antes de que pudiera tomar una decisión, un mensajero llegó corriendo.

—Mario, el castillo necesita tu presencia de inmediato —dijo el pequeño Toad, jadeando y con el rostro pálido—. Algo terrible ha sucedido.

Sin perder tiempo, Mario corrió hacia el castillo, donde lo esperaba una Peach visiblemente preocupada. Su típica elegancia parecía desvanecida por el estrés. En la sala del trono, una multitud de consejeros y guardias hablaban en murmullos apresurados, mientras una gran mesa estaba cubierta con mapas y documentos caídos al azar.

—Mario, me alegra que hayas venido —dijo Peach, señalando el mapa que mostraba el Bosque Brumoso—. Hubo una explosión esta mañana, y su origen parece provenir de una ruina antigua dentro del bosque. Nuestros exploradores reportaron que la magia que emana de allí no se ha sentido en siglos.

Mario asintió con seriedad, pero antes de que pudiera responder, un nuevo visitante irrumpió en la sala. La puerta se abrió de golpe, y Daisy entró con pasos firmes, acompañada de un par de guardias de Sarasaland. Su energía característica contrastaba con la solemnidad del momento, y aunque su postura era fuerte, Mario notó una sombra de preocupación en sus ojos.

—Peach, Mario, esto no solo les concierne a ustedes. Sarasaland también sintió la onda de choque —dijo Daisy mientras desplegaba un pergamino antiguo sobre la mesa—. Uno de nuestros arqueólogos encontró esto en una expedición reciente. Habla de un evento similar hace cientos de años, cuando una grieta entre mundos se abrió y casi destruye ambos reinos.

El pergamino estaba cubierto con inscripciones antiguas, dibujos de portales y lo que parecían ser instrucciones para sellarlos. Sin embargo, muchas partes estaban dañadas o ilegibles, dejando más preguntas que respuestas.

—¿Crees que esto está relacionado con la explosión? —preguntó Mario, fijando su mirada en Daisy.

—Estoy segura. La magia que se sintió esta mañana es idéntica a la descrita en estos textos. Pero aquí está el problema —continuó Daisy, señalando una sección rota del pergamino—. Necesitamos más información, y la única manera de obtenerla es explorar el Bosque Brumoso y las ruinas donde se originó todo esto.

El silencio llenó la sala. Peach intercambió una mirada significativa con Mario, quien entendió lo que ella estaba a punto de decir antes de que hablara.

—Mario, necesitamos que vayas al bosque y descubras qué está pasando. Pero no irás solo —dijo Peach, con un leve suspiro—. Daisy, queremos que Sarasaland sea parte de esta misión.

Mario no pudo evitar sentir un nudo en el estómago. Su relación con Daisy siempre había sido... peculiar. Aunque la admiraba por su valentía y energía, sus encuentros pasados estaban llenos de roces y competencias que a menudo complicaban el trabajo en equipo.

—Espero que estés listo para mantenerte al día, Mario —dijo Daisy con una sonrisa que mezclaba desafío y camaradería—. Esto no será un paseo por el parque.

Mario sonrió, aceptando el desafío con su típico gesto confiado, aunque en el fondo sabía que esta misión sería más complicada de lo que parecía.

El día siguiente, ambos partieron hacia el bosque, acompañados por un pequeño equipo de Toads y arqueólogos. La entrada al Bosque Brumoso era imponente, con árboles cuyas copas parecían tocar el cielo y una niebla densa que bloqueaba la luz del sol. Cada paso dentro del bosque parecía hacer que la temperatura descendiera y el silencio se volviera más pesado.

Mientras avanzaban, Mario y Daisy comenzaron a notar cosas extrañas. Los animales del bosque parecían nerviosos, moviéndose en direcciones erráticas o simplemente desapareciendo al acercarse el grupo. En un claro, encontraron un círculo de lirios completamente marchitos, algo inusual para esa especie conocida por resistir incluso los climas más duros.

—Esto no es normal —murmuró Daisy mientras se agachaba para tocar los pétalos secos—. Estos lirios son símbolo de protección en Sarasaland. Si están marchitos aquí, algo grave está ocurriendo.

—¿Crees que sea una señal? —preguntó Mario, mientras observaba los alrededores, su instinto advirtiéndole que no estaban solos.

Antes de que Daisy pudiera responder, un ruido fuerte resonó desde las profundidades del bosque. 

Un destello de luz azul apareció a lo lejos, y el suelo bajo sus pies comenzó a temblar. Sin pensarlo dos veces, Mario y Daisy corrieron hacia la fuente del ruido, dejando al resto del grupo atrás.

Cuando llegaron al origen, lo que encontraron los dejó sin palabras: una enorme estructura antigua, parcialmente cubierta por raíces y enredaderas, que emanaba una energía pulsante. En su centro, un portal destellaba con colores vivos, y un eco suave, casi como un susurro, llenaba el aire.

—Mario... esto no es solo magia —dijo Daisy, su voz más baja de lo habitual—. Esto es algo más antiguo, algo que no debería existir.

Mario asintió, sintiendo la misma mezcla de fascinación y temor. En ese momento, ambos supieron que el camino por delante no solo pondría a prueba su valentía, sino también sus corazones.

El verdadero desafío estaba apenas comenzando.

Entre lirios y laberintos: Mario X Daisy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora