El tren avanzaba lentamente por el vasto campo que conducía al corazón del Reino Champiñón. A través de la ventana, Mario observaba los paisajes que cambiaban de verdes colinas a pequeños pueblos llenos de actividad. Los colores brillantes y la energía del lugar contrastaban con los días grises y monótonos que había dejado atrás. Se acomodó el sombrero rojo en su cabeza y suspiró. Una nueva etapa estaba por comenzar, pero la incertidumbre se sentía como un peso en su pecho.
"Es solo un nuevo comienzo, Mario".
Pensó mientras intentaba convencerse. Había dejado atrás los ecos de un pasado cargado de desafíos personales y profesionales, un pasado que prefería no recordar. Sin embargo, no podía evitar cuestionarse si este nuevo entorno realmente le ofrecería la paz que tanto anhelaba.
El tren llegó a la estación principal del Reino Champiñón, un lugar bullicioso donde habitantes de todas las especies iban y venían con un entusiasmo contagioso. Mario tomó su maleta, llena de pocas pertenencias pero cargada de esperanza, y bajó del tren.
Su primera impresión fue abrumadora: el lugar era más vibrante de lo que había imaginado. Los hongos parlantes, las criaturas amistosas, y el aroma a pan recién horneado llenaban el aire.
—¡Bienvenido al Reino Champiñón! —exclamó un Toad con un uniforme de botones dorados que le entregó un mapa. Mario agradeció con una sonrisa, intentando no parecer demasiado fuera de lugar.
Mientras recorría las calles empedradas, notó la armonía entre los habitantes. El mercado local era un espectáculo de colores, con puestos de frutas gigantes, herramientas mágicas y artesanías únicas. Aunque el ambiente era alegre, Mario no podía ignorar cierta nostalgia que se instalaba en él al recordar los días en que este tipo de vistas le parecían comunes.
Caminó hasta llegar al que sería su nuevo hogar: una pequeña pero acogedora casa de campo que había sido alquilada para él. No era lujosa, pero tenía todo lo que necesitaba. Dejando su maleta junto a la puerta, se sentó en el porche, observando el atardecer teñir el cielo de tonos naranjas y rosados.
Fue en ese momento cuando un ruido inusual llamó su atención. Provenía del camino que conducía al castillo, visible en la distancia como una majestuosa estructura adornada con banderas. Curioso, Mario se levantó y decidió seguir el sonido.
El camino al castillo estaba bordeado de árboles cuyas copas formaban un arco natural. El aire se sentía más fresco, y Mario no pudo evitar sentirse tranquilo por primera vez en mucho tiempo. A medida que se acercaba, notó un grupo de Toads que parecían estar discutiendo.
—¿Qué sucede? —preguntó Mario, acercándose.
—¡Es el gran evento de bienvenida en el castillo! Pero nos faltan manos para terminar de preparar todo —respondió uno de ellos, agitando las manos en señal de frustración.
Mario, siempre dispuesto a ayudar, se ofreció de inmediato. Junto a los Toads, movió mesas, organizó decoraciones y ayudó a cargar bandejas de comida. Aunque era agotador, sentía que estaba haciendo algo útil, algo que le daba propósito.
Mientras trabajaban, un carruaje adornado con flores llegó al lugar. Todos dejaron de moverse cuando una figura elegante descendió. Mario giró la cabeza, curioso, y por primera vez vio a la princesa Peach.
Ella caminaba con una gracia que parecía casi irreal. Su vestido rosa se movía suavemente con la brisa, y su cabello rubio brillaba bajo la luz del atardecer. Aunque estaba rodeada de guardias y consejeros, su mirada era cálida y serena. Mario no pudo evitar notar que había algo más allá de su apariencia: una mezcla de fortaleza y gentileza que la hacía destacar.
ESTÁS LEYENDO
Entre los Reinos y corazones: Rivalidad.
FanficMario se muda al Reino Champiñón para comenzar una nueva etapa, jamás imaginó que dos princesas marcarían su vida de formas completamente distintas. Peach, elegante y determinada, y Daisy, apasionada y audaz, no solo compiten por el trono de sus cor...