Chapter IV: Agoraphobia's Paradise

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Capítulo IV: Agoraphobia's Paradise

La noche en Melatonin era más densa de lo normal. Maddie había pasado las horas antes del sueño sumergido en pensamientos pesados, incapaz de quitarse la sensación de que algo no estaba bien. A pesar del agotamiento físico, el insomnio lo acosaba con una intensidad casi física. Su cama, que normalmente era un refugio, parecía una trampa incómoda.

Después de lo que pareció una eternidad, el sueño lo reclamó, pero no suavemente, sino de golpe. La oscuridad lo envolvió, y el mundo comenzó a disolverse en sus parpados.

De repente, sintió un peso extraño sobre él. No era la presión del sueño, sino algo que podía sentir físicamente, era tangible. Algo que lo atrapaba. Una figura apareció entre las sombras, algo que se había vuelto relativamente común últimamente. La criatura era abstracta pero definida, con ojos rojos que brillaban como brasas. Antes de que pudiera gritar o moverse, unas manos rojas que goteaban un fluido carmesí y un poco denso, lo arrastraron hacia el fondo de su mente. Maddie cayó, sintiendo cómo su pecho se apretaba y el aire era lentamente remplazada por un fluido translúcido. Agua lo rodeaba lentamente, fría y pesada, hasta que cayó directamente en la realidad. Se dio cuenta de que estaba ahogándose.

Arrancó las manos extrañas de su cuerpo y pataleó desesperado, buscando la superficie, pero solo veía oscuridad. En medio del pánico, apareció una escalera luminosa, suspendida en la nada. Era la única salida. Sin dudarlo, nadó hacia ella, sus pulmones ardían mientras cada brazada lo acercaba. Subió los peldaños con rapidez, y cuando finalmente llegó al final, se encontró en un espacio completamente diferente.

El agua desapareció justo al tocar el último escalón. Maddie estaba empapado, temblando, y sus pulmones aún luchaban por recuperar el aire. Estaba en una habitación hecha completamente de grandes pedazos de piedra. Las paredes eran rugosas, como si hubieran sido talladas por manos inexpertas, y el único punto de luz provenía de una ventana sin cristal. Desde allí se veía un atardecer de colores imposibles: anaranjados que se mezclaban con lavandas eléctricos y un sol que parecía vivo.

Frente a la ventana estaba la figura que lo había arrastrado. Esta de dió la vuelta y vió directamente a los ojos a la peli blanca. Maddie sintió que el mundo se meneaba. La figura tenía su rostro, pero no era él. Su doble parecía esculpido en sangre seca; su piel era rojiza, casi translúcida, y sus ojos eran pozos oscuros que recién se estaban apagando de lo que acababan de ser.

—Veamos. Mantequilla, especias, sal...—dijo el doble sin ningún sentido, parecía hacer una lista de compras o algo así, su voz era un eco distorsionado de Maddie.

—¿Quién eres? ¿Qué es este lugar? —Maddie dió un paso atrás, pero su clon no avanzó.

—Espera estoy en medio de algo... Probablemente pan también... mmm —continuó el clon —... Se me olvida algo.

—¿Tomate? —Sugirió Maddie mientras lo miraba asustado y desconcertado.

—¿En un sandwich de huevo? No lo creo. — dijo el doble mientras todo cobraba sentido para el narrador

—No importa lo pensaré después. Sobre tus preguntas: Soy una parte de ti que no comprendes. Algo que creaste al tocar el libro. —El doble señaló algo en la esquina del cuarto. El Crimson Grimoire flotaba allí, goteando tinta oscura que se desvanecía antes de tocar el suelo.

—¿Qué quieres de mí? —preguntó Maddie, mientras su voz quebraba.

El doble lo ignoró y señaló una nueva escalera que descendía en espiral desde el centro del cuarto. Cambió completamente desde la última vez que maddie la vió, ni siquiera se dió cuenta. Era angosta, peligrosa, y parecía perderse en una oscuridad impenetrable.

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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