¿Podrías hacerlo tú?

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La suave melodía de "A Thousand Years" inundaba el salón. Tras abrir la pista de baile con "Stand by Me", no fue sorpresa que el resto de los invitados decidieran finalmente unirse a ellos.

La pista pronto se llenó de parejas que danzaban al compás de la dulce voz de Christina Perri. La tenue iluminación creaba un ambiente íntimo, permitiendo que cada pareja se perdiera en su propio mundo mientras bailaban.

En el centro de la pista, como no podía ser de otra manera, los recién casados se movían suavemente, completamente ajenos al hecho de estar rodeados de amigos y familiares. En esos instantes, solo existían ellos dos.

Con la mirada fija en el otro y una sonrisa cariñosa en los labios, alfa y omega se desplazaban al ritmo de la música, como si se tratara de una coreografía ensayada.

—¿Te he dicho que te ves precioso de blanco?— Preguntó Ferran en un susurro. A pesar de la música alta, estaban tan cerca que Pedri lo escuchó con claridad. Su sonrisa se amplió, y se permitió soltar una pequeña risita.

No desde hace unos veinte minutos— Respondió en broma. Compartieron una risa cómplice antes de que Ferran hablara de nuevo.

—Qué descuidado he sido… De verdad te ves precioso vestido de blanco— Añadió con ternura en su voz, observando atentamente cada reacción del menor.

A pesar de haber escuchado aquel cumplido una y otra vez durante todo el día, Pedri no pudo evitar que sus mejillas se tiñeran de rojo. Su esposo siempre conseguía aquella reacción en él.

Su esposo, aquel título sonaba muy bonito, le gustaba demasiado.

Casarse nunca estuvo en sus planes, o quizá era que la idea simplemente nunca le había llamado la atención. Pero ahora, ahí estaba, bailando con su esposo tras haber dado el "sí" frente al altar.

La felicidad apenas cabía en su pecho, y le resultaba imposible ocultar la emoción que sentía. Sin duda, ese había sido uno de los días más felices de su vida.

Compartir un momento tan especial con su familia y amigos solo lo hacía más significativo. Ver a viejos amigos, abrazarlos y, entre risas, recordar tantos momentos compartidos lo había puesto algo sentimental. Tanto que incluso había derramado más de una lágrima de alegría.

Todo parecía un sueño hecho realidad.

La canción terminó, dando inicio a "Mi gran noche", quizás un cambio un poco drástico, pero que sin duda encantó a los invitados, quienes no dudaron en bailar al son del alegre ritmo.

Tanto Ferran como Pedri se dedicaron una sonrisa cómplice al sospechar quien había sido el responsable de dicho cambio en la música.

Dejando pasar el hecho que Lamine se encontraba bastante cerca del Dj, los recién casados decidieron abandonar la pista de baile, no por falta de ánimo, sino porque necesitaban beber algo.

Desde que habían llegado a la iglesia no habían bebido más que una copa de champagne durante el brindis. Así que si, tenían la garganta un poco seca.

Fue algo difícil pasar entre sus invitados, pues a pesar de estar disfrutando del baile, no dudaban en acercarse a ellos para felicitarlos o intercambiar algunas palabras.

Finalmente, llegaron a una de las mesas de aperitivos del salón, que, para su fortuna, estaba completamente vacía. Ferran tomó dos copas y vertió un poco de champán en ellas, ofreciéndo una a su esposo.

—Por nosotros— Dijo Ferran, alzando su copa con intención de brindar.

—Por nosotros— Repitió Pedri, imitando el gesto y chocando suavemente su copa con la de Ferran.

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