🐉Capítulo 36🐉

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—Nuestra tarea es clara. Debemos adquirir competencia en el despliegue de soldados en el extranjero, querámoslo o no. Y en cuanto a la ocupación por parte del gobierno militar, deberíamos intentar mejorar las cosas lo antes posible y buscar nuevos amigos…  —De la Saga de Tanya la Malvada, vol. 5


Laenor cerró los ojos con fuerza y ​​se llevó las manos a la cara.

—Sobreviví a un intento de asesinato, ¿y ahora quieres que vaya a Dorne  solo ?

—No solo, iré contigo, por supuesto —respondió Elaena con calma.

Leanor miró al techo y se pasó las manos por la cara.

—Ah, sí. Si los dornienses no logran matarme, ¡tu padre puede hacerlo en su lugar!

Elaena sonrió, y una expresión alegre reemplazó la habitual expresión enigmática en los ojos de Laenor.

—No te oigo bromear a menudo; tienes un don para el buen sentido de la comedia. Deberías usarlo más; podría ayudar a convencer a la gente de que no siempre estás al borde de la matanza en masa —sugirió Elaena.

—¡No fue una broma! —chilló Laenor, estremeciéndose ante la mera mención de  una masacre—.  Tu padre se enojaría más allá de lo razonable si te pusiera en peligro.

Elaena frunció el ceño. —No estoy de acuerdo, y complicaría demasiado las cosas ocultar mi presencia esta vez. Si bien mi padre no te ha dado permiso, tampoco te lo ha prohibido. Te ha dado su bendición para que actúes en nombre de los Siete Reinos, y está bien con que lleves a otro jinete de dragón. Como dice el dicho essosi, "es mejor pedir perdón que permiso". Además —continuó Elaena en un tono razonable—, si tenemos éxito, beneficiará a todo Poniente.

¿Puede ser que no se dé cuenta de lo grave que será esta transgresión?

—¿Por qué no puedo simplemente preguntarle a mi madre? ¿Por qué tienes que ser tú? —preguntó Laenor.

—Porque tiene que ser yo. Alguien más podría equivocarse —respondió Elaena simplemente. —Suena arrogante, lo sé, pero soy una jueza excepcional de las personalidades. Dudo que el príncipe Qoren haya ordenado el asesinato, pero si lo hizo, le daría más de una posibilidad de poder decirlo. —¿Más

brujería? —dijo Laenor con cautela.

Elaena frunció el ceño—. No hables de ello en voz alta. No me gusta que la gente lo sepa. Alégrate de que me importe mucho la felicidad de mi hermana y agradezco tu continua cooperación. Costó mucho preservar tu vida y no fue nada sencillo.

Laenor había confrontado a Elaena al respecto antes. El huevo de dragón convertido en piedra era la pista más obvia, pero el hecho de que Elaena arrojara hombres contra las paredes con la fuerza suficiente para romperles la cabeza y la columna vertebral era la guinda del pastel de la brujería. La magia no era del agrado de los ándalos, y había muchas sospechas sobre sus practicantes. Laenor nunca había oído hablar de que se usara la hechicería para arrojar físicamente a la gente antes, pero sospechaba que Elaena había empleado alguna forma de magia de sangre para mejorar su fuerza. No sabía mucho sobre lo que era posible y lo que no, y no quería saber los detalles. Incluso pensar en ello le daba escalofríos.

"Mis disculpas, no volverá a suceder". Sintió algo de orgullo por evitar que su voz temblara.

Elaena asintió. —En cuanto a tu pregunta, no, en realidad no. Es simplemente un talento que tengo. En términos generales, hay dos tipos de personas en el mundo: las racionales, en quienes se puede confiar para que actúen en su mejor interés, y las irracionales, más bestias que hombres, peligrosas y perturbadoras. Podré discernir si Qoren Martell es de los primeros o de los segundos. Si es de los primeros, entonces con toda seguridad no envió a los asesinos.

 ✨La inevitable danza de los dragones de una joven✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora