𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐧𝐮𝐞𝐯𝐞.

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“Gracias por aparecer un día cualquiera y cambiar mi vida para siempre”

No podía dejar de ver aquellos ojos turquesa; eran dos joyas dignas de admirar e incluso venerar

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No podía dejar de ver aquellos ojos turquesa; eran dos joyas dignas de admirar e incluso venerar. Las iris verdosas de Sae se habían convertido en su obra de arte favorita. Ahora quiere que aquéllos ojos lo miren con cariño.

Ama a Sae, está seguro de eso; lo estuvo desde la primera vez que lo vio, un chico tan único que hizo volver loco a su corazón y lo robó al instante con tan solo ser él. Todo de él Itoshi, le gustaba: su piel suave y tan delicada, sus labios rojos que ahora eran su nueva adicción, su cabello carmín sedoso y llamativo, sus mejillas regordetas sin llegar a lo exagerado, su lindo cuerpo, pero sobre todo, su personalidad. Sae es inexpresivo y la aura que desprende es toda aventura. Sabe que es difícil hacerlo sonreír, pero las pocas veces que lo ha hecho solo han servido para enamorarlo más. Shidou quiere conocer todo de él, aprender de memoria sus expresiones y saber leer si esta feliz o enojado. Quiere estar al lado de Sae, quiere tener su amor.

—¿Por qué me miras tanto?.—El pelirojo arquea una ceja; el rubio no desvía su mirada dulce de él.

—Es solo que no me canso de admirar tu belleza.—dice. Su sonrisa no se desvanece y sus ojos rosas desprenden un cariño sincero que Sae logró notar al instante.

—Eres bueno con las palabras, pequeño demonio.—halga; el otro ríe y la linda melodía de su risa se esparce por el restaurante.

—Solo digo la verdad.—asegura. Sae suspira, pero no puede evitar sentirse emocionado ante sus palabras; su corazón late más y más rápido y, con cada latido, dibuja una sensación cálida dentro de su pecho.

El de tez morena escabulle su mano y la entrelaza con la del pelirojo. Sae puede sentir a la perfección la calidez de la piel bronceada mientras observa la piel morena. Desvía la mirada y vuelve a ver los ojos ajenos; los iris rosas del rubio se ven calmos y alegres, incluso puede jurar ver un brillo en ellos. La idea de ser la causa de aquello lo hace sentir tan expectante como alegre.

El mayor levanta ambas manos y, de manera suave, deja un beso en el torso ajeno. Sus labios prueban una vez la perfecta piel del pelirojo y se deleitan con su suavidad.

—Ángel, eres un ángel.—dice mientras cierra sus ojos y recarga su rostro en la mano del menor. Sae se sobresalta ante sus palabras; lo han tomado desprevenido, más sin embargo, le gusta aquel apodo, y más si es dicho con la linda voz de Ryusei.

—Un ángel y demonio, ¿eh? ¿No te parece loco?.—el otro vuelve a reír.

—Para nada, me encanta la idea; tú eres la luz y yo la oscuridad, nos complementamos, Sae.—su voz suena tan serena que la franqueza de sus palabras no se pone en duda.

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⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

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