27. Girasoles de plata

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Nada

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Nada. Ni una respuesta.

Martin estaba desesperado y ninguno de sus amigos más cercanos a ambos le decían nada. Esos cinco días habían sido horribles. Había intentado hacer cosas productivas y de paso despejarse un poco del tema pero todo le recordaba a Juanjo.

Era viernes por la noche, acababa de recoger su disfraz para la fiesta de Halloween de la empresa y estaba en su jardín, con la camisa mal abotonada, la corbata colgando del cuello, una botella de jack daniels y un vaso casi vacío con un hielo a medio deshacer adornaban su mesa.

-¿Puedes parar ya?

Martin se sobresaltó al escuchar a su hermana, no esperaba encontrarla por allí a esas horas, suponía que estaría cenando por ahí con sus amigas.

-¡Joder, Mery! ¡Casi me matas del susto!

-Basta ya, Martin. No te has afeitado en toda la semana, todas las noches acabas aquí con una botella de wishky y deambulas por la oficina como si fueras un fantasma. ¿No piensas hacer nada?

-Todo eso... todo eso no es tan así como lo pintas, yo... estoy bien, y este wishky es mi favorito, ya lo sabes.

-No es que no me engañes a mi, es que no engañarías ni a alguien que no te conoce de nada. ¿Te has planteado por qué estás así?

-Claro, me preocupa mucho que mi diseñador creativo me mande una carta de renuncia porque a ver dónde encuentro yo a uno como él.

María resopló, harta de la venda que su hermano se ponía en los ojos. ¿No pensaba admitirlo nunca? ¿Ni si quiera a él mismo?

-Mira, Martin, te voy a ser muy clara porque te quiero y porque estoy me parece muy injusto para Juanjo. Deja de decir tonterías, asume de una vez que te gusta mucho y que en realidad la menor de tus preocupaciones es la agencia. Todo el mundo intuye que estás en la mierda porque te has peleado con Juanjo, aunque no lo hablan porque muchos de tus trabajadores son también tus amigos.- Martin iba a interrumpir pero su hermana no lo dejó. -No, déjame terminar. Juanjo es un cabezón y no va a responder a tus mensajes, así que mañana lo vas a enfrentar, le vas a decir lo que sientes y le vas a pedir perdón las veces que haga falta.

-¿Juanjo llega mañana? ?Viene a la fiesta?

-Si, y si.

-¿Tu quieres que me parta la cara? Lo traté... lo traté fatal y no le dirigí la palabra en días, no va a querer saber nada de mi.

-Eso no lo sabemos ni tú ni yo, y solo lo averiguarás si lo intentas.

-¿En qué momento has crecido tanto que me das a mi consejos de amor?

-Ay Martin... vamos a cenar algo, y cuéntame historias de la ciudad eterna... y tu historia con Juanjo.

Muchas veces la gente que nos rodea nos conoce mucho mejor que nosotros mismos, y el caso de Martin y su hermana no fue distinto. Esa noche lo contó todo por primera vez, con la confianza característica entre ellos al fin recuperada.

ETERNOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora