-𝓔𝓹í𝓵𝓸𝓰𝓸-

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*Separador: Omnisciente*

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*Separador: Omnisciente*

---Dos años después---

El esperado día había llegado. Los presentes, luciendo sus mejores trajes, aguardaban con tranquilidad a aquel par de enamoradas que se profesarían amor eterno.

Eran un grupo selecto, pero no había nada más que cariño para las protagonistas de ese día.

Un par de mujeres iban de un lado para otro, verificando que todo estuviera saliendo según lo planeado. Para ellas, era sumamente importante que todo saliera excepcional.

—¡Sam! —El suave grito de su esposa hizo que Samantha girara y sonriera. — ¿Ya estás lista?

Ninguna de las dos podía evitar sonreír al ver la belleza de su pareja. Evanna lucía un largo vestido verde que llegaba hasta el suelo y se ajustaba a su figura de manera encantadora. Por su parte, Samantha llevaba un vestido negro muy sencillo que destacaba sus relucientes tatuajes nuevos y aquellos músculos que hacían babear a su chica. Sin embargo, lo que más resaltaba era el bebé en sus brazos.

—Sí. ¿Tú también?

—Sí. ¿Quieres que lo lleve? —Preguntó Evanna, observando al pequeño que dormía plácidamente sobre el pecho de la pelinegra.

—No, déjamelo. —Murmuró antes de dejar un beso en la suave cabecita del bebé. — Vayamos por ellas.

Evanna asintió con una sonrisa al notar esa faceta de su esposa que nunca antes había visto, pero apartó esos pensamientos para centrarse en lo verdaderamente importante: la boda de Gally y Krista.

Llegaron a la enorme puerta y Evanna dio un par de toques, hasta que escuchó un sutil y encantador:

—¡Solo entra, niña!

Con una enorme sonrisa, la rizada entró y quedó maravillada ante la imagen frente a ella.

—Por la diosa... luces bellísima...

Lo que tenía frente a ella era una obra maestra. Sabía que se sorprendería al ver a su hermana en "modo novia", pero esto superaba cualquier expectativa.

Su cabello rojizo con mechones rubios estaba suelto y caía sobre sus hombros y espalda, de donde surgían tenues chispas de fuego que contrastaban con el embriagante vestido blanco. Este tenía detalles dorados y unas cuantas figuras que parecían estar prendidas en llamas.

Un tatuaje de una cruz destacaba en el lateral de su cuello, delineando desde su oreja hasta su clavícula. Aunque Evanna no era fanática de aquel diseño, comprendía que probablemente tenía un significado importante para su hermana y su futura esposa.

Dio una última mirada a la mujer y asintió.

—Krista se va a desmayar cuando te vea.

—Pues claro, ese es el plan —Bromeó antes de acercarse a Evanna y darle un abrazo que casi hizo llorar a la rizada. — Gracias por jamás rendirte, Eva.

Infierno Escarlata (C.E 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora