ENFRENTAMIENTO
Al día siguiente desperté, cansada, hinchada y molesta. No pude dormir bien por la discusión con Grace. Caminé hasta mi cafetera y me serví un poco de café para levantar mis ánimos. Después de beberlo y desayunar algo, fui al baño a refrescarme. Ya me sentía más tranquila. Tomé mi laptop para ponerme al día con los trabajos, pero el sonido de un auto acercándose a toda velocidad a mi casa me sacó de mis pensamientos y mi paz. Miré a través de la ventana y maldije al darme cuenta de quién se trataba.
Era Russell. Bajó del auto y azotó la puerta al entrar. Me observó; podía sentir la furia que emanaba de él. Levantó una hoja que tenía en la mano y la agitó con fuerza.
—¿Me puedes explicar por qué mis abogados me mandaron esto?—preguntó, conteniendo su ira.
—Honestamente, estoy sorprendida; no creí que volverías desde lejos solo para esto —dije, manteniendo la calma.
—¡Maldita sea! —exclamó— ¿Es en serio? Mis abogados me llamaron en medio de una reunión importante para informarme que mi esposa solicitó, ¡el maldito divorcio! —me miró con furia— Adeline, ¿qué sucede contigo?
—Nada, simplemente me cansé de ti y tus celos enfermizos —respondí, tratando de mantener la compostura— Vamos, Russell, sabías perfectamente que esto pasaría. Solo firma los papeles y cada uno por su lado.
—Ya entiendo —rió amargamente— es por él, ¿verdad? Ese maldito ilegal de mierda. ¡¿En serio me estás cambiando por ese bueno para nada?!
—¡Por favor, Russell, no seas ridículo! —exclamé.
—Entonces, ¿por qué haces esto? ¿Por qué después de cinco años te quieres separar de mí? —preguntó, con lágrimas en los ojos.
—Lo siento, ya no te amo —dije directamente, sintiendo el peso de mis palabras.
El corazón de Russell se rompió. Lo podía notar en su mirada, sus ojos llenos de lágrimas, su respiración agitada y sus manos temblando.
—Tú... no —intentó hablar— no... no puedes, no puedes decirme eso.
—Es verdad, Russell. No he sido feliz contigo estos últimos años y lo mejor es separarnos. Por favor, espero que lo entiendas.
—Adeline, por favor —me abrazó con fuerza— por favor, cariño, no me dejes. Te amo —tomó mi rostro entre sus manos— por favor, cambiaré. Te lo prometo, cambiaré, solo dame una segunda oportunidad.
—No, ya tuviste muchas oportunidades —quité lentamente sus manos de mí— Russell, por favor, no insistas. No cambiaré de opinión. Es mejor para los dos.
—No puedes hacer esto —se sentó en el sofá, tomándose la cabeza, llorando— cinco años, Adeline —me replicó— ¡cinco malditos años de mi vida!
—Tuviste cinco años para cambiar y no lo hiciste —le reproché, sintiendo que la tensión en la habitación crecían.
—¿Ahora es mi culpa? Claro, todo es culpa del estúpido y bestia de Russell —rió amargamente, como si cada palabra le quemara.
—Técnicamente lo es —respondí, con una calma tensa— Ahora, toma tus cosas o lo que puedas llevar y busca otro lugar. Honestamente, no quiero tenerte cerca de mí.
—¿Disculpa? —dijo, incrédulo.
—Como escuchaste, tendrás que irte —le dije, sintiendo que el aire se volvía más pesado.
—Esto es increíble —dijo, levantándose de su lugar— Primero, te quieres divorciar sin ni siquiera consultarme. Segundo, me culpas por todo lo que pasó entre nosotros, y ahora me estás expulsando de mi propia casa. Eres tan despiadada... sin embargo, no puedo odiarte. Realmente, me tienes loco.
—Tienes diez minutos —le recordé, antes de darme la vuelta, sintiendo que el dolor en mi pecho se mezclaba con una determinación fría.
El silencio que quedó entre nosotros era pesado, cargado de emociones no dichas, mientras me alejaba, dejando atrás un capítulo que había decidido cerrar.Russell finalmente se fue de la casa, dejándome una sensación de vacío y culpa. Volví a mi habitación y me acosté abrazando mi almohada, desahogándome en silencio. Duele mucho, a pesar de todo, lo seguía amando, pero no está bien. Lo nuestro tenía que terminar de una vez. Mi teléfono sonó, indicándome que tenía un nuevo mensaje. Observé la pantalla y era Lian:
¡Buenos días, tarde, noche o cuando veas esto! Adeline, espero que te encuentres bien. Solo pasaba a informarte que todo está bien aquí en la empresa, no hubo un incendio o una explosión… aún. Pasado mañana las confeccionistas terminarán los vestuarios, que por cierto están increíbles. Espero que vuelvas pronto, honestamente me aburro un poco, extraño preocuparme por ti y tus momentos novelescos. No te presiones demasiado, vuelve cuando creas que estés segura, yo cuidaré el fuerte.
Solo sonreí. Lian siempre aparecía en el momento necesario, y eso me gusta. Me gustaba el hecho de que una persona estuviera a mi lado, apoyándome sin juzgar. Su mensaje, lleno de humor y preocupación genuina, fue un bálsamo en medio de la tormenta emocional que había vivido. Sentí un pequeño rayo de esperanza, un consuelo en la soledad que ahora me acompañaba. La imagen de Lian, eficiente y leal, trabajando en la empresa, me trajo una sensación de calma. Sabía que tenía un lugar seguro al que volver, un equipo que me esperaba, y eso, en ese momento, era todo lo que necesitaba.
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𝐄𝐥 𝐬𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐚𝐫𝐢𝐨.
Romance𝟏𝟎-𝟏𝟎-𝟐𝟑 Detrás de la fachada de oro y cristal, una joven diseñadora llamada Adeline luchaba por mantener su sonrisa. Su matrimonio con Russell, el hijo de un magnate millonario, parecía perfecto a ojos de los demás, pero la realidad era muy d...