Siete

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Carol se había tomado el día libre, esperando a Malia en la sala, mientras Kylie paseaba con su padre, en el carrito de golf que consiguió. Manejando por todo el gran jardín.
La pelinegra al llegar, se sorprendió de verla.


—¿Sucede algo señora?.


—Ven aquí, quiero que hablemos. — despacio y nerviosa se arrima, sentándose a la par
—¿Cómo te estás llevando con mi hija?.


—Bi-bien. — tartamudea al responder —¿Por qué lo pregunta?. ¿Hice algo qué no debería?.



—Ha estado saliendo con mas frecuencia.


—Si se refiere al otro día del resfriado, le pido una disculpa.


—No tiene nada que ver con el resfriado, Malia. Eso ya quedó atrás, Kylie habló conmigo sobre eso y no hay problema. Esto se trata más sobre ti.


—¿Sobre mi?.


—Mi hija ha cambiado. — saca un cigarro de la cajetilla —Su cambio de humor es otro y se debe a ti. Creo que le has echo un bien y quisiera que siga así. — lo enciende —Ayer la encontré usando los auriculares que le dejaste. Y mi esposo me dijo también, que las encontró teniendo contacto físico.


La contratada para su compañía, se tensó en ese momento —No es lo que parece. Nosotras...


—Hablaban, lo sé. — la señora no está alterada, no piensa otra cosa —Lilith me puso al tanto de lo que hacen y me sorprende la gran relevancia, el poder, que tienes sobre Kylie. Ella no había permitido tanto de nadie. Y estoy agradecida.



Malia suspira con menos nerviosismo, sus manos dejan de sudar —No tiene nada que agradecer, todo es mérito de ella. Lo está intentando y bueno, yo sólo soy un guía, que corre con suerte.


—La suerte es nuestra, por ponerte en nuestro camino. Y si no es demasiado, le pido que siga. Que sea su mano, junto con las nuestras, la que ayuden a seguir adelante a mi hija.



—¿Eso quiere decir qué tengo luz verde para salir a otro lugar que no sea el jardín y hacer lo qué sea?.



—Lo tiene, tiene mi permiso, el de Henry. Y el chófer está a toda su disposición, si necesita un aumento o ....



—El aumento no es necesario. Pero ya que dice, que puedo pedir lo que sea. Necesitaré un par de cosas que pueden sonar le descabelladas.


Kylie punteaba con su dedo índice, sobre el borde de la ventana del auto. Jugando con el botón del sube y baja —¿A dónde vamos?.


—Es una sorpresa.


—Papá, no me gustan las sorpresas.


—Está si te gustará. — dijo conduciendo hacia una plaza, con las indicaciones que la niña canadiense, le había dado. La invidente no se sentía con ganas de salir a ningún lado, el miedo comenzaba apoderarse de ella. Su pierna brincaba de la ansiedad —Hemos llegado.


—No quiero bajar del auto.


—Hija, descuida. Todo está bien.


—No, nada está bien papá. — sonaba desesperada —Se oye mucho ruido, muchas personas.


—No son muchas, como piensas. Y el lugar no es hermoso, te gustará. — camina con ella hasta la orilla, sobre el camino, lejos de la avenida —Muy bien, ahora me iré lentamente.



Sin Tu Mirada "Kylia" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora