Tensión

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Suguru Geto caminaba de regreso al Colegio Técnico de Magia Metropolitana de Tokio, dejando a sus alumnos entrenando en el campo de práctica. Sabía que tenía un poco de tiempo antes de que se le asignara una nueva misión, así que decidió aprovecharlo para comer con sus hijos. Mientras caminaba por los pasillos del colegio, sus pensamientos se dirigían a los preparativos de su inminente boda con Satoru, un evento que no le emocionaba en absoluto.

Al llegar a su oficina, Geto abrió la puerta y entró en el espacio que había hecho suyo con el tiempo. La oficina era modesta pero acogedora. Un escritorio pequeño se encontraba en el centro, cubierto de papeles y libros de hechicería. A ambos lados del escritorio, grandes libreros llenos de textos antiguos y pergaminos se alzaban hasta el techo, creando un ambiente de sabiduría y conocimiento.

Para suavizar la atmósfera, Geto había colocado varias macetas con plantas pequeñas en los estantes y en el alféizar de la gran ventana que dejaba entrar la luz del sol. Estas plantas no solo añadían un toque de color, sino que también ayudaban a reducir el estrés del día a día. Frente al escritorio, un sofá mediano ofrecía un lugar cómodo para sentarse y reflexionar, o para recibir a visitantes y colegas.

A la derecha del escritorio, una puerta conducía a un pequeño baño privado donde Geto guardaba sus pertenencias personales y podía cambiarse de ropa. Se dirigió hacia allí, dispuesto a refrescarse y prepararse para el almuerzo con sus hijos.

Antes de que Suguru pudiera meterse a cambiar, un olor intenso y familiar llenó la habitación, haciendo que se le erizaran los cabellos de la nuca. Con un suspiro de exasperación, volteó los ojos, ya sabiendo quién era el intruso.

—No puedo creer que estés invadiendo mi privacidad —dijo, su voz cargada de molestia mientras se quitaba la camiseta azul marino de su uniforme de hechicero, quedando en una camisa negra holgada que contrastaba con su piel pálida.

Desde detrás de la puerta, Satoru Gojo lo miraba con una seriedad inusual. —Tengo derecho —respondió, su tono firme y seguro.

Suguru rodó los ojos, claramente irritado. —Qué irritante, dime qué quieres.

—Siempre tan irrespetuoso, Suguru —replicó Satoru, avanzando un paso más dentro de la oficina. Sus palabras eran un reproche, pero su voz mantenía una calma peligrosa.

Suguru se giró para encararlo, sus ojos oscuros llenos de desafío. A pesar de la tensión, no pudo evitar notar lo bien que se veía Satoru.

Satoru Gojo, el Alfa maduro de 28 años, era una visión impresionante. La venda negra que cubría sus ojos azules parecía agregar un toque de misterio a su rostro, haciéndolo aún más atractivo.

La juventud había desaparecido de su rostro, reemplazada por una madurez que lo hacía parecer aún más imponente. Sus rasgos finos se habían definido, y su mandíbula alargada parecía más pronunciada que nunca. La forma en que su cabello se levantaba por la venda agregaba un toque de sensualidad a su apariencia.

Pero lo que realmente llamaba la atención del omega era su cuerpo. Satoru medía casi 2 metros de altura, y su figura atlética era evidente bajo su uniforme. Sus músculos marcados se definían bajo la camisa ajustada, y sus pectorales parecían estar a punto de romper la tela en cualquier momento.

Suguru se sintió avergonzado al darse cuenta de que lo estaba mirando demasiado. "Joder", pensó, intentando apartar la mirada. Pero no podía evitar sentirse atraído por la presencia imponente de Satoru.

"Es impresionante como esa camisa no se rasga" Intentó disimular y controlar sus pensamientos para que el alfa no se percatara de lo que pasaba por su mente. Sin embargo, Gojo soltó una pequeña risa, rompiendo el silencio.

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⏰ Última actualización: 4 hours ago ⏰

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