Capítulo 23 -Último adiós.

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Insoportable.

Si existe una palabra que pudiera describir estas
tres semanas que llevo en mi casa, sin duda era esa.

La situación no era la más agradable puesto que
Luis y yo no podíamos estar juntos dentro de la
misma habitación. Bueno, más bien era yo la que
no podía compartir espacio con él. Su simple
presencia alrededor me resultaba inaguantable.

Más de una vez he escuchado a mis padres
cuchichear entre ellos sobre qué podían hacer para
tratar de apaciguar la situación. De una forma u
otra, sabían que todo estaba bastante peor respecto
a la última vez que nos vimos en Navidad.

De hecho, ni siquiera había tenido el valor de
contarle a mi madre todo lo que había pasado con
Ruslana, tuvo que ser Vio quien lo hiciera. No sé
exactamente qué le dijo, pero había conseguido que
la atención de mi madre en mí aumentase. De vez
en cuando aparecía por mi habitación
ofreciéndome ir a la playa o a tomar un helado por
si eso conseguía hacer que me animase un poco.

Solo le ha funcionado una vez, y con bastante
ayuda de Vio, ya que prácticamente me sacaron a
la fuerza de la casa.

Por otro lado, Vio ha venido a visitarme casi a
diario. A parte de mi familia, era la única persona
con la que había tratado estos días, aunque la
semana pasada se fue de viaje con sus padres y no
vuelve hasta mañana.

Acabábamos de terminar de cenar y me disponía a
subir las escaleras para volver a mi habitación.
Estaba deseando meterme de nuevo en la cama
rodeada de la oscuridad que caracterizaba
últimamente mi cuarto.

–¡Tsss! –chistó Luis a mi espalda.

Lo ignoré, como llevo haciendo cada vez que se
dirige a mí desde mi vuelta.

–¡Tss! –repitió.

Subí el último escalón y continué mi camino por el
pasillo, que de repente se me estaba haciendo
demasiado largo.

–¿Estás sorda o qué? –bramó, cada vez
acercándose más–. Vaya pregunta más tonta, claro
que lo estás.

–¿Qué coño quieres? –me giré bruscamente
haciendo que casi se choque contra mí.

–Mamá me ha contado que lo has dejado con tu
novia –fingió lástima–, dice que tengo que estar
contigo para apoyarte y hacerte sentir mejor. ¿Hay
algo que pueda hacer por ti, hermanita?

–Vete a la mierda.

Quise retomar el camino para encerrarme en mi
cuarto, pero su mano alrededor de mi muñeca me
detuvo. Como si el simple contacto hiciese que me
quemará la piel, me solté al segundo.

–Hay algo que tienes que saber –jugó unos
instantes con el piercing de su lengua antes de
seguir–, aquel día que fui a tu casa en verdad
quería disculparme contigo.

Enarqué una ceja, totalmente incrédula.

Adivinó que no me iba a molestar siquiera en
contestarle, por lo que continuó hablando.

–Sé que entre nosotros no ha habido muy buena
relación desde hace un tiempo y quería que eso
cambiara.

De repente sentía ganas de vomitar.

–Claro, te querías disculpar conmigo y te acabas
tirando a mi novia, ¿no?

–En mi defensa, fue ella quién se lanzó primero. Y
yo... ¿qué te voy a decir? Soy una persona débil.

Estaba claro que Luis tramaba algo.

No estaba usando el tono cínico y de superioridad
que tenía siempre que se regodeaba por haberse
acostado con alguna chica, pero tampoco me creía
el falso arrepentimiento que estaba mostrando.

Inevitable - ruski Donde viven las historias. Descúbrelo ahora