Capítulo 20: El segundo hombre

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Decidimos ponernos en marcha. Llevamos a Lucius con nosotros en nuestra carreta para movernos más rápido. Y cuando llegamos a Ukra, aquellos ladrones ya se habían retirado.

Era una aldea pequeña y un poco en ruinas. Similar un poco a esos pueblos del Viejo Oeste que siempre parecen ser desérticos y llenos de polvo. Y la gente de este lugar tampoco estaba muy limpia que digamos. Daba mucha lástima ver eso.

─Nos robaron lo poco que teníamos ─nos dijo el jefe de la aldea nada más vernos llegar─. No pudimos hacer nada y huyeron.

─He traído más comida ─anunció Lucius al tiempo que le entregaba la carne recién obtenida─. Pero esta no nos alcanzará para más de una semana a lo sumo. Deben de resguardarla bien.

─Ellos dijeron que volverían mañana por más alimento ─comentó el jefe─. Y que, si no teníamos nada para darles, saquearían todo.

Un niño, en un estado lamentable como todos, como de cinco años se nos acercó. Se dirigió a la brujita y, jalándole su falda, le preguntó si llevaba comida con ella.

─Suficiente ─anunció Larissa aparentemente conmocionada y se dirigió a Lucius─: Te ayudaremos a recuperar tu comida. No dejaré que esos idiotas se salgan con la suya.

─Yo también estoy de acuerdo ─la secundó Koyara.

Una parte de mi deseaba que le hicieran caso a la bruja cuando antes dijo que no ayudáramos. Que los mandáramos a la mierda a ellos y a sus problemas porque no era de nuestra incumbencia, pero bueno. Ahora hasta la misma Larissa quería ayudar.

Yo simplemente aun no me siento preparado para estas cosas.

─Míralo como una prueba Brayan ─me dijo Minoris al notar mi incertidumbre─. Podrás demostrarles que eres un héroe.

Larissa emprendió el vuelo con su escoba e hizo una misión de reconocimiento por toda la zona. Después de un rato, logró localizar a un grupo de tres personas que viajaban en una carreta y se dirigían a una cueva. Coincidían con la descripción de los tres ladrones que los aldeanos le dieron.

─Se esconden en una cueva no muy lejos de aquí ─anunció la bruja al bajar─. Podemos atacarlos por sorpresa.

─Perfecto ─murmuró Minoris─. Prepárate Brayan.

─Qué suerte tienen ustedes de tener en su equipo a alguien que puede volar ─comentó Lucius.

─No es para tanto ─dijo Koyara.

─Por favor ─respondió la brujita haciéndose la diva─. Déjalo que me siga alabando, él sí reconoce lo que valgo.

Formamos un pequeño contingente con los protagonistas de esta novela, a los que se sumaron Lucius y algunos aldeanos que quisieron ayudarnos voluntariamente. Avanzamos a través del bosque y llegamos en una hora a aquella cueva. De primeras parecía una cueva común y corriente. Nadie se imaginaria que ahí se escondían los ladrones porque no parecía tener vigilancia de ningún tipo.

De todos modos, tuvimos precaución.

El trío de morras estaba hasta adelante y yo permanecía un poco mas atrás. Perdón, pero todavía me da un poco de miedo este tipo de cosas, es lo normal.

Cuando ya estábamos a menos de cinco metros de la entrada de la cueva, nos sorprendió un proyectil puntiagudo hecho de hielo que salió disparado desde dentro. Por poco me da de no ser porque Alice logró quitarme a tiempo del camino. Tremendos reflejos se carga la dríada.

─¿Qué carajos?

Vimos salir a un hombre fornido y musculoso, el responsable de aquel proyectil congelado. De lejos parecía de esos leñadores canadienses que pueden cargar troncos en sus hombros.

Qualia (o la Decepcionante Realidad del Género Isekai)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora