Dos Mundos, Una Esperanza

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Habían pasado dos años desde que Sergio dio a luz a Pato, y aunque esos años estuvieron llenos de risas, desafíos y momentos de amor, también había algo que lo inquietaba. Había dejado su carrera como modelo en pausa para dedicarse por completo a ser padre, pero ahora sentía que era el momento de volver al mundo que tanto amaba. 

— ¿Estás seguro de esto? —preguntó Carola, una amiga cercana de Sergio que había aceptado trabajar como niñera para Pato. 

Sergio ajustó su chaqueta frente al espejo y le dio una sonrisa firme. 

— Sí, estoy listo. Quiero darle lo mejor a Pato, y parte de eso es demostrarle que puedo seguir mis sueños mientras soy su padre. 

Carola asintió, aunque no dejó de notar la sombra de duda en los ojos de Sergio. 

— Estaremos bien, lo sabes, ¿verdad? —Carola tomó a Pato en brazos, que balbuceaba feliz con un juguete en la mano. 

— Lo sé —respondió Sergio, inclinándose para besar la frente de su hijo—. Sé que estará en las mejores manos. 

Carola sonrió con confianza. 

— Ahora ve y deslumbra al mundo como solo tú sabes hacerlo. 

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Por otro lado, Max seguía inmerso en su exitosa carrera en la Fórmula 1. Con dos campeonatos mundiales bajo el brazo, el joven piloto era imparable en la pista, pero fuera de ella, sentía que le faltaba algo. 

— ¿Sigues pensando en él? —preguntó Kelly un día mientras lo acompañaba en el paddock. 

Max suspiró y bajó la mirada hacia sus manos. 

— No puedo evitarlo, Kelly. Lo busqué en todas partes, pero es como si hubiera desaparecido. 

Kelly, quien conocía la obstinación de su amigo, colocó una mano en su hombro. 

— A veces, las personas regresan cuando menos lo esperas. 

Max soltó una risa seca. 

— Eso sería un milagro. 

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Un par de semanas después, Max estaba sentado en su sala cuando escuchó los pasos apresurados de Kelly entrando a su apartamento. 

— ¡Max! —gritó ella, agitada por la emoción mientras sostenía su teléfono en alto—. ¡Lo encontré! 

Max, confundido pero alerta, se levantó del sofá. 

— ¿De qué hablas? 

Kelly extendió su teléfono y Max tomó el dispositivo, observando las imágenes que Kelly había encontrado. Era una sesión fotográfica reciente, y el rostro que había aparecido tantas veces en sus sueños estaba frente a él de nuevo. 

Sergio, más hermoso que nunca, posaba con elegancia en un set minimalista. Su sonrisa brillaba como el sol, y Max notó cómo su rostro parecía más maduro, sus ojos cargados de una intensidad que no había visto antes. 

— Es él... —murmuró Max, pasando las imágenes con cuidado, como si temiera que fueran a desaparecer. 

— Lo es —confirmó Kelly, sonriendo ampliamente—. Sabía que esto te devolvería las esperanzas. 

Max sintió cómo su corazón latía con fuerza. Habían pasado dos años, y aunque había intentado seguir adelante, Sergio nunca había dejado de estar en su mente. Verlo de nuevo, aunque fuera a través de fotos, reavivó todo lo que sentía. 

— Tengo que encontrarlo —dijo Max con determinación, devolviéndole el teléfono a Kelly. 

— Esta vez no lo dejaré ir. 

Kelly asintió, apoyándolo como siempre. 

— Vamos a buscarlo, Max. Ahora sabemos que sigue en el mundo del modelaje. Encontraremos la manera de acercarnos a él. 

Max tomó aire profundamente, sintiendo una nueva chispa de esperanza. Sergio estaba de vuelta en su vida, aunque fuera de manera indirecta, y no iba a perder la oportunidad de reunirse con él. 

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Mientras tanto, Sergio estaba en un estudio de fotografía terminando otra sesión. Aunque sentía la satisfacción de estar retomando su carrera, no podía evitar echar de menos a Pato. 

— ¿Todo bien? —le preguntó el fotógrafo mientras recogía su equipo. 

Sergio asintió, limpiando una gota de sudor de su frente. 

— Sí, solo extraño a mi hijo. 

El fotógrafo sonrió comprensivo. 

— Eso es normal. Pero, Sergio, estás haciendo un trabajo increíble. Es un placer verte de nuevo en la industria. 

Sergio agradeció el cumplido, aunque su mente ya estaba en casa, pensando en cómo Pato lo recibiría con su sonrisa traviesa y sus ojos llenos de amor. 

Mientras caminaba hacia la salida, sacó su teléfono para ver una foto de Pato que Carola le había enviado más temprano. En la imagen, el pequeño jugaba en el jardín, su cabello oscuro revuelto por el viento. Sergio sonrió, sintiendo una mezcla de orgullo y melancolía. 

— Todo esto es por ti, mi amor —susurró. 

Lo que Sergio no sabía era que el destino estaba preparando el momento perfecto para que su mundo volviera a cruzarse con el de Max, y que esta vez, las decisiones que tomaran podrían cambiar sus vidas para siempre.

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Bajo las Luces de la TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora