Capítulo 10

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Con una última mirada llena de afecto, me dirigí a mi habitación. El cansancio me envolvió al instante, pero a pesar de que mi cuerpo anhelaba descanso, mi mente seguía acelerada, atrapada en un torbellino de pensamientos. Me deshice de la ropa del día y me metí en la cama, tratando de dejar fuera de la habitación todo lo que había ocurrido. Sin embargo, mi hermano seguía rondando en mi cabeza.

De repente, el sonido de una notificación rompió el silencio. Miré el teléfono y vi el nombre de Karime en la pantalla. Una ligera sonrisa apareció en mis labios antes de leer su mensaje:

"Espero que te sientas mejor. Descansa."

Esas palabras, tan sencillas pero cargadas de sinceridad, me envolvieron en una calidez que hacía tiempo no sentía. Karime había sido una constante en mi vida últimamente, pero esa noche, su apoyo fue justo lo que más necesitaba.

Suspiré profundamente, dejando ir todo el peso del día. Respondí con un simple "Gracias" y guardé el teléfono, apagando la luz. Cerré los ojos y, por primera vez en mucho tiempo, el ruido en mi cabeza comenzó a disiparse.

La mañana comenzó tranquila, sin grandes complicaciones, aunque aún sentía ese nudo en el estómago por lo sucedido el día anterior.

Afortunadamente, Karime había sido el refugio que necesitaba. No solo me había ayudado a calmarme, sino que me había ofrecido algo más: una conexión inesperada, un sentimiento de complicidad que me hacía sentir menos sola en este caos.

Sentada en uno de los bancos del campus, con el celular en la mano, esperaba que llegara mi próxima clase. Mi teléfono vibró, y al verlo, vi que era Karime quien me llamaba.

—Hola, Gala, ¿cómo sigues? —su voz sonó firme, como siempre.

La había anticipado; me había dicho que me llamaría para saber cómo estaba, pero no pensé que realmente lo haría. Su presencia, aunque a la distancia, me brindaba una seguridad que no podía ignorar.

—Hola, Karime —respondí, casi automáticamente, como si estuviéramos hablando como de costumbre—. Estoy mucho mejor, gracias. El día de ayer fue un caos, pero hoy me siento mucho más tranquila.

Hablar con ella me relajaba. Su voz parecía disipar las sombras de incomodidad que quedaban en mi interior.

—Me alegra escuchar eso. Ayer fue bastante intenso —me imaginé su rostro serio, como cuando algo le preocupa. Eso me hizo pensar en lo mucho que había abierto mi mundo con ella. Comenzaba a confiar en ella, aunque aún no sabía qué rumbo tomaría nuestra amistad.

—Sí... gracias por estar ayer conmigo. No sé qué habría hecho sin ti —las palabras salieron de mi boca sin pensarlo.

Hubo una breve pausa en la llamada, no incómoda, pero sí llena de algo que no supe identificar. Finalmente, Karime rompió el silencio, su tono más relajado que nunca.

—Bueno, ayer ya pasó, y tú estás mejor. Prométeme que, a partir de ahora, si vas a cruzar la calle, lo harás con mucho cuidado —me reí ante su comentario, la ternura de su preocupación era evidente.

—Lo prometo —levanté la mano como si ella pudiera verme—. ¿Y tú cómo estás? —pregunté, y escuché un suspiro largo al otro lado de la línea, uno que parecía estar guardando desde hacía mucho.

—De hecho, por eso también te llamaba. Tu voz me tranquiliza, Gala —mi corazón dio un brinco ante su comentario, pero ella continuó, sin esperar mi respuesta—. Es que acabo de salir de una discusión épica con un juez sobre una cláusula de un contrato. Casi me da un infarto, pero ya está todo resuelto. Quería llamarte para olvidarme de todo por un rato.

Never Let Me GoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora