Clara:
Llegué a la mansión de mi familia, un lugar que solía ser un refugio, pero que ahora se sentía más como una trampa. La espera de la llamada de Benjamin me mantenía en un estado de alerta constante. A esta hora, ya debía haberse enterado del tiroteo en su restaurante. Caminaba de un lado a otro en mi despacho, el sonido de mis pasos resonando en las paredes adornadas con retratos familiares que parecían observarme con desdén.
"¿Por qué Máximo atacó así, sin previo aviso?", me preguntaba una y otra vez.
—Se habrá enterado de algo —murmuré para mí misma, intentando encontrar respuestas en el aire denso de la habitación.
De repente, una voz profunda y familiar rompió el silencio, haciéndome saltar del susto.
—Si se hubiera enterado de algo, ya estarías muerta, ¿no crees, Clara?
Gire rápidamente hacia la fuente de la voz y allí estaba él: Hades. Sus ojos verdes eran como dos faros en la penumbra, su mirada penetrante y su traje oscuro le daban un aire amenazante.
—Por el amor de Dios, Hades, ¿quieres matarme de un susto? —le respondí, irritada.
—Ay, por favor, Clara —dijo él, poniendo los ojos en blanco como si mi reacción fuera trivial.
Respiré profundamente, intentando recuperar la paciencia que se me escapaba.
—¿Qué quieres? —pregunté, consciente de que no podía darme el lujo de perder el control.
Se acercó a mí, tomando mi rostro entre sus manos. La tensión se apoderó de mí y lo miré fijamente. Su mirada verde intenso me ponía los pelos de punta. Hades era peligroso, demasiado peligroso. A veces me preguntaba por qué me había involucrado con él. Me besó levemente la mejilla y volvió a mirarme con una sonrisa que no presagiaba nada bueno.
—Te quiero a ti —dijo, su tono cargado de malicia.
Me aparté rápidamente y le pasé la mano por el pecho en un intento de mantener la distancia.
—Lástima que hoy no será —le respondí, intentando darme la vuelta, pero él me detuvo agarrándome del brazo con fuerza.
—¿Qué haces? —le grité, tratando de soltarme mientras él apretaba más.
—Tú haces lo que yo te diga, ¿me entiendes? —su voz era gruesa y amenazante, y eso encendió una chispa de alerta en mí.
—No eres mi dueño, Hades —lo encaré con firmeza, y al final me soltó.
—Ya lo veremos, princecita... ya lo veremos —me dijo antes de salir del despacho como una pantera molesta.
Respiro profundo y me paso la mano por el cabello, intentando despejar mi mente. En ese momento, mi teléfono sonó. Al ver el nombre de Máximo iluminarse en la pantalla, mi corazón se aceleró. Volví a respirar para sonar normal y respondí.
—Hola.
—¿Dónde demonios estás? —gritó al otro lado de la línea—. O mejor dicho, ¿por qué carajos Ernesto Vannicelli estaba en el restaurante donde nos íbamos a encontrar?
Maquiné rápido una respuesta.
—No sé, Máximo. Mi tío no me comenta nada sobre sus reuniones secretas. Me enteré de que Ernesto estaba allí por el tiroteo —dije con rapidez.
—¿Y dónde estabas tú? —preguntó con desconfianza.
—En la mansión —respondí con calma.
—Ok. Pásame a Benjamin, tengo que hablar con él.
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Sombras del Ajedrez. +18 [Libro 1]
De TodoEn un mundo donde la lealtad se mide en traiciones y el deseo se entrelaza con la ambición,la vida de sus protagonistas se convierte en un juego mortal. Esta historia nos sumerge en el oscuro universo de la mafia,donde cada movimiento es crucial y...