Capítulo 1

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Menorca, España

Marzo 2008

La primera vez que te vi acababa de cumplir los ocho años.

Tú, al igual que mi hermana, teníais quince años. Se notaba mucho la diferencia de edad entre mi hermana y yo, sobre todo cuando mis padres no estaban en casa y decidían que Jasmine debía cuidarme.

Las primeras semanas fueron aburridas. Mi hermana se pasaba la tarde colgada al teléfono hablando con su novio y yo me ponía a dibujar o colorear mándalas. El problema era que a la hora me aburría y me ponía a molestarla, diciéndole que me chivaría a nuestros padres de que tenía novio. Claramente, ella se enfadaba y dejaba de hablarme el resto de tarde, por lo que mi plan y diversión acababa ahí.

Por suerte, viniste tú un martes. Me acuerdo porque ese era mi día favorito de la semana, tenía sopa para cenar.

Yo me encontraba pintando y tarareando alguna canción de las Spice Girls, mi grupo favorito por aquel entonces. Mi hermana estaba en el sofá, toquiteando sus uñas mientras se reía tontamente de algo que decía al chico al otro lado.

Nunca entendí porque las chicas se reían tontamente cuando un chico les decía algo bonito, a mi me daba asco. Los chicos eran tontos, como mi compañero de clase Cris, que me daba su flan a la hora de comer o me regalaba dibujos feos cada vez que podía. Claro que el flan me lo comía y los dibujos se los entregaba a la profesora como actividad y así ya no los tenía que hacer yo. Además, podía hablar con mi mejor amiga Ruslana, la cual no hacía ni un solo trabajo de clase.

El timbre sonó y Jasmine colgó el teléfono después de mandar unos cuantos besos al auricular. Yo hice el sonido de una arcada y arrugué la nariz, asqueada mientras veía a mi hermana caminar hasta la puerta.

— Por fin vienes, ya pensaba que me ibas a abandonar. — la voz de mi hermana sonó, mientras volvía a escuchar la puerta cerrarse.

— Que va, eres una exagerada. Solo han sido cinco minutos y tu seguro que estabas hablando con Pablo. — tu voz me impresionó. Era dulce, como una chuchería de cereza.

Aún no te había visto y mi cuerpo se llenó de curiosidad, por lo que dejé de dibujar y mi mente empezó a crear una misión. Tenía que llegar a ti sin que tu o mi hermana se enteraran, como un espía.

Me puse a gatear hasta estar detrás del pasillo, escondida. Creo que hasta dejé de respirar para que no me escucharais, claro que a los segundos tuve que volver a hacerlo.

— Cállate, que está mi hermana y es una chivata. —se quejó mi hermana, a lo que yo fruncí el ceño, viendo como entrabais al salón, sin daros cuenta de mi presencia.

Eras hermosa, tenías el pelo negro y lleno de trenzas. Tu piel era morena aún siendo inverno y tus ojos eran marrones como la Coca Cola, esa bebida que deseaba que fuera fin de semana para poder beberla. Mi boca estaba segura que estaba abierta, admirándote.

— Por cierto ¿Dónde esta esa pequeñaja? — preguntaste, con un pequeño hoyuelo que me gustó nada más verlo.

— Pues no sé, igual ha ido a comerse los mocos a su habitación. — respondió mi hermana, tumbándose en el sofá con una sonrisa maliciosa.

Noté mis mejillas calientes, no sabía si de la vergüenza de lo que pensaras o de la rabia. Por lo que decidí que ese sería mi momento de salir.

— ¡Yo no me como los mocos! — exclamé enfadada, saltando de mi escondite.

Tu te asustaste, pero te empezaste a reír al escuchar el grito de mi hermana y yo quise asustar más veces a Jasmine con tal de escuchar tu risa.

Me quedé embelesada mirándote, eras tan guapa. Más incluso que Nicole, la chica más guapa de mi clase. Te acercaste a mi y te agachaste para estar a mi altura, mostrando tu mano.

Entre Menorca y NewcastleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora