Capitulo 6

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La ambición desmedida siempre se paga con sangre.
— William Shakespeare

— William Shakespeare

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Tatiana


Estábamos a nada de llegar a Virginia, Zatla dormía plácidamente en mis piernas, Emilie hablaba con el abogado en video llamada, y Heinrich estaba con ella apoyándola. Zoé, Penélope y Derek charlaban mientras jugaban póquer. Spencer y Rossi jugaban ajedrez. Y Sébastien, el dormía plácidamente en una de las habitaciones privadas del jet.

Era mi primer caso criminal que resolvía y nunca me imaginé que los presuntos culpables terminarían muertos, a Michael le dieron libertad, pero tenía un GPS de prueba, para asegurarse de que no hiciera nada malo, aún desconfiaban de el.

Y era algo entendible.

Chicago estaba siendo todo un escándalo, nadie podía creer el tremendo triángulo amoroso que había entre los Whitaker. Ian siempre estuvo enamorado de Lucia y ella de él, pero Daniel, el bastardo la violó, y como resultado dio un bebé, pero Lucia lo perdió. Y años después cuando lo volvió a lograr lo volvió a perder, Ian le propuso ser su amante pero ella se negó. Y por ello la asesinó.

O bueno, al menos esa era la verdad de Michael.

Ian lo busco, quería que el hiciera el trabajo sucio. Pero se negó.

Un fracasado y una persona exitosa, no por los medios legales, pero lo era.

—¿Qué te pareció tu primer caso?—pregunto Emilie tomando asiento frente a mí.

—Extraño, ¿Qué te dijo el abogado?

—Ah, James, insiste en su punto; dice ante los jueces que no tengo la capacidad de mantener ambos negocios y trabajar para el BURÓ, al mismo tiempo.—con un nudo en la garganta dijo;—ya me arto, le dejaré el buffet.

—¿Qué? No puedes dejarle el dinero en bandeja de plata.

—No puedo hacer nada, y además, amenazo a mis abuelos.—hago la mano un puño

—¿Cuál es su nombre?

—Oh, no importa ya, solo quiero estar en paz, mi abogado no me dio muchas esperanzas. Después de todo mi idiotez me hizo casarme por bienes mancomunados.—suspire.

—¿Y que opina Hotch?

—Esta furioso.—observe al alemán por el rabillo de mi ojo. Estaba hablando por teléfono en la mini cocina.

—Te lo pido, ¿Cuál es su nombre?

Suspira cansada, pero cede:

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