Capítulo 3

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New Castle, Inglaterra.

La vida en Inglaterra fue dura, no te voy a mentir. El primer año, sobre todo, fue el peor. Empezar de cero en un país nuevo, con costumbres tan diferentes, era aterrador para una preadolescente. Me sentía como un pez fuera del agua, nadando en un mar que no entendía.

Me esforzaba en conectar, en hacer amigos, pero siempre había algo que no encajaba. Mi forma de ser parecía hablar un idioma distinto, y los ingleses, con su manera reservada de relacionarse, no ayudaban.

La lluvia constante, los días grises y las noches interminables solo acentuaban mi sensación de soledad. Pero por las tardes, cuando abría Skipe, todo cambiaba. Hablar con Rus y Martin era un bálsamo. Rus me hacía reír con sus historias disparatadas, y Martin, con su voz tranquila, siempre sabía qué decir.

Sin embargo, cuando esas llamadas terminaban, la casa volvía a hundirse en un silencio opresivo. La oscuridad llenaba los rincones, y yo me tumbaba en la cama mirando al techo, sintiendo que algo, o alguien, me faltaba.

Todo eso quedó en miniatura cuando llegó el verano de ese año y no pude volver a Menorca. Lloré, pataleé, y me enfadé, pero nada cambió. Los días eran largos y vacíos, y septiembre llegó como un ladrón, robándome la esperanza.

Descubrir que no volvería a ver a una de las personas que más me entendían, como lo eras tú, fue devastador. Tú eras mi refugio, quien me escuchaba sin juzgar, quien hacía que incluso los días más oscuros parecieran menos pesados. Saber que eso se había acabado me rompió en pedazos que no sabía cómo juntar.

La psicóloga que visitaba una vez a la semana le recomendó a mi madre que hiciera algo para sacarme de casa. Cuando mamá se sentó frente a mí con un montón de panfletos, los hojeé sin ganas, hasta que algo me hizo detenerme.
Era un papel sencillo, con dibujos de instrumentos musicales y letras en negrita que anunciaban: "¡Únete a la banda del instituto!" Mis ojos brillaron como una noche estrellada sin contaminación lumínica.

—Esta —dije, agarrándolo con ambas manos. En ese momento, por primera vez en meses, sentí algo parecido a la esperanza.

Al día siguiente, estaba detrás del escenario, rasgando las cuerdas de mi guitarra. Mis dedos se movían casi sin pensar, tratando de calmar los nervios que se agolpaban en mi pecho. Mi madre caminaba de un lado a otro, inquieta. Había tomado dos manzanillas, pero parecía que no le habían hecho efecto.

—Lo vas a hacer increíble, ¿vale? —me agarró de los hombros y me sonrió. Asentí, sin dejar de tocar las cuerdas. —Y si no te cogen, los que pierden son ellos, no tú.

Cuando dijeron mi nombre, me dio un beso en la nariz y me susurró:

—Demuestra la estrella que sé que eres, Chiara Oliver.

Subí los escalones con el corazón latiendo tan fuerte que creí que se iba a escuchar por el micrófono. Las luces me cegaban, pero logré distinguir al grupo frente a mí. De todos, solo puedo recordar a la chica rubia entre los dos chicos: Índigo. Carraspeé, tratando de recuperar la compostura.

—I am going to sing Angels like You by Miley Cyrus —dije. Mi voz sonó más firme de lo que esperaba, y mientras cantaba, sentí algo que no había sentido en meses: libertad. La música llenó cada rincón de mí, como si por fin estuviera donde pertenecía.

No me escogieron. Durante tres días, mi madre y yo intercambiamos mensajes preguntándonos si habían dicho algo. Cuando finalmente llegó el mensaje, me disculpaban con palabras amables. Mamá me abrazó y me dio un beso en la cabeza, asegurándome que estaba orgullosa.

Pero algo había cambiado en mí. En ese escenario descubrí que la música siempre había sido parte de mí, mi refugio, mi hogar.

Días después, Índigo me siguió en Instagram. No entendí por qué al principio, pero pronto nuestros mensajes se convirtieron en conversaciones interminables. Hablar con ella era como recuperar algo perdido. Sus palabras me hacían reír, pensar y, sobre todo, sentir. Con ella volvieron las mariposas, los nervios, el deseo de saberlo todo. De repente, el mundo parecía un poco más brillante otra vez

Entre Menorca y NewcastleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora